Guadalajara.— Antonio, de 17 años de edad, desapareció en Guadalajara el 2 de octubre de 2017, y una semana después fue rescatado de una finca en Puerto Vallarta, donde estaba retenido contra su voluntad junto a otras cinco personas que esperaban ser trasladadas a un lugar “en el cerro”, donde serían entrenadas para convertirse en sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Desde hace años, la fiscalía de Jalisco ha detectado que este cártel utiliza Facebook y Twitter para enganchar a jóvenes a través de falsas ofertas de empleo y después obligarlos a integrarse al grupo criminal; aunque la dependencia estatal advierte sobre este tipo de anuncios a través de publicaciones en esas redes sociales, no hay abierta ninguna carpeta de investigación.
Además, la fiscalía sólo advierte de los anuncios que ofrecen plazas como guardias de seguridad o escoltas; sin embargo, deja de lado aquellos en los que las supuestas ofertas de trabajo son para ayudantes, cargadores, meseros, choferes, jornaleros, o incluso, para sólo ir a divertirse unos días a algún destino turístico.
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Tras el rescate de Antonio, la fiscalía arrestó a 19 sujetos, de los cuales 14 fueron sentenciados a cuatro años de prisión por desaparición cometida por particulares; de los expedientes de esas sentencias se reconstruye el siguiente relato.
El caso de Antonio
La tarde del 29 de septiembre de 2017, Antonio (nombre falso por seguridad) encontró una oferta de trabajo en Facebook, y aunque el número telefónico era de Veracruz, llamó para ver de qué se trataba; el hombre que contestó le preguntó en dónde vivía, y al saber que estaba en Guadalajara, le dijo que la empresa tenía gente en esa ciudad y alguien le llamaría.
Minutos después timbró su teléfono, era un número de Guadalajara. El hombre que hablaba le preguntó si quería trabajar; “sí”, respondió Antonio y su interlocutor le dijo que alguien más se comunicaría para decirle lo que tenía que hacer.
La siguiente llamada lo hizo dudar y lo asustó: “Qué onda, cabrón, arregla tus cosas que ya voy a pasar por ti”, le dijo un sujeto; “espérate, primero dime de qué se trata el trabajo y ya vemos”, respondió Antonio; “ya voy por ti, tú dijiste que sí querías el trabajo”, insistió el hombre y colgó.
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Tres horas después le volvieron a llamar: “Ya estoy afuera de tu casa, salte con tus cosas, estamos en un carro Ford Figo en la esquina de tu casa, frente a la fonda”; Antonio no les había dado su dirección y aunque tuvo miedo decidió salir para ver si era verdad: se puso unos audífonos y rodeó la cuadra para tratar de pasar desapercibido, vio el auto y dos sujetos dentro, quiso pasar de largo, pero uno de ellos le gritó por su nombre, él se paralizó, el sujeto le ordenó que se acercara, se presentó y le dijo que la empresa estaba en Puerto Vallarta, que lo llevarían ahí y le pagarían 4 mil pesos por semana.
Antonio intentó ganar tiempo, aceptó ir, pero argumentó que el fin de semana era cumpleaños de su abuelo y quería pasarlo con él, que regresaran el lunes, y los sujetos accedieron; aunque estaba asustado, no mencionó nada a su familia y el 2 de octubre llegó la llamada que le ordenaba salir de la casa y subir al auto.
Buscó terminar con el asunto. Intentó zafarse: “Compa, ya ando viendo lo de un trabajo que me pagan mejor, yo lo dejo por la paz con ustedes”, pero la respuesta que recibió lo obligó a subirse al carro sin decirle nada a nadie: “Mira, mi cabrón, nosotros somos del Jalisco Nueva Generación y no andamos con mamadas, tú vas para la escuela de sicarios, así que súbete, si no, voy a regresar y voy a levantarte a ti y a huevo te voy a llevar, y a toda tu familia la voy a matar”.
Lo llevaron junto con otro joven a la estación de autobuses, les compraron los pasajes a Puerto Vallarta, les dijeron que estaban vigilados, que avisaran al llegar para decirles qué hacer, y así ocurrió. De noche, en Puerto Vallarta, les ordenaron comunicarse a otro número y quien contestó les dijo que ya los esperaba, que salieran a la calle y subieran a la Jeep que estaba afuera.
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Fueron trasladados a una finca del fraccionamiento Lisboa, donde hay pocas casas alrededor, ahí los recibió un hombre que les quitó sus teléfonos y les dijo las reglas: “No robar, no pelear, no drogarse y no entrar a las habitaciones cerradas, por su seguridad no pueden salir de la casa”; les dieron de cenar y les ordenaron dormir en el suelo.
Según declaró Antonio, al día siguiente llegaron otras 17 personas entre los que había expolicías, adictos y ladrones; ese mismo día, en Guadalajara, su madre denunció su desaparición.
“En cuanto junten 30 se van al cerro”
Hugo, Hernán y Héctor son originarios de Manzanillo, Colima, y en Facebook vieron un anuncio con una oferta para cargadores en Puerto Vallarta. Llamaron y un hombre les ofreció 4 mil pesos a la semana, hospedaje y alimentación incluidos, sólo debían llegar a Puerto Vallarta.
Llegaron la madrugada del 7 de octubre y los llevaron a la finca del fraccionamiento Lisboa.
Héctor preguntó al encargado de la casa sobre el trabajo: “Nos dijo que íbamos a estar ahí hasta que se completaran 30 personas para ir a un entrenamiento militarizado de defensa personal y uso de armas para trabajar de pistoleros para un cártel, nos dijo que no hiciéramos preguntas... que la única forma de salir era con los pies por delante, muertos”.
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Dijo que desde entonces, los tres pasaron las horas pensando en cómo escapar.
El rescate
Antes de la desaparición de Antonio, un informante de la fiscalía de Jalisco había aportado datos de cómo el CJNG estaba reclutando personas para entrenarlas y dio tres posibles ubicaciones en Puerto Vallarta; habían pasado apenas unos meses de los operativos con los que la fiscalía estatal desmanteló varios campamentos de entrenamiento en la zona serrana del municipio de Tala, donde también rescató a personas reclutadas por la fuerza.
A las 14:15 horas del 10 de octubre, agentes de la fiscalía llegaron a la finca del fraccionamiento Lisboa. Llamaron a la puerta y uno de los encargados de la casa abrió, preguntaron por Antonio, dijeron que tenían información de que podía estar ahí; uno de los agentes se percató de que en el interior había varios hombres y preguntó qué ocurría y el sujeto de la puerta dijo que todos se habían conocido por Facebook y se habían puesto de acuerdo para rentar la casa y pasar unos días en la playa.
Cuando Hugo, Hernán y Héctor vieron a la policía, tomaron la decisión de escapar, se acercaron a la puerta y salieron corriendo para pedir auxilio; los agentes intervinieron y arrestaron a 19 personas y los liberaron a ellos tres, a Antonio y a otros dos jóvenes que dijeron estar ahí por la fuerza.
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De los 19 detenidos, 14 se sometieron a un juicio abreviado y fueron condenados a cuatro años de prisión que se cumplen en octubre próximo, del resto no hay información.