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Reynosa.— “Vivimos en una ciudad fantasma, con medidas de prevención extrema, encerrados en casa, pero con la tranquilidad de que el gobierno chino hace lo posible por controlar y erradicar el coronavirus”, asegura Aglaee Tamez, mexicana radicada en Beijing.
Aglaee, de 30 años y oriunda de Monterrey, Nuevo León, pertenece a una compañía de entrenadores de gimnasia con la que ha trabajado en Irlanda y España.
En entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde la capital china, describe cómo es su vida ante la emergencia por el coronavirus.
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Señala que, hasta ahora, lo más difícil ha sido el encierro, pero que procura salir unos minutos al día a tomar aire.
“Me da ansiedad el hecho de estar encerrada, yo vivo sola, me aburro mucho y me desespero. Es normal tener miedo porque no sabes lo que pasará en Beijing, pero confío en que todo regresará a la normalidad”, asegura.
“En el edificio donde vivo nos piden registrarnos al entrar y salir, y nos checan la temperatura para comprobar que no tenemos síntomas de coronavirus, además de que no salimos de nuestras casas para evitar tener contacto con otras personas”, cuenta.
La semana pasada, Aglaee tuvo que salir un día de su departamento, pues la aplicación a través de la cual compra alimentos dejó de funcionar: “Es impactante ver la ciudad sola, en los centros comerciales pude ver a pocas personas comprando alimentos. Tenemos que salir con cubrebocas, evitamos saludarnos de mano y, sobre todo, tenemos mucho cuidado con los alimentos, lavamos muy bien las frutas y verduras, y cocemos el pescado y el pollo, que en mi caso, es lo que más consumo”.
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La joven dice que no ve la necesidad de salir del país asiático: “En mi caso, tengo que esperar. Aquí he podido contactar a otros mexicanos, tengo entendido que somos alrededor de 40 los que estamos aquí. No queremos salir porque tenemos trabajo, otros están estudiando y son buenas oportunidades, hay que esperar”.
Aglaee tuvo contacto con la Embajada de México en Beijing, la cual le dijo que si el virus se propaga, se le brindarán las atenciones necesarias para que abandone la ciudad, pero por ahora no es necesario.
Sin embargo, su familia insiste en que vuelva.
“Son sentimientos encontrados. Mi papá me dice que regrese, pero ya estoy aquí, la situación está controlada, pero si empeora tendré que tomar una decisión sobre si regreso a México o si la compañía me pide ir a otro país.”
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La regiomontana dice estar sorprendida de la respuesta del gobierno ante la contingencia, pues en cuestión de días cerraron ciudades y construyeron un hospital.
“Le tengo un gran respeto a la comunidad china por la manera en la que trabajan para controlar esta enfermedad y que todo regrese a la normalidad”, agrega.