Tijuana.— Eran las 9:35 horas cuando la central de urgencias recibió el reporte de un feminicidio. La víctima era una dentista que dos semanas antes denunció a su expareja por violencia y que, según autoridades, contaba con medidas cautelares: rondines policiacos y una orden de restricción contra su agresor. María Fernanda Hernández Viera fue asesinada con siete disparos.
De enero a junio de 2021, 174 mujeres han sido asesinadas en Baja California, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). El estado ocupa el primer lugar con más asesinatos de mujeres en el país, con una tasa de 9.42 por cada 100 mil habitantes. La tasa nacional es de 2.11.
El homicidio de María aún no forma parte de la estadística oficial, publicada por los gobiernos estatal y federal. A ella la asesinaron el 11 de agosto pasado en su consultorio.
Piden ajustes a las alertas de violencia de género
Según el reporte oficial, se alertó al número de urgencias que dos hombres armados esperaban en un coche café. Cuando ella entró al edificio donde estaba su consultorio, la siguieron. La encontraron parada, a un costado de uno de los sillones para los pacientes, y le dispararon hasta que se desvaneció.
Los homicidas huyeron. Tras su asesinato fue una de sus amigas la que alertó a la prensa que la expareja de María Fernanda tenía antecedentes violentos. Incluso, la mujer de 36 años había tenido que denunciarlo tras terminar su relación porque seguían las agresiones.
No tuvieron efecto
Ervery, como se identificó a su expereja, había entrado al consultorio a destruir las pertenencias de María Fernanda. También inició una campaña de desprestigio en redes sociales.
Apenas pasaron dos semanas de la denuncia cuando fue asesinada. La Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Baja California inició una investigación de manera oficiosa para confirmar si la fiscalía cumplió con los rondines policiacos y si la orden fue efectiva.
El de María no es el único caso. El 24 de septiembre de 2020 Lucero fue asesinada por su expareja, Pedro Martínez, también en su trabajo: un centro médico de la Jurisdicción de Servicios de Salud en Vicente Guerrero, Ensenada. Ella también había denunciado a su exesposo, no una, sino dos veces; tampoco hubo respuesta.
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