Sabinas.— Diez mineros quedaron atrapados el 3 de agosto pasado en los pozos de carbón de la mina El Pinabete, en el municipio de Sabinas, Coahuila.

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Un derrumbe provocó la inundación del pocito, del que se entra y se sale por un tiro vertical de uno por uno. Cinco trabajadores lograron salir, pero 10 de sus compañeros no tuvieron esa suerte.

Esta tragedia dejó al descubierto la situación laboral en los pozos de carbón: hombres que trabajan bajo tierra, sin equipo de seguridad y a temperaturas que llegan a los 50 grados centígrados; por cada tonelada de carbón reciben entre 100 y 150 pesos.

También revivieron las protestas por la falta de seguridad en el sector minero, donde los accidentes son constantes. A casi cinco meses de distancia, sólo hay un hombre detenido, Christian “S”, acusado de la explotación ilícita de la mina El Pinabete, aunque los lugareños aseguran que es un prestanombres.

Días de esperanza

Los primeros días, los trabajos de rescate se realizaban contrarreloj, con la esperanza de encontrar a los 10 mineros con vida.

Conforme pasó el tiempo, las familias exigían más información y celeridad a los trabajos de bombeo del agua. En algún momento, el líquido bajó a niveles en los que inclusive se pudo introducir un dron acuático.

Pero después todo se vino abajo y el pocito volvió a llenarse de agua porque está rodeada de minados antiguos, abandonados e inundados. Fue entonces cuando se diseñó una nueva estrategia, que fue aprobada por las viudas, y las familias abandonaron el campamento que instalaron desde el día del accidente afuera de la mina.

Las autoridades anunciaron la realización de un tajo, cuya obra tardaría entre seis y 11 meses.

El plan se presentó en septiembre y tiene seis etapas: actividades previas, estudios y proyectos, excavación y tratamientos, gestión de filtraciones, ingreso a galerías para la búsqueda y recuperación de cuerpos (séptimo mes), y el cierre de la mina.

Actualmente, de acuerdo con información de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), instancia a cargo de los trabajos de rescate, se llevan a cabo estudios geotécnicos e hidráulicos para definir sitios de tapones hidráulicos de galerías inundadas, se mantiene el proceso de excavación del tajo, se está en proceso el suministro e instalación del cercado perimetral del tajo y se inició la construcción del bordo de protección contra inundaciones al sur del tajo.

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Entre la fe y la desconfianza

El próximo 3 de enero se cumplen cinco meses desde la tragedia. Para las familias de los mineros, el tiempo pasa lento.

“Si Dios quiere, veremos qué informe nos dan. Vengo todos los días a la mina y pues sí avanzan. Hay esperanza, sabemos que lleva su tiempo, pero vemos que van bien”, comenta Martha María Huerta, pareja del minero Sergio Cruz Gaytán, uno de los trabajadores que murió en la mina.

Las viudas tienen fe, esperanza y confianza en que los trabajos continúen y se logren recuperar los restos de sus esposos, a los que quieren sepultar.

Pero otros familiares no ven las cosas de manera positiva. Angélica Montelongo, hermana del minero Jaime Montelongo, comenta que desde el acuerdo al que llegó el gobierno federal con las viudas, al resto de los familiares no los dejan entrar a la mina a ver el avance de los trabajos.

Cuenta que lo que sabe de las obras es porque su hermana tiene una cocina económica y allá van a comer los trabajadores: “Dicen que para marzo o abril puede que hayan sacado algo”, relata.

“Está crítica la cosa. Ya nada es igual. Yo la verdad no creo que los saquen, dudo mucho. Así le hacen, van a darle largas y olvidar todo”, dice Cecilia Cruz, hermana de Sergio Cruz Gaytán. “De mi parte no hay confianza”.

Las obras

La mina El Pinabete está custodiada por militares. Ninguna persona puede entrar y desde afuera únicamente se ve un enorme monte de tierra que ha sido escarbada para construir el tajo.

Durante el recorrido realizado en la zona por Laura Velázquez, coordinadora Nacional de Protección Civil, el pasado 8 de diciembre, se informó que los trabajos de profundidad del tajo llevaban un avance de 24%.

Un comunicado de la CFE refiere que, a la fecha, suman 733 mil 801 metros cúbicos de excavación, superior a los 572 mil que estaban programados.

José Ibarra, residente técnico del Proyecto de la CFE, explicó que el objetivo es llegar a las galerías siniestradas con un proceso seguro, haciendo la excavación superficial por etapas, y se tiene programado ir descendiendo en bancos de 15 metros (aunque estos pueden ser de menor profundidad dependiendo de las condiciones del terreno) para llegar gradualmente hasta la zona objetivo.

Unas fiestas diferentes

Martha María Huerta Carrizales recuerda que hace un año, en estas fechas, ella y su esposo, Sergio Cruz Gaytán, andaban desesperados por celebrar y juntarse en familia. Hilda Alvarado cuenta que en su familia comenzaba la fiesta el 22 de diciembre, cuando su esposo, Mario Alberto Cabriales Uresti, cumplía años.

Angélica Montelongo dice que siempre se reunía para estas fechas con sus hermanos, entre ellos el minero Jaime Montelongo. Cecilia Cruz viajaba desde Monterrey, Nuevo León para poder estar con su hermano.

Ahora, para todas ellas, estas fiestas, las primeras que pasan sin sus esposos o hermanos, ya no son alegres, sino diferentes.

Cecilia Cruz decidió no viajar a Coahuila; Hilda Alvarado dice que anda tristeando. Martha María Huerta quiere que las celebraciones pasen rápido y se termine el año. Coinciden en que no tienen nada para festejar.

Hilda Alvarado recuerda que otras Navidades era puro festejo. Ahora, asegura que pone música sólo para recordar a su marido: “Me dijo que si algún día no estaba, que siguiera poniendo música. Una lo extraña. No hay día que no me acuerde de él”.

Angélica Montelongo dice que confía en Dios para que les entreguen los cuerpos, puedan sepultar a su hermano y llevarle “aunque sea un ramito de flores”.