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Tapachula.— Desde hace 21 días, Esther, de 25 años; su hijo, de cuatro meses, y más de 400 migrantes extracontinentales —entre ellos varios niños— duermen a la intemperie, cocinan y se bañan en las aguas negras que arrastra un arroyo cerca de la estación migratoria Siglo 21.

Los migrantes provienen de Angola, Congo, Camerún, Nigeria, Nepal, India, Bangladesh, Haití, entre otras nacionalidades.

Esta población cada vez más heterogénea está ahí para entregarse al Instituto Nacional de Migración (INM), tramitar un oficio de libre tránsito y continuar su viaje a Estados Unidos o Canadá para solicitar asilo.

Sin embargo, la estación migratoria Siglo 21 cuenta con capacidad sólo para 960 personas y ya está saturada. Fuentes extraoficiales indican que hay más de mil personas.

Algunos de quienes permanecen en el interior de las instalaciones fueron asegurados en distintos puntos del país y están a la espera de ser repatriados a sus país de origen; otros son extracontinentales que aún no concluyen los trámites para obtener su oficio de salida o salvoconducto, explica un trabajador del INM, quien pidió no ser identificado porque no está autorizado para dar información.

“Ya les explicamos que no hay espacio adentro de la estación migratoria, por eso no podemos recibirlos ahora”, explica el empleado.

En la explanada exterior de la estación hay una gran cantidad de mujeres con niños en brazos, así como embarazadas que se resguardan bajo la sombra de árboles de mango del sol de hasta 40 grados.

Esther, proveniente del Congo, afirma que lleva 10 días durmiendo en el piso, a la intemperie, con su hijo de cuatro meses. Describe en su poco español que tiene que ir a bañarse y hacer sus necesidades fisiológicas en el arroyo que se ubica a un costado, donde otros migrantes también se ven obligados a consumir esa agua contaminada por la falta de recursos económicos. La mujer asegura que algunos adultos y niños ya padecen enfermedades en la piel y presentan problemas gastrointestinales.

Otros migrantes extracontinentales han optado por rentar algunas casas cerca de la estación, con un costo de 10 dólares por persona y donde viven hacinados.

Acusan malos tratos. Roberto, un joven de 18 años, quien viaja con su padre desde Angola, se queja de que México es el único país que tarda muchos días en entregar el oficio de salida. “Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala tardan un día, México 15 días”, afirma.

El joven explica que para poder ingresar a la estación migratoria tienen que esperar de siete a 15 días y quedar encerrados ahí otros 15 días más. “Esa es una cárcel, no quiero estar encerrado ahí; no somos delincuentes, somos migrantes que sólo queremos ir a Estados Unidos o Canadá, no quedarnos en México”, aclara.

Los migrantes extracontinentales acusaron que al interior de la estación migratoria son víctimas de discriminación por el color de su piel. “Los separan a los blancos y a los negros; a los blancos les dan primero la comida y lo poco que sobra a los negros”.

Ellos hacen énfasis en que se encuentran desesperados porque el dinero se les ha terminado y no tienen para alimentar a sus hijos y mujeres, y exigen la presencia de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, ya que consideran que se violan sus derechos humanos al mantenerlos en las instalaciones del INM esperando por mucho tiempo tramitar el documento de salida, aguantar hambre, no contar con lugares dignos para sus necesidades, ni alimentación adecuada.

Según cifras del INM, un total de 2 mil 958 migrantes procedentes de África fueron presentados ante las autoridades el año pasado. Tan sólo en el mes de enero ya sumaban 228.

El mismo reporte indica que el año pasado fueron presentadas ante las autoridades migratorias 123 mil 797 personas procedentes de Centroamérica (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala Honduras, Nicaragua y Panamá); en enero de 2019 fueron 7 mil 422.

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