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San Mateo del Mar, Oaxaca
Sentados en petates y sillitas, los niños del tercer grado del preescolar Vicente Guerrero, en San Mateo del Mar, tratan de escuchar a la maestra Beatriz Gutiérrez, quien busca en todo momento tener su atención.
La labor es casi imposible porque bajo la explanada techada, a medio metro, niños de otro grupo también reciben clases. Así ha sido desde hace dos años, porque la empresa encargada de la reconstrucción tras el sismo de septiembre de 2017 abandonó los trabajos por falta de pago.
A dos metros más, otros alumnos están dentro de una aula en obra negra, sin puerta ni ventanas. Enfrente, el segundo grado está en un salón de bambú y lodo, construido por la organización Centro de Apoyo al Movimiento Popular Oaxaqueño (Campo) con el tequio de padres de familia.
Pese a esta situación, nadie se desanima de continuar con el proyecto educativo que impulsan desde hace 45 años: educar en lengua ombeayiüts (nuestra voz), la lengua madre del pueblo ikots.
Modelo educativo. El preescolar forma parte del plan piloto de la Coalición de Maestros y Promotores Indígenas de Oaxaca, dependiente de la Dirección de Educación Indígena del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), que no es más que un grupo de entusiastas maestros indígenas de preescolar y primaria que participan en la aplicación de proyectos de formación docente y programas bilingües.
“Nosotros seguimos los objetivos del Movimiento Pedagógico con los saberes comunitarios que proponemos sean incorporados como contenidos de aprendizajes, teniendo como enfoque principal la comunidad”, dice la profesora Beatriz Gutiérrez.
Explica que en este proyecto se reconoce la diversidad lingüística y cultural de la comunidad para enseñar primera y segunda lengua: “Hemos avanzado para vencer la resistencia de maestros y padres al uso de las lenguas y desprecio a la cultura propia”.
Este modelo educativo fue catalogado por la Unicef como una de las experiencias ejemplares del país en 2007, pues al no contar con material en ombeayiüts, son los propios maestros quienes han creado sus materiales didácticos con productos reciclados, como periódico, plásticos y corcholatas.
Con esos artículos han elaborado sus libros de historias, de animales, plantas endémicas y juegos didácticos sobre colores, frutas y texturas; además de números y las primeras letras.
Desde este espacio, además, se ha logrado identificar la grave disminución del número de hablantes del ombeayiüts, por ejemplo, hace cinco años 80% de los niños practicaban la lengua, pero ahora los docentes observan una disminución de hasta 50% de niños hablantes.
Además, en esta escuela bilingüe de San Mateo del Mar se encuentra la única ludoteca de bambú y lodo en México, construida con la estructura de una canasta de carrizo. Se logró gracias a la donación de mil piezas de bambú por parte de la organización Puebla Tozepa.
Obra suspendida. Tras los sismos, una tercera parte de los 116 alumnos tomaron clases por un año en las instalaciones del comisariado, pero hace dos semanas regresaron.
El sismo afectó cuatro aulas y la barda perimetral y fueron los propios padres de familia quienes demolieron los salones dañados; en primer lugar, porque rechazaron la reconstrucción a través del programa federal Escuelas al Cien, ya que tendrían que comprometerse a solventar en 25 años 25 millones de pesos, si el gobierno por algún motivo no lo cubría.
Después de una demanda interpuesta ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CDNH), logró beneficiarse con el seguro del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y la reconstrucción cayó en manos de la empresa Espacio, Mantenimiento e Ingeniería, que en mayo pasado abandonó la obra bajo el argumento de que no recibió pago.
Hoy la escuela forma parte de los 25 centros educativos de San Mateo del Mar, donde están suspendidas las obras de reconstrucción.