Las mujeres se acomodan en las mesas de madera que fueron colocadas dentro del refugio. Unas van cargando a sus niños. Es la hora de comer y ahí van en pequeños grupos al centro del comedor, sus voces atraviesan las paredes y se escuchan entre todas ellas que hablan de un rumor que inició en Centroamérica y llegó hasta Casa Madre Assunta, en Tijuana: la frontera con Estados Unidos se abrirá.
El próximo 20 de enero, el presidente electo de EU, Joe Biden, tomará protesta. Termina el gobierno de Donald Trump y para los migrantes este cambio, piensan, significa la reactivación de los procesos de asilo.
María, una de las migrantes que está en Madre Assunta, albergue para mujeres, explica que sólo espera a que llegue su familia para que juntos intenten cruzar. Ella, igual que otros compañeros de Guatemala, El Salvador y Honduras, piensa que con el nuevo presidente la política estadounidense de exclusión de migrantes va a cambiar.
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“Allá [en Honduras] le dijeron a mi esposo que ya va a ser más fácil”, detalla María mientras vigila a su hijo que juega con los otros niños en el refugio, “que después del 20 [de enero] ya nos van a dejar pedir asilo y pues porque ya se va Trump”, dice.
Marisol es otra de las mujeres que llegó hace un par de días al albergue. Ella terminó atrapada en la ciudad por la pandemia de Covid-19, luego del cierre de la frontera para cualquier actividad no esencial, como las solicitudes de asilo.
Carlos es uno de los recién llegados al albergue Juventud 2000. Con él están su esposa y tres niños. Salieron de Guatemala en un viaje que duró meses porque primero intentaron cruzar la frontera atravesando el río Colorado, pero los detuvo la Patrulla Fronteriza y fueron deportados a Chiapas. Ahora, por segunda ocasión, llegaron a Tijuana.
“Yo escuché en el camino que el 20 van a abrir la frontera, ¿no? Nosotros nomás estamos aguantando porque aquí ya nomás nos quedan una o dos semanas… y no tenemos pa’ dónde ir… pero pues no ocupamos mucho tiempo, nomás llega el nuevo [presidente] y nos aventamos”, asegura Carlos
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“No nos queda más que esperar”
Sin embargo, la población migrante que está en la frontera de Ciudad Juárez, Chihuahua, en espera de recibir asilo político en Estados Unidos, es escéptica ante el cambio de vida que pueda representar para ellos la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, esto a pesar de que existen rumores sobre el posible cambio de políticas migratorias durante sus primeros 100 días de gobierno.
El albergue y comedor Pan de Vida, ubicado en una de las colonias más rezagadas de esta ciudad fronteriza, resguarda actualmente a 139 migrantes de Centro y Sudamérica y, a pesar de las expectativas que pudieran existir ante la salida de Donald Trump, no ha registrado nuevos ingresos en las últimas semanas.
Para Ana María, llegada de Honduras hace casi un año, no hay muchas expectativas sobre el cambio de presidente: “No creo que cambien las cosas, uno no pierde la esperanza, pero no creo que sea más fácil, no nos queda otra más que seguir esperando”.
Ismael Martínez Santiago, director del albergue, explica que el número de personas que ingresan y egresan no ha tenido un cambio significativo, y que quienes están ahí llevan desde un año hasta dos meses.
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De acuerdo con datos del Consejo Estatal de Población (Coespo), entre 8 mil y 10 mil migrantes viven en esta frontera, no obstante, solamente mil se encuentran distribuidos en los 17 centros de atención o albergues para migrantes, por lo que la mayoría está en situación de calle.
“Biden decidirá la suerte de todos”
En la Casa Senda de Vida, en Reynosa, Tamaulipas, tampoco se pierde la fe de que las cosas puedan cambiar gracias al nuevo presidente estadounidense.
Aquí están albergados, desde hace casi un año, 145 migrantes, de los cuales 35 son menores de edad; algunos procedentes de Nigeria, Haití y Ghana.
“Yo creo que no podemos lanzar las campanas al vuelo hasta que no sepamos cuál será la política migratoria de Biden. Será el presidente quien decida la suerte de todos los migrantes que se encuentran varados en las fronteras mexicanas y que están viviendo situaciones difíciles al no contar con un hogar, ni con dinero para sostenerse”, considera Héctor Silva, director de este albergue.