Huixtla.—“No era necesaria la violencia, nosotros no íbamos a correr y no íbamos a hacer nada porque estábamos con niños”, denuncia Alejandra Gutiérrez, migrante venezolana que perdió a uno de sus cuatro hijos durante el operativo que realizaron la madrugada de ayer, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional (GN) para desmantelar la cuarta caravana que salió el sábado de Tapachula.
Alejandra dijo que viajaba con su esposo, cuatro hijos —de 13, cinco, tres y un año de edad—, su madre y hermana; responsabilizó a los agentes del INM de haber perdido a Alexi, de tres años.
Relató que, junto con su familia, se separó de la caravana durante el operativo y se resguardaron para evitar los golpes y entregarse de forma voluntaria, pero una agente migratoria —de cabello amarillo y gorda, describió—, tiró al piso a su hija de 13 años, que llevaba al niño más chico.
“Yo tenía a mis dos niñas agarradas, la de cinco y la de tres años, y a mí me agarraron [los de migración] por una mano y me hicieron que la soltara. Les gritaba que me dejaran agarrar a mi niña y no me dejaron”, narra entre el llanto y desesperación de no saber qué pasó con su hija.
La familia se entregó para volver a Tapachula y buscar a la pequeña Alexi, pero hasta ayer por la tarde no la habían localizado.
Su caso no fue el único. El llanto de los niños y los gritos de las madres fueron constantes.
Eran las 5:30 de la mañana y los integrantes de la cuarta caravana migrante, que pasaron la noche bajo el techo de la cancha de basquetbol de Huixtla, se preparaban para continuar su camino hacia el norte cuando fueron sorpren didos por unos 300 elementos del INM y la GN.
Los antimotines hicieron vallas con sus escudos y rodearon a los migrantes, entre hombres, mujeres con niños o embarazadas. Ninguno escapó de los jalones, empujones y golpes.
En medio del caos, unos 300 migrantes huyeron hacia el río Huixtla, las vías del ferrocarril y la zona montañosa, hasta donde fueron perseguidos. Al menos 200 migrantes fueron detenidos y varias familias se entregaron.
Una hora después, unos 300 migrantes lograron reagruparse y se enfrentaron con piedras y palos con agentes migratorios y la Guardia Nacional, tres de estos últimos resultaron heridos.
Cuando se retiraron las fuerzas federales, unos 60 extranjeros se refugiaron en la iglesia San Francisco de Asís, donde el párroco Heyman Vázquez Medina les ofreció alimento.
“Lamentablemente, creo que con estos operativos estamos volviendo a ese trato cruel e inhumano que se le daba a los migrantes en los años 2003 a 2010, porque con la Ley de Migración como que avanzamos un poquito en el respeto a los derechos humanos de los migrantes, pero actualmente estamos retrocediendo nuevamente en vez de ir avanzando”, aseveró el sacerdote Vázquez Medina, fundador del albergue para migrantes del municipio de Arriaga.
“Nuestro presidente es necio y él siempre maneja un discurso de que las cosas han cambiado, que la Guardia Nacional son honrados. Yo creo que sí ha de haber honrados, pero también debe de reconocer que hay muchos elementos que no son honrados, que son corruptos, y especialmente el Instituto Nacional de Migración, que están reprobado”, señaló el sacerdote.