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Torreón.— Desde hace casi siete años, Cristela Soto Contreras se convirtió en la figura materna de su nieto, que quedó huérfano luego de que su hija Daisy Viridiana Martínez Soto, de 27 años, fuera víctima de feminicidio.
Su nieto tenía cuatro años cuando presenció cómo su padre asesinó a su madre. Ahora, el nieto, de 11 años, le dice a su abuela Cristela que le gustaría tener una máquina del tiempo para traer de regreso a su madre y festejar el 10 de mayo.
“Este día es muy triste porque nos mandan hablar de la escuela para las fiestas, los convivios, y es una tristeza ver cómo mi hijo no tiene a su madre para festejar el Día de las Madres”, relata.
Para Cristela es un doble dolor. Como madre, no festejar este día porque le arrebataron a su hija y al ver a su nieto que no tiene a su madre para festejarla.
Antes del feminicidio de Daisy Viridiana los días de la madre eran alegría, convivio, risas, baile, regalos. “Muy bonito”, recuerda. Todo eso se terminó. “Debemos aprender a vivir con el dolor”, platica la integrante del colectivo Madres Poderosas, un grupo de madres de hijas víctimas de feminicidio.
Ahora, cuenta la señora Cristela Soto, las autoridades le dicen que lo mejor es que adopte como su hijo a su nieto, “para que ya no batalle”. Pero Cristela se niega, porque para ella eso significa que borrarán a su hija. “Yo soy la abuela, su mamá es mi hija”, recalca.
Ayer, integrantes del colectivo se reunieron en el antimonumento ubicado en el bulevar Revolución cruce con Calzada Colón en Torreón, donde un sacerdote ofició una ceremonia.
Daisy Viridiana, hija de Cristela, fue asesinada en 2016. Su hijo de cuatro años, recuerda, tuvo que declarar en el caso. Hace tres años dictaron una sentencia de más de 42 años para el feminicida.