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Cintalapa
En el penal El Amate la violencia bajó con el arranque del plan piloto de crianza de mojarras tilapia. El 1 de junio, los internos comenzaron la siembra con 10 mil alevines otorgados por la Secretaría de Pesca y Acuacultura.
Funcionarios de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana calificaron de exitoso el plan piloto que ya se replicó en los penales 3 de Tapachula, 13 de Tonalá y El Canelo en Chiapa de Corzo. Se prevé que en tres semanas inicie la comercialización de mojarras.
Gehu y Jimmy, voceros de los módulos Azul y Café, respectivamente, coinciden en que la actividad ayudó a combatir la violencia y el autogobierno en el penal. El vocero del módulo Azul mencionó a EL UNIVERSAL que “al lugar no ingresaba ni la autoridad”, pues hasta hace unos siete meses, El Amate era uno de los reclusorios más conflictivos en el sureste del país.
Recapacitación e iniciativa. La última intervención de la Policía Federal (PF) en el lugar fue en enero pasado, cuando 5 mil efectivos realizaron el traslado de presos a otro penal. El hecho, según Gehu, llevó a los internos a recapacitar la situación de desorden y optaron por llevar un buen comportamiento, además de buscar una actividad para apoyar con recursos económicos a sus familias.
“Pensamos en la crianza de borregos, la siembra de hortalizas, pero en una visita nos dijeron de la mojarra tilapia”, platica con entusiasmo.
Tras evaluar la iniciativa, se planteó a la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana (SSPC) la propuesta como actividad de reinserción social, y se lanzó el plan piloto con la siembra de 10 mil alevines.
De acuerdo con Hugo Alejandro Hernández Serrano, encargado del área técnica y valoración de la conducta de la Subsecretaría de Ejecución de Sanciones Penales y Medidas de Seguridad, esta actividad se enmarca dentro los ejes de reinserción que son: salud, educación, deporte, capacitación y trabajo.
Hernández Serrano explicó que el tiempo dedicado a esta actividad de siembra y crianza, que desarrollan los reos, cuenta como horas compurgadas de sus respectivas condenas.
Utilizaron una alberca para el primer estanque de crianza de mojarras y “cooperamos entre 30 y 50 pesos para la compra de material”, explicaron Gehu y Jimmy.
Además, unos 30 internos fueron capacitados por instructores de la Secretaría de Pesca y Acuacultura, porque estaban haciendo mal la crianza, “los estanques no tenían las medidas adecuadas, se tenía que medir el Ph, el oxígeno, la calidad del agua y la altura”, pues el reclusorio se ubica a 618 metros sobre el nivel del mar.
Los problemas a los que se enfrentan los reos son variados, por ejemplo, en el módulo Azul el agua no sube y cada 15 días unas 180 personas la acarrean de un pozo que está a unos 150 metros de distancia, para limpiar los estanques.
A pesar de las dificultades, la mayoría de las mojarras han alcanzado la talla y peso para su comercialización, por lo que Jimmy sentencia conmovido: “Estamos orgullosos de lo que hemos logrado, ha sido un trabajo de mucho esfuerzo y dedicación”.
En esta actividad 300 reclusos han invertido más de 88 mil pesos y aportado su mano de obra. El proyecto ha servido para la reinserción social; hoy los internos viven en paz entre sí, lo que alienta a Gehu a que “el día que salga libre, al igual que mis compañeros, ya aprendimos un oficio para no salir a robar”.