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La primera vez que se usó el misoprostol para abortar en Latinoamérica fue en Brasil en 1989. El medicamento fue creado originalmente para tratar úlceras gástricas. A 31 años de ese momento, una red de mujeres en Sinaloa lo sigue distribuyendo, a como dé lugar, para interrumpir embarazos, debido a que el estado ha negado este derecho a mujeres y niñas.
Abortar en Sinaloa sigue siendo un delito que se castiga hasta con tres años de prisión.
Las abortistas de Sinaloa son en su mayoría un grupo de amigas de municipios como Ahome, Culiacán y Mazatlán que han aprendido el Manual de práctica clínica para unaborto seguro, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para acompañar abortos con medicamento.
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Por experiencias propias y contextos familiares o sociales se han rebelado a las autoridades legislativas y médicas la negativa de algunas farmacias de venderles el medicamento.
Su alternativa ha sido mandar a amigos varones a comprarlo o trasladarlo de otras ciudades del país por paquetería con tal de poder ayudar a otras mujeres.
Por esta labor no reciben un solo peso, algunas ponen dinero propio, y otras deciden permanecer en el anonimato.
Lo que hace el misoprostol es generar contracciones hasta expulsar el embrión y el saco gestacional. Es un procedimiento publicado por la OMS, disponible para consulta y avalado para realizarse en casa si se tiene un embarazo menor a nueve semanas.
Si se usa sola, el misoprostol tiene una efectividad hasta de 85%. El procedimiento se ha documentado por diversas publicaciones científicas, como la revista Lancet, desde principios de los 90, cuando las mujeres brasileñas comenzaron a usarlo.
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ILE Sinaloa
Korina ingresó al feminismo gracias a un grupo de mujeres que conoció en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), y con quienes hoy conforma la red Interrupción Legal del Embarazo Sinaloa. Juntas han iniciado una lucha por legalizar la interrupción de la gestación en una de las 18 entidades que protegen la vida desde la concepción.
Ellas afirman públicamente su labor. Para Korina esta actividad es tan importante que ya no ve su vida sin estos acompañamientos. Atribuyen todo su conocimiento a la organización Las Libres de Guanajuato, pionera en el acompañamiento de abortos en México desde hace 20 años.
De las mujeres que acompañan no guardan ni revelan datos personales, sólo que han sido desde niñas de 14 años hasta mujeres de 42 años, todas de diversas clases sociales.
En Culiacán, las mujeres de ILE Sinaloa consiguen el misoprostol en una farmacia de genéricos frente a la catedral.
“Siempre llegamos y decimos: ‘¿Me das una caja de miso?’, y te la dan. Ya somos clientas frecuentes de la tienda, no nos dicen nada ni nos ven feo porque es una compra frecuente, es mucho más fácil en Similares que en ninguna otra farmacia”, añadió.
Entre la centena de casos que ha acompañado, Korina no ha tenido contratiempos y recuerda algunas anécdotas, como la de una pareja de cristianos que no quería tener hijos.
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“Me citaron en su casa, estuve ahí, me dijeron que no sabían y yo les dije: ‘Como tú quieras, yo no te voy a obligar’, me respondió: ‘¿Puedo llorar?’ y lloramos juntas. Ahí me quedé, le dije: ‘Te vas a tomar cuatro pastillas y vamos a esperar cuatro horas, y luego otras cuatro, como a las 2 de la mañana salió el embrión y el saco [gestacional]”, detalló.
Lo más complicado de esta labor, afirmó, es la parte emocional y la culpa que acompaña a muchas de estas mujeres.
“Traen muchos prejuicios sobre que el aborto es pecado y asesinato. Hacerlas ver que es su derecho es bien difícil. Yo no las dejo hasta que me dicen: ‘Ya me llegó la regla del otro mes’”, expresó.
Antes y después de cada acompañamiento, les pide a las mujeres que se hagan ultrasonidos y de esa forma se aseguran, primero, de que el embarazo no sea ectópico y pase de las seis o siete semanas y, después, de que ya no quede ningún rastro del embrión.
Única en Los Mochis
Ximena es de Los Mochis, municipio de Ahome, tiene 19 años y afirma ser la única mujer que acompaña abortos en la ciudad.
La estudiante comenzó esta práctica a inicios de este año, después de que las mujeres de Culiacán, entre ellas Korina, le enseñaran cómo hacerlo. Lleva al menos ocho casos presenciales y cinco por WhatsApp.
