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“Después de mi intento de suicidio, fui trasladado a urgencias, me curaron la muñeca y me remitieron a siquiatría del IMSS, ahí solamente me dieron antidepresivos, pero nunca me sentí mejor”, explica Gustavo, un joven de 24 años, quien cayó en depresión luego de una separación amorosa, la cual lo llevó a intentar quitarse la vida.
Al narrar su experiencia, recuerda que, tras curarle las heridas, lo trasladaron al área de siquiatría del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde estuvo bajo medicación un par de meses, sin notar mejoría en su ánimo. Fue hasta que platicó su sentir con su madre que le regresaron los ánimos de vivir.
“Las ganas de quitarme la vida continuaron hasta que decidí externar mi sentir con mi familia, dejé de tomar las pastillas y mejoré. No necesitaba medicación, necesitaba que alguien me apoyara”, cuenta.
La salud mental en México es un tema descuidado, pues no ha sido una prioridad para el gobierno, así lo aseguran la vocal de la Asociación Mexicana de Suicidología A.C., la doctora Luz de Lourdes Eguiluz Romo, y el director del Instituto Hispanoamericano de Suicidología, Alejandro Águila Tejeda.
Ambos concuerdan en que las instalaciones gubernamentales no tienen la capacidad de atender los suicidios de la manera adecuada. Águila Tejeda resalta que se debe capacitar al personal para atender de la manera correcta a los pacientes.
“Lo mejor sería que los organismos públicos y de bajo costo tuvieran la calidad y eficiencia necesaria para resolver los problemas de salud de los millones de ciudadanos mexicanos”, asegura Eguiluz Romo.
Pero las medidas no son sólo de carácter médico, tanto Romo Eguiluz como Águila Tejeda señalan que una medida para disminuir el índice de suicidios en el país es hablar del tema, desestigmatizar y dejar de creer en mitos, que “la gente loca es la que se suicida” y que es algo para “llamar la atención”.