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Nogales.— Al menos 80 migrantes centroamericanos, quienes buscan asilo humanitario en Estados Unidos, acampan desde el pasado sábado en la garita Puerta de México, que colinda con el puerto Denis DeConcini.
Los centroamericanos están a la espera de que las autoridades de EU, a través del personal de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (Customs and Border Protection o CBP, por sus siglas en inglés), les permitan el ingreso a la Unión Americana. “Apenas han pasado ocho”, comenta un nativo de Guatemala.
Después de ser llamados a entrevista por las autoridades estadounidenses, los migrantes son entregados al departamento Control y Migración; trasladan a los adultos al centro de detención migratoria de Florence, situado entre Tucson y Phoenix. Los niños son llevados a albergues o refugios.
Éxodo migrante. Mientras familias enteras hacen fila en Nogales para recibir asilo en Estados Unidos, en Hermosillo al menos 100 migrantes esperan una visa humanitaria del gobierno mexicano.
Irineo Mújica, coordinador de Pueblos sin Fronteras, asegura que los centroamericanos que se encuentran en Nogales no forman parte de la Caravana Migrante 2018, que llegó a Hermosillo el 21 de abril en el lomo de La Bestia y el 22 en cinco camiones diferentes.
De este grupo, que salió el 23 de marzo de Tapachula, Chiapas, con alrededor de mil 500 personas, llegaron a Hermosillo cerca de 700. Actualmente hay aproximadamente 150 migrantes afuera del la delegación del Instituto Nacional de Migración (INM) en espera de que les liberen 100 visas humanitarias.
Más de 500 “peregrinos” viajaron a Tijuana. Algunos se entregaron a las autoridades migratorias de San Diego, otras se quedaron en esa ciudad buscando trabajo.
Ramón Aníbal Torres, migrante originario de Estelí, Nicaragua, explica que hombres y mujeres deciden dejar sus lugares de origen para sobrevivir. “Aparte de la pobreza extrema, faltan oportunidades para trabajar”, dice. Él y quienes lo acompañan están seguros de que corren peligro en su tierra.
Individuos, que están sobre la ley cobran una cuota por dejar existir a las personas, están organizados y armados, precisa.
Este éxodo centroamericano se torna similar al que sucedió de junio a diciembre de 2016, cuando miles de haitianos solicitaron asilo a Estados Unidos, cientos de ellos no pudieron cruzar y se quedaron a vivir en la ciudad mexicana de Tijuana, Frontera con San Diego.