Taxco.— Camila "N" era amiga de la hija de Ana Rosa Aguilar Díaz, la presunta responsable de su muerte, pero no sólo eso: la quería y también a Ana Rosa, asegura su madre, Margarita Ortega.
“No era la primera vez que iba a jugar con la niña, incluso también fue a mi casa muchas veces. Mi niña la quería. Su único pecado de mi niña fue querer demasiado a esa niña, y a la mamá [Ana Rosa], porque hasta a la mamá la quería mucho. Confié en las personas equivocadas, porque me dieron una cara equivocada también a mí”, relata Margarita.
Esta es la versión que sostiene la familia de Camila: A las 13:00 horas del miércoles, Camila llegó a la casa de Ana Rosa, lo hizo porque la invitaron a jugar en una alberca inflable. Entre la casa de Camila y Ana Rosa la separan unos 200 metros, una está en un callejón y la otra está en el callejón paralelo, en el barrio Florida, en Taxco.
A las 16:00 horas, Margarita habló por teléfono con Ana Rosa para avisarle que iba a ir por Camila. Ana Rosa le respondió que la niña no había ido a la casa.
“No es mi culpa, yo siempre he tenido cuidado a mi hija, y no es sólo una, tengo tres; yo estuve al pendiente de ellas y la gente que me conoce, lo sabe”, asegura Margarita, para atajar la acusación que hizo el director de la Policía Municipal de Taxco, Doroteo Eugenio Vázquez.
La familia de Camila se alertó, comenzó a buscarla en el perímetro, casi al mismo tiempo, Margarita comenzó a recibir llamadas telefónicas de números desconocidos pidiendo 250 mil pesos por la liberación de su hija. Fue hasta que una vecina les dio los videos de las cámaras de su casa. Ahí se ve que Camila sí llegó a la casa de Ana Rosa y en otros dos se ve cómo Ana Rosa y otro hombre, identificado como José Ricardo Amado Gaytán, bajaron del callejón Florida con un bote con ropa y una bolsa negra de plástico hasta la avenida Los Plateros, echan los bultos a la cajuela de un taxi y se van en él.
La familia intentó presentar la denuncia en la agencia del Ministerio Público de Taxco, pero no se la tomaron, tuvieron que ir a Iguala. Inició la operación de búsqueda de Camila y detuvieron a José Ricardo, quien manejó el taxi.
José Ricardo confesó el lugar donde fueron a dejar el cadáver de Camila. Este sábado, la fiscalía informó que un juez lo vinculó a proceso por el delito de feminicidio.
César Gómez, hermano del padre de Camila, contó que la niña murió por asfixia por estrangulamiento. Explicó que de acuerdo con el informe pericial que les entregó la Fiscalía General del Estado (FGE), cuando identificaron el cadáver de Camila, alrededor de las 4:00 horas del jueves, la niña tenía 14 horas de haber sido asesinada.
El tío calculó: “Si cuando nos avisaron del hallazgo del cuerpo tenía 14 horas de haber sido asesinada, a Camila la mataron una hora después de que llegó a la casa de su amiguita [la hija de Ana Rosa]”.
“Ninguna niña merece eso; ninguna niña merece que le corten sus sueños; ninguna familia merece que la destruyan, como destruyeron la mía. Mataron a mi niña, pero también mataron parte de mí; yo sé que mi vida nunca va a ser la misma”, lamenta la madre.
Se desata la violencia
Tras saberse del hallazgo del cadáver de Camila, familiares, amigos y vecinos de la niña realizaron un bloqueo en la avenida Los Plateros y cercaron la casa de Ana Rosa para evitar que se escapara. Desde el primer momento, Margarita exigió que el MP detuviera a Ana Rosa y a sus hijos.
La orden de aprehensión nunca llegó. A las 13:00 horas del jueves, la indignación y la rabia explotaron. La turba quitó el raquítico cerco que habían montado los policías estatales; luego tumbaron la puerta y sacaron a Ana Rosa y a sus dos hijos, Alfredo y Alejandro Estrada Aguilar.
Los golpearon con brutalidad, sin piedad. Los arrastraron por las escaleras que dan a la casa de Ana Rosa. Los bajaron a la avenida Los Plateros y ahí los siguieron golpeando. Todo a la vista de militares y policías que no movieron un dedo.
En un descuido de la turba, los policías y militares rescataron a Alfredo y Alejandro, aunque la gente siguió golpeando a Ana Rosa. Unos policías municipales la subieron a una patrulla, pero la turba la bajó y la siguió golpeando.
Después de casi 15 minutos de golpes, los policías municipales se la llevaron. Ana Rosa murió cuando apenas llegaban a la agencia del MP. Sus hijos, Alfredo y Alejandro, son reportados por el gobierno del estado como graves, pero estables, y siguen internados en un hospital.
“Lo que pasó con la señora Ana, no estuvo en mis manos, la gente ya estaba cansada, tenían una noche sin dormir y parte de la tarde también. Yo ni siquiera estaba ahí. No era lo que quería; yo la quería viva, para que sufra el mismo tiempo que voy a sufrir, pero ella pudriéndose en la cárcel por lo que le hizo a una niña, a una niña que lo único que hacía era querer a su hija”, se deslinda Margarita del linchamiento.
Al mediodía del jueves, cuando la gente ya había intentado sacar a Ana Rosa y a sus hijos, Margarita trató de calmar los ánimos. Mientras ella estaba en el MP, una amiga dio un mensaje a las personas que permanecían en el bloqueo, les dijo, de parte de la madre de Camila, que tuvieran paciencia, que la orden de aprehensión estaba por salir, que sólo faltaba terminar con una declaración, y nunca salió. La FGE informó que también investiga la muerte de Ana Rosa como homicidio calificado.
Violencia en Taxco
La tragedia como la de Camila no es nueva en Taxco, menos en el país. En 2019, a la nutrióloga Magdalena Aguilar Romero, su exesposo la privó de su libertad, luego la asesinó, la desmembró y la metió en ollas. El caso de Magdalena horrorizó a Taxco.
Este año la violencia ha azotado sin clemencia a Taxco. En enero la ciudad se paralizó, todos los choferes de taxis y combis pararon tras el asesinato de uno de sus compañeros, pero desde antes, los choferes eran acosados, amenazados y extorsionados por la organización criminal La Familia Michoacana.
Luego, a mediados de febrero, un grupo armado atacó al alcalde de Taxco, Mario Figueroa Mundo; salió ileso. La ciudad desde antes ya estaba metida en una crisis; en diciembre hombres armados se llevaron del basurero municipal a 12 personas, cuatro fueron liberadas y del resto no se sabe nada. En noviembre pasado, privaron de su libertad a tres reporteros, luego los liberaron.
La ciudad fue sumida en la violencia, el miedo y el silencio.