Zacatecas.— El cobro de piso y la extorsión que aplican las células del crimen organizado en Zacatecas sería hablar de una narcoeconomía, al obligar al pago de impuestos ilegales, que ya no sólo está dirigido a las grandes empresas, sino que alcanza a los pequeños y medianos negocios. De no parar esta situación se irá “a una ruta de extinción de los procesos económicos formales y a un desarrollo perverso, porque sería un dinamismo económico basado en la economía del crimen”, advierte el investigador académico Édgar Záyago Lau, director de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo en la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Recientemente, este preocupante escenario lo reveló públicamente el propio obispo de Zacatecas, Sigfredo Noriega Barceló, en una conferencia, al exponer que durante una visita pastoral a las parroquias del municipio de Fresnillo se enteró de que los desplazamientos forzados ya no sólo ocurren en las comunidades de las sierras de Jerez, donde se han asentado los cárteles, sino que ahora este fenómeno también está en la ciudad, debido al cobro de piso que los criminales han impuesto a los comercios.
Lamentó esa realidad de que otro poder aplique impuestos con el cobro de piso y que la gente se cambie de colonia o se vaya a otros lugares “porque si no pagan el cobro de piso les queman la casa y no hay autoridad que pueda poner orden”, dijo el prelado.
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Este problema no es exclusivo de Fresnillo, otros municipios, como Guadalupe, empiezan a ver la misma problemática.
Los testimonios
EL UNIVERSAL logró obtener varios testimonios de víctimas que han vivido de cerca las extorsiones o el cobro de piso por parte de los grupos delictivos, quienes omitieron sus nombres por razones de seguridad, pero confirman que el fenómeno se recrudeció desde hace más de un año, porque los cobros se extendieron a tiendas de abarrotes, loncherías, vulcanizadoras, talleres mecánicos y locales de diversos giros.
Uno de los testimonios indica que una lonchería que frecuentaba el informante cerró y luego, al paso de los meses, se encontró al dueño con un negocio de comida ambulante. El hombre le comentó que debió cerrar, pero ante la necesidad de subsistir tuvo que trabajar de forma itinerante para no ser localizable en un puesto fijo: “Los hombres malos nos llegaron a pedir cuota”, dijo. Esa misma situación ocurrió con algunas tiendas de abarrotes. Incluso, refieren los testimonios que algunas optaron por cerrar temporalmente porque aparte de las cuotas que los criminales querían imponer, casi querían controlar la venta de determinadas marcas de cigarros y eso les dio mayor temor.
De acuerdo con los relatos, el cobro de piso en muchos de los comercios medianos y pequeños comenzó desde hace más de un año. Consideran que quizá había varias listas de diferentes giros. En algunos se les cobraba entre 3 mil y 5 mil pesos; a otros, quizá medianos, podía oscilar entre 5 mil, 10 mil o 15 mil pesos, así que sólo había dos opciones: pagar o huir.
Una de las víctimas refiere que casi un año estuvo pagando cuota. Al principio pensó que se trataba de una extorsión foránea, porque fue por medio de llamadas telefónicas. Por eso no contestaba números que no conocía, pero luego ya le llegaron mensajes a su celular con muchos detalles de su negocio y le tomó seriedad. Al principio le pidieron 30 mil pesos, luego 15 mil, pero al exponer que sus ventas no le permitían esa cantidad, le fijaron una cuota de 5 mil.
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Sin mencionar detalles, dijo que algunas veces debía dejar el dinero en los centros comerciales, pero hace como medio año, se supo que secuestraron a una persona. La novedad fue que la víctima fue liberada y surgió el rumor de que ese acto lo cometió un nuevo cártel que había llegado a Fresnillo. Entonces comenzó a circular una nueva amenaza o advertencia a los comerciantes, de que ya no pagaran piso al grupo delictivo antagónico.
