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Zacatecas, Zacatecas
En su etnia wixárica (huichol) difícilmente se logra tener acceso a la educación, y más complicado es obtener un título universitario, pero no podía quedarles mal a sus papás Chalío y Lupita; lo mejor de todo es que aún podría continuar su carrera ascendente.
Facundo González Reza, de 24 años de edad, ha sido siempre fiel a sus metas, la última la consiguió en el pasado ciclo escolar: se graduó de licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) como uno de los más destacados de su generación y con un promedio de 9.45, uno de los más altos de su generación.
Pero Facundo sabe que este no es el fin del camino, pues reconoce que está lleno de retos; uno de ellos es seguir estudiando y especializarse en materia penal y derechos humanos, a fin de poder asesorar y ayudar a los integrantes de su comunidad.
“He tenido la espinita de hacer algo por los pueblos indígenas que siempre han estado en el olvido y padeciendo injusticias”, afirma el joven a EL UNIVERSAL, durante un recorrido por su alma máter.
Sin embargo, el joven huichol también busca cumplir otro sueño que lo ha motivado durante toda su etapa como estudiante: buscar un trabajo para ayudar a sus padres y poder comprarles una casita, ya que desde que se asentaron de la comunidad de Puebla del Palmar —en el municipio de Fresnillo— han vivido en cuartitos prestados. “Eso sería una forma de regresarles algo de lo mucho que ellos me han dado a mí”, afirma el recién graduado.
Buena fortuna
Ahora, parece que este joven wixárica trae estrella, porque desde que se difundió su graduación comenzaron a lloverle ofertas, tanto académicas como laborales.
Una es para que continúe estudiando en la maestría de Ciencias Jurídico Penales en la misma universidad; otra le ofrece la posibilidad de que cuando tenga su cédula podría trabajar en la Fiscalía General de Justicia de Zacatecas y, una más, hasta busca postularlo en los próximos comicios locales o federales de 2021.
Mientras EL UNIVERSAL realizaba esta entrevista, al lugar arribó Mónica Mondragón, representante de la Gubernatura Indígena Nacional en Zacatecas, quien buscaba contactar a Facundo.
Mondragón le propuso al joven universitario representar a estos pueblos de usos y costumbres en 2021, en los próximos comicios. Explicó que antes se decía que en el estado no había indígenas, pero se ha demostrado que por la migración han llegado más de 10 mil a la entidad, de origen wixárica, otomí, náhuatl, zapoteco y tepehuano.
Esta cifra, asegura la mujer, obligaría a que se reconozca el derecho de los indígenas a ser votados por usos y costumbres, y con eso podrían ocupar regidurías, diputaciones locales y federales en las próximas elecciones intermedias.
Alumno destacado
Juan Carlos Guerrero, director de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ, afirma que desde que Facundo ingresó a estudiar la carrera se le identificó por su etnia y por su alto promedio; por ello, ahora que ha egresado se le están otorgando facilidades para que continúe estudiando la maestría. Sin embargo, el académico abunda que a la par de que terminó sus estudios, Facundo recibió varias ofertas laborales hecha por despachos jurídicos. Una de las opciones más atractivas para el joven huichol es la que le ofreció Francisco Murillo Ruiseco, fiscal general de Justicia de Zacatecas —quien también es docente de la UAZ— para laborar en la dependencia.
Guerrero asevera que la Unidad de Derecho tienen identificados a otros indígenas que están en la carrera. Uno de ellos es wixárica y otros cinco son de origen náhuatl de la Huasteca veracruzana; entre ellos, destaca una joven de nombre Marcela de la Cruz, de 23 años de edad, quien también tiene un alto promedio y hace traducciones en el Tribunal Superior de Justicia del estado.
Familia de trabajo
Facundo relata que sus padres Rosalío González Valdés, de 56 años, y su mamá María Guadalupe Reza Montes, de 54, son originarios de la comunidad de Santa Catarina, en el municipio de Mezquitic, Jalisco.
Hace más de 20 años decidieron emigrar con sus hijos a los campos jornaleros de Fresnillo, Zacatecas, donde después de un tiempo su papá logró ser cuidador de un rancho ganadero de la familia Monreal Ávila —en la comunidad de Puebla del Palmar—. Ahí habitan actualmente en una vivienda que tiene tres cuartitos pintados con cal.
El universitario es el cuarto de ocho hermanos —cinco mujeres y tres hombres—. La mayoría de los hermanos sólo logró sacar estudios de primaria y secundaria por la precaria situación económica, pero sus padres siempre tuvieron la idea de que siguieran estudiando los que pudieran; por eso, Facundo decidió no fallarles y aprovechar la oportunidad que le dieron en su casa.
“Mis papás siempre querían que estudiáramos, pero por la situación económica no se podía, poco a poco mis hermanos iban desertando; ya sólo quedaba yo y no podía quedarles mal; sentía que debía dar frutos a ese sacrificio de ellos por darnos educación. Aparte, también siempre he tenido ese sueño de ser alguien en la vida y ayudarlos”.
El joven recuerda que para ayudar a su familia, además de trabajar como jornalero durante muchos años, cuando ingresó a la preparatoria consiguió una beca como instructor del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe). Después, en la universidad, logró un espacio en la zona turística de Plateros, donde los fines de semana acudía a vender artesanías huicholas que le permitieron sacar sus estudios en la Unidad de Derecho, ubicada en Fresnillo.
De niño, recuerda Facundo, no entendía por qué sus compañeros de primaria le hacían bullying por ser de origen huichol, pero afirma que siempre se ha sentido orgulloso de su origen.
“La discriminación la he vivido. En la primaria la sufrí cuando empecé a estudiar. Yo no entendía por qué se burlaban cuando me decían huichol, porque para mí eso no era una ofensa, yo siempre resalté que sí, que yo era indígena y lo seguiré diciendo siempre”.
Comenta que con sus padres se sigue comunicando en su lengua nativa, pero ahora también está aprendiendo a escribir y leer wixárica, incluso, asegura que cuando tenga hijos les inculcará que conozcan y hablen su idioma étnico para evitar que se extinga.