Ciudad Juárez.— “Es demasiado arrecho el calor en Juárez”, es la expresión que hacen Louis y otros tres migrantes de origen venezolano, quienes desde hace meses esperan en poder cruzar a Estados Unidos.

Su espera ahora dicen que es más difícil, pues les toca aguantar en las calles, las temperaturas de más de 40 grados centígrados que se han registrado en la frontera.

Para resguardarse del sol, han convertido en su hogar unas tapias abandonadas en la zona Centro, que comparten con otros migrantes de Honduras, Salvador, Guatemala y demás nacionalidades, en tanto se llega la fecha para tener una cita con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).

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En el lugar no hay luz, ni agua, mucho menos aire acondicionado o algún tipo de clima que les ayude a refrescarse un poco del calor, que durante la última semana arreció en esta localidad.

“Aquí es mucho más arrecho (fuerte) el calor que en Venezuela. Estamos esperando el CBP One, que nos la acepten por lo menos la cita a algunos de nosotros, pero el irnos a un albergue no es opción, es como estar como preso”, dicen los migrantes.

En el lugar donde viven por el momento habilitaron una vieja estufa para cocinar y debido a las altas temperaturas lo que más les hace falta es el agua para mantenerse hidratados y asearse.

Para dormir, aseguran que por las noches suben al techo de las tapias, ya que ahí se sienten un poco más frescos que dentro del lugar.

Los extranjeros se refugian en lugares sin luz y buscando encontrar agua, incluso trata de dormir a la intemperie o en sitios ventilados. Foto: Paola Gamboa/EL UNIVERSAL
Los extranjeros se refugian en lugares sin luz y buscando encontrar agua, incluso trata de dormir a la intemperie o en sitios ventilados. Foto: Paola Gamboa/EL UNIVERSAL

Los migrantes cuentan a que aunque en algunos albergues de esta frontera hay espacio disponible para que puedan vivir, prefieren estar así, pues tiene fe en que en unos días les toque la cita en el CBP One y así estar listos para acudir, mientras que otros dicen que el miedo de que ocurra otro incidente como el del 27 de marzo en la estación migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM) no se quita, por lo cual prefieren pasar calor.

En el caso de Louis, dice que dejó Venezuela hace meses, porque como cientos de personas originarias de su país, asegura que no existen oportunidades.

“Venezuela lo dejamos porque para nadie es un secreto que allá lo que hay es pobreza. No hay educación, no hay trabajo, no hay salud, no hay nada. Tenemos que buscar las alternativas en otro país y en este caso la oportunidad nos la ha dado México y Estados Unidos”, comenta el joven.

Pese a las condiciones en las que vive asegura que vale la pena, pues de lograr la cita estaría asegurando su futuro para él y su familia que sigue en Venezuela.

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“Es fuerte el calor, de noche subimos allá arriba [techo] porque no se puede dormir abajo. Damos gracias a Dios de tener este techo, aunque esté el calor, vale la pena porque cuando crucemos tendremos una nueva vida”, añade.

Otros migrantes que también viven en este edificio durante el día acuden a comedores comunitarios como el de la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe, donde reciben alimento, mientras que otros salen a trabajar para obtener ingresos y así poder mantener gastos básicos.

En recorridos realizados por EL UNIVERSAL, se constató que tras el cierre del campamento provisional que instaló en semanas atrás el Instituto Nacional de Migración (INM) en la zona conocida como Hoyo 1 de El Chamizal, pocos de los migrantes que ahí estaban buscaron donde instalarse de manera independiente, ya sea en hoteles de la zona Centro de Juárez, en tapias abandonadas o rentando espacios entre varios, en tanto esperan qué pasa con su situación migratoria.

Aun cuando la llegada de migrantes se ha reducido considerablemente desde el pasado mes de mayo, en Ciudad Juárez existen todavía decenas de personas que esperan pasar a Estados Unidos por medio del asilo político y de la cita que otorga el CBP.

Para ello, desde hace más de un mes decenas de migrantes acuden hasta las instalaciones del parque El Chamizal, donde durante el día acampan en los jardines para esperar a ser llamados por los agentes del Puente Internacional Córdova Américas.

Mientras son llamados, utilizan el agua de las regaderas para refrescarse un poco, sobre todo los niños, quienes junto con sus papás deben esperar a ser llamados por las autoridades estadounidenses.

Migrantes adaptan espacios abandonados y los convierten en hospedajes intermitentes en lo que pisan tierra estadounidense. Foto: Paola Gamboa EL UNIVERSAL
Migrantes adaptan espacios abandonados y los convierten en hospedajes intermitentes en lo que pisan tierra estadounidense. Foto: Paola Gamboa EL UNIVERSAL
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