Luego vieron que comenzaron las matanzas entre ambos cárteles (Sinaloa y Jalisco Nueva Generación), situación que los puso en mayor incertidumbre porque ahora no sabían si pagar o no la cuota. Muchos de ellos dejaron de pagarla, detalla otro, pero también la pugna encarnizada entre ambos grupos delictivos ha generado que, al menos en el gremio de los talleres mecánicos, las ventas cayeran 60% en este año porque se conoce que muchos de los clientes que tenían huyeron a estados vecinos.
“Por el lado que se quiera ver está difícil, porque estando aquí uno o más cárteles, la población es la que está en riesgo y en medio de sus pugnas. Yo estuve a punto también de irme de Fresnillo, pero al reflexionar yo pienso que no tengo que huir porque yo no soy criminal. Yo no le debo nada nadie, pero lo que sí me ha afectado es tener mucho estrés, me salían alergias, se me subía la presión, tenía insomnio. Es vivir con incertidumbre, porque uno tiene familia”, expone otras víctima que dio su testimonio.
Reconocen que no se atreven a denunciar porque no saben si luego las represalias serán mayores o peor aún, que “las autoridades pudieran estar coludidas, porque ni modo que no se enteren. Si los dejan que hagan lo que quieran, más bien pareciera que vivimos en un narcoestado”.
Crisis inflacionaria y delincuencia
En entrevista con EL UNIVERSAL, el investigador y economista Édgar Záyago, de entrada, menciona que en la coyuntura a nivel macro hay una crisis inflacionaria por la falta de dinamismo económico y escasez de materias primas por la guerra entre Rusia y Ucrania, que hace que haya menos ganancias en todo el comercio formal e informal.
En medio de este panorama entra la narcoeconomía con la delincuencia organizada y los cárteles que se dedican a la diversificación de actividades ilícitas con las transacciones del trasiego de droga, venta de armas y trata de personas, entre otras. Mientras, a nivel micro o local, las células delictivas entran con actividades de halconería y cobro de piso, al punto de establecerlo como un impuesto que sólo vuelve más vulnerable a la sociedad.
El investigador menciona que los delincuentes, al ver mermadas sus ganancias, aplican la narcoeconomía para buscar incrementar sus ingresos; en el caso de Fresnillo y de la entidad, las grandes empresas están dentro del sector minero, pero como también se trata de células delictivas se va contra el comercio mediano y pequeño para un mejor control, porque la extorsión y cobro de piso no implica grandes logísticas estratégicas ni planeación o uso de recursos. En este sentido, resulta fácil de ejecutar esa actividad, al no implicar altos costos logísticos y operativos, lo que permite su expansión.
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Comenta que el cobro de piso puede ser de entre 3 mil y 5 mil pesos, pero eso es una ruta a la quiebra, “porque el método al que recurren los pequeños negocios es hacerse más pequeños para sobrevivir. Es un proceso lacerante que va terminando con la actividad comercial que de por sí en Zacatecas está deprimida”, advierte el especialista.
Subraya que quizá el cobro de piso dependa o no directamente de los grandes cárteles que están en la entidad, lo que deja ver que estos tampoco pueden controlar a las células delictivas con las que tienen alianzas o las más pequeñas que les trabajan en lo local, pero que se integran a un círculo vicioso del crimen difícil de romper, porque todo conlleva al exterminio de los derechos de la ciudadanía.
En conclusión, Édgar Záyago considera que “existe un dinamismo económico basado en la economía del crimen que se va generalizado y tiene un efecto pinza” porque, por un lado, asfixia al comercio legal, ya que la tasa impositiva del cobro de derecho de piso no es como la tasa impositiva legal, donde las instituciones tienen estipulaciones en normas y leyes, basados en un porcentaje en función de las ganancias. En cambio, dice, los impuestos por el crimen “no tienen reglas ni tiempos” y cobran por encima de los ingresos que tengan los negocios y quedan atrapados o huyen a otros lugares.
Además de señalar que todo esto ocurre por la ausencia del Estado que no garantiza una expansión de la economía formal ni tampoco los principios más básicos de seguridad y protección jurídica, advierte que de seguir este fenómeno “se ve un panorama complicado y no se augura que la economía se lleve a un buen puerto”.
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