Asunción Ixtaltepec.- Este pueblo zapoteca ubicado en el Istmo de Tehuantepec registra una tasa de natalidad muy baja: sólo 100 nacimientos en 2018, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Es considerado un pueblo de ancianos, ya que muchos de sus jóvenes han emigrado, por lo que la pandemia por Covid-19 ha dejado al desnudo la vulnerabilidad de este sector, el cual es el transmisor de los conocimientos ancestrales y los oficios de los zapotecas a las nuevas generaciones.
Además del riesgo que implica el nuevo coronavirus a las personas de la tercera edad, tienen que lidiar con el estrés que les provocan las noticias que escuchan en la televisión y la radio sobre la enfermedad, por eso un grupo de mujeres de la organización Una Mano para Oaxaca idearon una acción para alegrar el día con música, poemas, cuentos y mensajes a través de una bocina solidaria.
El dispositivo se coloca en un vehículo o un mototaxi y recorre las secciones de la comunidad llevando mensajes de aliento y motivación, principalmente a los abuelos guardianes del pueblo que están encerrados en sus casas, casi siempre solos, y que en pocos días cambiaron drásticamente sus costumbres de movilidad.
“Esta bocina solidaria lleva palabras de aliento, de alegría a los abuelos que viven con miedo porque son personas altamente vulnerables, y al estar bombardeándolos todos los días y a cada hora de que pueden morir durante esta pandemia, entran en una gran depresión, que les baja las defensas, así que para motivarlos les llevamos hasta sus casas música, poesía, narrativa”, comentó la activista Perseida Tenorio Toledo.
Al principio, el material que transmitían era enviado por personas de lugares fuera del Istmo, pero ha tenido tanto éxito el proyecto que la misma comunidad empezó a participar enviando sus aportaciones musicales y mensajes, además de artistas de la región que contribuyen con sus textos y audios.
La bocina solidaria no es el único proyecto que impulsan estas jóvenes, también la soberanía alimentaria con los huertos de traspatio, con los cuales se busca el rescate de la siembra familiar que ya se perdió, pero que en estos tiempos se convierte en una opción viable para sobrevivir sin salir de casa.
“Esta pandemia y crisis, aunque comenzó con el terremoto, nos deja la enseñanza de que es necesario y urgente retomar la tierra, sembrar en nuestros grandes patios, retornar a las prácticas comunitarias que nos daban independencia alimenticia.
“Mucho tiempo nos hicieron creer que eso era obsoleto, que lo moderno y los supermercados eran lo mejor, pero hoy se demuestra que no. Aquí los abuelos nos pueden enseñar cómo volver a estas prácticas que les daban de comer sanamente, por esa necesidad de protegerlos y mantenerlos motivados, porque aún tienen mucho que enseñarnos, aun desde el confinamiento”, explicó la joven activista de Ixtaltepec.
Una Mano para Oaxaca también promueve el proyecto Mi fruta, mi pueblo, que son talleres en los que se enseñan técnicas de conserva para elaborar mermeladas, frutos deshidratados y compostas con las frutas que se cosechan en los patios, pero, al no poder realizar las clases presenciales, idearon los cursos en video que se distribuyen en cinco comunidades, como Santiago Laollaga, Guienagati, Ixtaltepec, Ciudad Ixtepec y Chuihuitan.
Por último, promueven la medicina tradicional, compartiendo las propiedades y beneficios de las plantas que también se pueden sembrar en los patios. Se cuenta con los conocimientos de los ancianos del pueblo que resguardan la sabiduría que heredaron sobre las plantas medicinales.
“La crisis también desencadenó que los abuelos compartieran sus conocimientos, no dejar morir lo que saben, como sus oficios y sus actos de solidaridad. Fue así que, desde el Centro Cultural de Artes y Oficios Tradicionales, decidimos replicar esas prácticas en toda la comunidad, sobre todo a los jóvenes”, argumentó Tenorio Toledo.
Una Mano para Oaxaca es una asociación civil que nació después de los sismos de 2017 y está conformada por mujeres que contribuyen a reactivar la economía a través del fortalecimiento del tejido social istmeño.