Los Algodones.— Personal de Migración y del Ejército Mexicano blindan la frontera con Estados Unidos en Los Algodones, un poblado al este de Mexicali; elementos de ambas instituciones prohíben la llegada de cientos de familias, que ahora para esquivarlos y cruzar la frontera deben caminar en rutas y territorios controlados por el crimen organizado.
Sanfer vive y trabaja en Los Algodones. Su situación en el país es legal. Relata que un día caminaba con su esposa y terminó rodeado de soldados. Primero, recuerda, un convoy los alumbró hasta casi cegarlos, y desde un vehículo alguien les pidió que se identificaran.
Ambos fueron asegurados en Las Palmas, uno de los puntos de cruce de migrantes en Los Algodones y donde desde mayo pasado fue habilitado uno de tres retenes militares, dedicados exclusivamente a rastrear personas.
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Pese a que mostró su documento expedido por el Instituto Nacional de Migración (INM), Sanfer fue detenido.
“Pero si soy casi mexicano, ¿por qué me detienen?”, les preguntaba, “tengo un trabajo aquí, ayudo a construir”.
La única respuesta que recibió le hizo saber que no importaba si tenía documentos ni trabajo. Tampoco si no había cometido un delito, ni si su esposa lo acompañaba. Para los soldados caminar sin justificación en un espacio público fue suficiente para detenerlo.
“Tú no puedes entrar a Los Algodones”, le dijeron mientras miraban la credencial que les enseñaba para demostrar que su estancia en México era legal, “tu documento aquí no vale, te vamos a llevar”.
Antes de llevarlo, uno de los militares llamó a personal del INM, y cuando llegaron, comenzaron a pelear, recuerda Sanfer. Discutían porque, para ellos, lo más importante era quién saldría en la fotografía que enviarían como reporte de actividad.
Finalmente, mientras él esperaba en la incertidumbre de saber a dónde lo trasladarían, fue colocado frente a un vehículo oficial de Migración y un par de soldados armados a su costado. “Clic”, escuchó.
El paso más utilizado
Los Algodones es un poblado escondido en un rincón al este de Mexicali. Ese pequeño espacio desértico se ha convertido en el epicentro de la derrama económica del turismo médico, pero también del tráfico de personas y cruce de migrantes.
De acuerdo con cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, en este año fiscal (de octubre de 2021 a septiembre 30 de 2022) 211 mil 802 personas han sido aseguradas en Yuma, Arizona, durante su intento por cruzar a Estados Unidos.
Yuma colinda con Los Algodones, en territorio mexicano. Y es justo en esta región donde se refleja el mayor aumento de cruces de toda la frontera norte, con 345% más comparado con el mismo periodo del año pasado.
“No respetan a nadie”
María vive en Los Algodones. Además de trabajar cerca del puerto fronterizo y aduanas, también es voluntaria. Diario recibe y apoya a cientos de familias migrantes. Cuenta que en los últimos meses la llegada de haitianos y colombianos se ha disparado, aunque la mayoría son mexicanos y del Triángulo Norte: El Salvador, Guatemala y Honduras.
Recuerda que durante la tercera semana de mayo se instalaron tres retenes, que fueron colocados en los principales puntos de tránsito migratorio en el poblado: Las Palmas, La Presa y uno más entre ambos sitios. La intención ha sido interceptar al mayor número de migrantes para evitar su cruce.
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“El problema es que no respetan a nada ni a nadie”, dice María. “Si tienen documentos [los migrantes], no los hacen válidos porque a ellos no les importan, luego los detienen y se los llevan a Mexicali o Tijuana”.
En esos puntos, personal del INM y militares detienen a los autobuses, suben y exigen credenciales. Aun si cuentan con permisos temporales de tránsito, las familias son aseguradas.
De entre las decenas de redadas que ha visto durante las últimas semanas, María recuerda una ocasión cuando miró llorar a una mujer desconsoladamente. Arrodillada sobre el concreto de un parque, el único en el poblado a donde llegaban cientos de migrantes para ocultarse de los más de 40 grados de ese día.
No los dejan llegar a Baja California
El pastor Albert Rivera, director del albergue Ágape Misión Mundial, en Tijuana, reveló que durante las últimas semanas ha recibido llamadas de familias de migrantes a quienes al llegar a San Luis Río Colorado, Sonora, militares les impiden el paso, y junto con personal migratorio, los aseguran y llevan a un centro de detención.
“Para los migrantes que tienen su permiso de 30 días, Migración no los está dejando entrar a Baja California”, lamentó.
Pasaron más de 24 horas para que Sanfer regresara a su casa después de haber sido encañonado junto a su esposa por militares y enviado a Mexicali, a unos 90 kilómetros de distancia del pueblo donde viven. A él, piensa, lo detuvieron por ser un migrante hondureño, sin dinero
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