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Los mercados del país, esos lugares llenos de olores y colores de México, ya no son lo que eran. La pandemia ocasionada por el Covid-19 ha venido a transformarlos. En algunos casos, los menos, se han convertido en espacios que intentan cumplir a rajatabla las nuevas normas sanitarias, con accesos controlados y olor a alcohol; en la mayoría, las buenas intenciones de los locatarios por mantener la sana distancia quedan en eso, ante compradores que eligen sus frutas y verduras con el cubrebocas al cuello.
EL UNIVERSAL realizó un recorrido por 18 mercados del país para conocer cómo enfrentan la llamada nueva normalidad.
Desde la entrada al mercado Adolfo López Mateos, el más grande de Cuernavaca y de todo Morelos, comienza el riesgo de contagio del Covid-19. El comerciante encargado de poner una gota de gel en la mano a los clientes usa un cubrebocas que se quita de cuando en cuando porque le resulta incómodo.
En el famoso mercado de San Juan, en Guadalajara —el más grande de América Latina—, pasa algo similar. Es imposible la sana distancia. La estrechez de sus pasillos provoca encuentros cercanos entre personas que, en muchas ocasiones, usan el cubrebocas como accesorio para el cuello o, de plano, no lo portan.
En Torreón, Coahuila, en el mercado Alianza la gente se amontona y, a lo mucho, la mitad de clientes y vendedores usan el protector.
Pedro Pasillas, dirigente de los locatarios, se burla cuando se le pregunta si los clientes acuden con miedo: “Vienen con confianza; después de estar confinados ya salen con ganas de andar caminando. Han aligerado la guardia”.
Persiste el miedo
En Tabasco, la recomendación es: “Si vas al mercado Pino Suárez no te acerques donde venden pollo y pescado, porque se dieron contagios de Covid-19”.
Aquí hay mil 200 locatarios, pero la emergencia obligó a bajar la cortina a los no esenciales y ahora, con la nueva normalidad, sólo reabrieron unos 500, explica Dionisio Alejandro Zurita, líder de los vendedores de tacos y refrescos, quien dice que la gente no vuelve porque no se instalaron bien los filtros de sanitización.
Locatarios de Querétaro, Puebla, Veracruz, Sinaloa, Chiapas y Yucatán también hacen lo posible por seguir las medidas. Incluso, en el histórico mercado Argüelles, de Ciudad Victoria, Tamaulipas, se colocó una cortina sanitizante, con tal de generar confianza en la clientela.
En Michoacán, también la mayoría de los comerciantes toman en serio la sanidad, aunque a algunos clientes parezca no importarles.
En lo que todos coinciden es en que las ventas no se recuperan y es cuando se quitan el cubrebocas para gritar las ofertas del día: “¡Pásele, güero!, ¿qué busca?”.