Fresnillo, Zacatecas

Todo el año lo visitan, pero la gran fiesta en honor del Santo Niño de Atocha se celebró este 25 de diciembre. No se sabe con precisión cómo se propagó esa gran devoción, pero se le considera patrono de los prisioneros, mineros y migrantes, incluso hay políticos que afirman que les ha concedido la gracia de sus cargos.

El santuario del Santo Niño de Atocha, ubicado en la comunidad de Plateros, en el municipio de Fresnillo, se encuentra entre los tres más visitados a nivel nacional y destaca por sus pasillos tapizados de miles de exvotos y retablos que datan de hace varios siglos, los cuales se han sometido a un proceso de conservación y restauración para evitar su destrucción.

A un costado del templo se pueden apreciar paredes y techumbres saturadas con retablos antiquísimos como una galería de pequeñas obras de arte elaboradas por los propios fieles, quienes han plasmado sus historias en cuadros que miden 20 por 30 centímetros pintados sobre láminas, madera o en papel.
Además de los miles de “milagritos” que cada año se reciben, incluso, las religiosas de las Clarisas Capuchinas optaron por recopilarlos y elaborar retablos con paisajes bíblicos, en donde llegaron a utilizar hasta 33 mil piezas en una sola obra, mismas que se exhiben en la Casa del Peregrino, según informó Jesús Saénz Rodríguez, cronista de Plateros.
En el patio interior de la iglesia se encuentra un pedestal de cantera rosa con una urna de vidrio que exhibe una piedra con una placa fechada el 15 de junio de 1790. Se presume que fue el primer exvoto recibido de un hombre que cargó dicha roca en la cabeza como muestra de arrepentimiento por cometer un crimen con ella.

Esa ofrenda fue en honor al entonces Señor de los Plateros y hasta 1892 apareció documentada la devoción al Santo Niño de Santa María de Atocha. Sin embargo, Jessica Sánchez Tobías, restauradora del Instituto Nacional de Arte e Historia (INAH) en Zacatecas, asegura que entre las vigas del santuario encontró un retablo de 1849.

De acuerdo con Sánchez Tobías, no se tiene claro cuántos retablos son en total, porque explica que ella ha dado tratamiento hasta ahora a 560.

Imágenes peculiares

Dentro de ese mundo de exvotos hay uno sui géneris que se conserva, se custodia celosamente y no se tiene expuesto al público, pero que fue mostrado a EL UNIVERSAL: una ofrenda recibida en 1912 por parte del revolucionario Pancho Villa.

Se trata de un pequeño sombrero de charro de lujo fabricado de fieltro en color azul-gris, cocido a máquina y bordado a mano con hilo de canutillo de oro, así como una carrillera de cuero con 61 cartuchos.

Jesús Sáenz Rodríguez, cronista de Plateros, asegura que estas insignias se le colocaron al Santo Niño en los festejos del Centenario de la Revolución en 2010.

Otro retablo que está en exhibición es el de un prisionero que escenificó su celda con él adentro y dibujó a cada uno de sus familiares que esperaban su salida.

También se encuentran retablos de ex combatientes de guerra, hasta de narcotraficantes y en la última década se leían agradecimientos de personas que fueron víctimas de secuestros, pero la mayoría de las ofrendas son de casos de salud.

Los fieles

Uno de los migrantes que cada año acude al santuario del Niño de Atocha es José Valenzuela, quien hace 34 años se fue a Estados Unidos, donde se casó con una mexicana originaria de Tijuana y tiene tres hijos a quienes lleva a Plateros para inculcarles sus raíces mexicanas y su devoción.

Sin embargo, uno de los políticos que cada fin de año asiste a la “misa de gallo” a ese lugar es Saúl Monreal Ávila, actual alcalde de Fresnillo.

El político asegura que acudir con el Niño de Atocha es “un acto de fe” y desde pequeño su padre le inculcó esa devoción a él y sus 13 hermanos, entre los que está el ex gobernador de la entidad y actual senador de Morena Ricardo Monreal Ávila.

“Nos ha dado grandes bendiciones. Todo se lo debo y se lo debemos a él. El Santo Niño ha hecho alcaldes y gobernadores”, dice el edil.

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