Casi todas han sido amigas suyas o conocidas. Así es como las mujeres de Los Mochis han descubierto las trabas que las farmacias han puesto para adquirir misoprostol, para el que no se requiere receta.
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“Te ven morra y te dicen: ‘No lo vendemos’, es algo especfício que a las morras no lo venden, he ido yo o amigas y en distintos contextos te dicen que no. Tenemos que mandar a los vatos a que consigan el miso, a ellos como si nada”, dijo la joven.
En nueve meses ha tenido una sola complicación. Fue una mujer que pese a haber seguido el protocolo al pie de la letra, no registró un sangrado abundante.
“Ella sintió coágulos, entonces platicamos con las morras [acompañantes] y pensamos que lo más seguro es que sí había salido, [pero] cuando hicimos el ultrasonido nos dimos cuenta que no, había quedado el saco gestacional dentro, entonces íbamos a repetir la dosis”, explicó.
Afortunadamente, dijo, al paso de los días la mujer expulsó el saco sin más medicamento.
“¿Miedo? Al Estado no le tengo miedo, miedo a que se nos mueran morras o que las encarcelen por decidir sobre su propio cuerpo”, aseguró.
Las Perlas del Pacífico
Kassandra es cajera de un bufete de comida china y Annie es enfermera privada. Ambas forman parte del colectivo feminista Las Perlas del Pacífico, de Mazatlán, cuyas actividades incluyen el acompañar abortos.
Annie, de 29 años, se anuncia en grupos de compra y venta en Facebook. Contó que muchas mujeres de esta ciudad abren perfiles falsos con tal de pedir ayuda para interrumpir sus embarazos y es ahí donde ella deja su teléfono. Igual que en el caso de Los Mochis, Annie se ha enfrentado a la negativa de los empleados de las farmacias para venderle misoprostol y ha tenido que pedir ayuda a algunos hombres.
La ventaja que tiene ella, quien además es madre de dos niños, es que a las cerca de 16 mujeres que ha acompañado les avisa que es enfermera.
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“El protocolo lo aprendí en un curso por internet de feministas de toda Latinoamérica hace dos y medio años.
“Como enfermera existe el miedo de participar en algo así, porque todo el tiempo te dicen que sólo es para la salud. Fue hasta que me metí un poquito más en lo del feminismo cuando me di cuenta que no había absolutamente nada de malo”, dijo.
Kassandra, por su parte, aprendió a acompañar abortos en la capital, donde estudió en la Facultad de Medicina en la UNAM. En lo que va de 2020, ha dado cerca de 23 acompañamientos, la mayoría por chat.
“Es por ese medio porque no se sienten a gusto teniéndote ahí [en su casa]. Uno, no te conocen, y dos, viven con sus papás o ya están casadas y no quieren que el esposo se entere”, mencionó.
Las Perlas del Pacífico, al igual que el resto de grupos de acompañantes de aborto en Sinaloa, apoyan a mujeres embarazadas con hasta 12 semanas.
Mariel, de 22 años, es parte de ILE Sinaloa y uno de sus roles es la incidencia política con legisladores de Sinaloa, un estado que históricamente ha estado azotado por la violencia.
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“Si el conocimiento que tenemos puede ayudarle a estas mujeres, porque ves y percibes su desesperación hasta en los mensajes, incidir en los derechos sexuales de mujeres sí se ve reflejado en los procesos de pacificacíón. Si están bien las mujeres, lo demás está mejor”, sostuvo.
A diferencia de otros estados, las mujeres de Sinaloa no suelen acudir a la capital a interrumpir su embarazo de forma legal. De 2007 a julio de 2020 se han registrado apenas 37, en comparación con estados más cercanos a la Ciudad, como Puebla, que tiene mil 438, según el Sistema de Información de Interrupción Legal del Embarazo local.
En una escala de accesibilidad al aborto legal hecho por el Grupo de Información en Reproducción Elegida A.C. (GIRE), considerando los Códigos Penales de cada entidad, Sinaloa es el octavo estado donde más se persigue el delito de aborto, pues sólo se permite si es consecuencia de violación, hay peligro de muerte para la mujer o es imprudencial.
En comparación con las centenas de abortos caseros que la red de mujeres afirmó haber acompañado, de diciembre de 2007 a octubre de 2017, Sinaloa sólo reportó cinco casos de aborto legal por violación en instituciones de salud pública, según datos de GIRE. De los 531 juicios penales abiertos en el país por el delito de aborto, nueve son mujeres de ese estado.
Se buscó la postura de la Secretaría de Salud estatal sobre el rol de este grupo de mujeres, pero no hubo respuesta.