Cancún.- Debido a problemas asociados con su edad, Crescencio Pat Cahuich , uno de los hombres más longevos de Quintana Roo , murió la mañana de hoy a los 100 años en la comunidad maya de Señor, en el municipio de Felipe Carrillo Puerto.
El abuelo fue descendiente de la cuarta generación de Jacinto Pat, uno de los líderes indígenas que pelearon en la llamada “Guerra Social Maya” , mejor conocida como la “Guerra de Castas”, que abarcó de 1847 a 1901, lapso de enfrentamientos entre indígenas, terratenientes henequeneros, Iglesia y Ejército.
Don Crescencio enfermó desde hace días por problemas asociados a su edad y murió “con alegría en el corazón”, dijo en entrevista, el director ejecutivo de la asociación Amigos de Sian Ka’an (ASK) , Gonzalo Merediz.
“Hoy honramos la vida de un muy querido abuelo maya, Don Crescencio Pat Cahuich, quien a lo largo de sus más de 100 años de vida compartió con quienes tuvimos el honor de conocerle, entrañables historias sobre la Guerra de Castas y muchos otros sabores del pueblo maya. QEPD”, expresó la asociación desde sus redes sociales.
Merediz narró a EL UNIVERSAL que conoció a Crescencio hace años, cuando la organización comenzó el diseño de Maya Ka’an, uno de los centros turísticos del Caribe Mexicano, que destaca por rescatar la cultura e historia concentrada en el sur de la entidad, con importantes vestigios arqueológicos, museos, áreas naturales poco exploradas de belleza excepcional, tradiciones y costumbres ancestrales.
ASK entabló contacto con una cooperativa turística llamada “Xyaat”, dedicada al rescate y difusión de la cultura maya. Don Crescencio fue uno de los fundadores y formaba parte del Consejo de Vigilancia.
“Era un abuelo con mucha sabiduría, que estuvo buscando cómo difundir la cultura maya. A él le tocó la transición de la zona maya en tiempos cuando Quintana Roo era un territorio y luego cuando pasó a ser estado; él atestiguó cómo se pasó de la milpa maya al turismo y a la economía de mercado.
“Fue de los que vivieron un antes y un después en la historia. Estaba dedicado a su milpa, explicaba el uso del henequén, el valor de la miel de la abeja melipona y formó parte de un proyecto importante de retratos sobre los abuelos mayas para transmitir la historia de la Guerra de Castas. Es de valorarse su ánimo de compartir todas esas historias”, indicó Merediz.
Por separado, Marcos Canté, presidente de la cooperativa “Xyaat”, explicó que junto con Don Abundio y Don Aniceto -quienes rebasan los 100 años- Crescencio era de los hombres de mayor edad en la entidad y confirmó que murió por padecimientos de la próstata.
“En su acta de nacimiento dice 1924, pero él nos decía que en esa época, como no había Registro Civil, eran registrados hasta 15 años después. Entonces, en su caso, según su acta él tenía 96 años, pero en realidad tenía 100 años.
“Murió contento. De las últimas cosas que nos dijo hace unos días era que estaba cansado. ‘Ya quiero irme a juntar con mi padre. Ya estoy viejito’, nos decía, pero sonriendo, no con tristeza, ni nada”, relató Marcos.
El hombre, que dormía 14 horas y se alimentaba de frutas y comida saludable, que se iba a la cama a las siete de la noche y se levantaba a las 4 de la madrugada para montar su bicicleta e ir a su milpa, dejo entre sus últimas platicas familiares, reflexiones sobre la pandemia.
“Él nos decía que Dios estaba eliminando a las personas, porque ya somos muchos en el mundo”, indicó Marcos, quien señala que en la comunidad de Señor la gente ha preferido atenderse en su casa, “que ir a morir al hospital”, porque existe un “gran temor”.
Marco manifiesta que Don Crescencio era un hombre con conocimientos en herbolaria, con experiencia en la producción de chicle natural y de maderas preciosas, preocupado por el medio ambiente y sobre todo por las aves, reconociendo su importancia para erradicar plagas y como polinizadores.
“Siembre andaba cuidando y diciendo a los niños que no mataran aves” -detalla- “también le gustaba mucho contarles cuentos, historias. Su abuelo participó en la Guerra de Castas y es descendiente de Jacinto Pat”.
Cecilio Chí y Jacinto Pat fueron líderes de la alzada indígena en contra de los hacendados henequeneros que mantenían esclavizados a los indígenas.
Marco recuerda que Don Crescencio donó rifles de aquella época a un museo y recibió del Congreso del estado una medalla al Mérito Indígena “Cecilio Chí” en el 2017, cuando se conmemoraron los 170 años de la citada rebelión.
En esa ocasión, al dirigir unas palabras, advirtió: “Poco a poco la vela se está apagando sin que la población de Quintana Roo se percate, es una pérdida silenciosa, los sacerdotes mayas cada vez somos menos y quizás se deba a la falta de amor de las jóvenes generaciones por la cultura maya y hablar la lengua, en ese sentido hay que enseñarles y recordarles, pero si no lo quieren hacer, tampoco es obligado”.
Bajito de estatura y muy alegre, Don Crescencio enviudó hace cuatro años y, según Marco, eso no sepultó sus ganas de volverse a enamorar.
“Él decía: ‘Quiero casarme y tener una chica de 80 años’; estaba consciente de su edad, pero aquí hay abuelos que sí se casan a esa edad”, comentó Marco, quien agregó que Pat Cahuich dedicaba buena parte de su tiempo a rezar y a dar bendiciones a la milpa, al monte y a las familias. También seguía activo en la cooperativa, integrada por 10 socios e incidencia en 60 familias, entre artesanos, hueseros, campesinos, cocineras y apicultores.
Esta noche Crescencio será velado conforme a sus tradiciones. Mañana será sepultado, pero los miembros de la comunidad se han movilizado para poder comprar la grava y el cemento para construir su tumba, añadió el entrevistado.
afcl/rcr