Santa María Ixcotel, Oaxaca
María tiene 24 años, es originaria del municipio de Villa de Zaachila y desde hace un año pertenece a la Fuerza Aérea de Oaxaca como soldado auxiliar oficinista en el cuartel ubicado en San Juan Bautista La Raya, del municipio de Santa Cruz Xoxocotlán.
El deseo de trabajar y darle lo mejor a su hijo la llevó a integrarse a la milicia, con lo cual, platica, su vida cambió para bien al forjarse en la disciplina. Su día empieza a las 4:00 horas. Es una de las madres militares que convive con su hijo a diario, aunque la abuela del niño es quien se encarga de cuidarlo por las mañanas y llevarlo al preescolar.
“Pertenecer al instituto armado te llena de satisfacciones, más que nada porque te realizas como mujer, como madre de familia. Les ofreces a tus hijos educación, servicio médico, además de que puedes seguir avanzando (...) Aquí te apoyan hasta para que estudies, eso es muy satisfactorio”, platica.
“Me gusta mucho mi trabajo, estar aquí es una oportunidad que me dio la vida”, expresa. Es originaria de Veracruz y durante sus casi dos décadas como militar ha servido en el Estado de México, la Ciudad de México, Puebla y, desde hace tres años, en Oaxaca, en la Octava Zona Militar, situada en la agencia de Santa María Ixcotel en Santa Lucía del Camino, municipio conurbado a la capital del estado.
A sus 35 años es madre de dos niños de seis y 13 años, quienes junto con su esposo han aceptado mudarse de estado cada vez que se lo indiquen a la teniente enfermera.
Karine narra que, pese a estos cambios constantes, es feliz de combinar el servicio militar y la maternidad. Sus hijos la admiran por ser parte del Ejército y a ella le agrada servir a la patria, además de que encuentra muchas oportunidades al pertenecer a la institución.
“Me ven a mí llegar con uniforme y dicen: ‘¡Wow, mamá! Eres soldado’, y aparte de mi profesión de enfermera también sé hacer la parte militar, me ha tocado ir a apoyar el plan D-N-III”, relata.
Esta felicidad la conoce también Adriana González, una soldado asistente de enfermería en el hospital del cuartel militar de Ixcotel, a quien la necesidad económica la llevó hace cuatro años a integrarse al Ejército, pero ahora, asegura, ama su profesión y encuentra beneficios para su hija de seis años, quien también la admira por su servicio.
“Yo entré aquí, a las Fuerzas Armadas, porque es una institución muy seria, al igual que por necesidades económicas. Ejercía como enfermera afuera, pero no te daban todas las oportunidades ni las facilidades para cubrir el rol de mamá. Ella [su hija] está muy orgullosa de que yo pertenezca al instituto armado”, dice.
Adriana destaca que su trabajo le permite estar con su hija todos los días a partir de las 14:00 horas y los fines de semana, además de que puede hacer uso del servicio médico militar y de que su pequeña tiene una beca para estudiar la primaria.
Pero no todas las madres militares tienen la oportunidad de estar con sus hijos. Magaly Noemí López Nava, comandante interino de sanidad de artillería de la Vigésima Octava Zona Militar, ve a su hijo de tres años sólo en vacaciones, lo que implica que pasa hasta cuatro meses lejos de él.
La subteniente auxiliar médico cirujano es originaria de Morelia, Michoacán. Hace cuatro años y tres meses ingresó al Ejército, pero hace dos años fue designada a Oaxaca. Desde entonces dejó de estar con su hijo, quien es cuidado en Morelia por su hermana.
“Ha sido emocionante, divertido, al mismo tiempo triste porque deja uno a la familia, pero es parte del trabajo”, reconoce. A pesar de la ausencia física, cuenta que su hijo, a sus tres años, ya quiere ser parte del Ejército.
Para Anell Téllez Pérez, otra madre militar, también el trabajo ha generado que la convivencia con su hijo se limite. Aunque es de San Francisco Telixtlahuaca, Oaxaca, la distancia de este municipio a la Octava Zona Militar y sus funciones le impiden estar con su hijo, de siete años, todos los días, por lo que por lo regular lo ve cada semana.
Ella es licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, pero ante el desempleo en su profesión y la necesidad de proveer a su hijo, hace un año se postuló al instituto armado, donde actualmente es soldado auxiliar peluquero con funciones de asistente de vocero.
“Al principio fue difícil porque es el cambio de la vida civil a la militar, adoptar la disciplina... Es un cambio de hábitos totalmente, pero va llenando tu corazón”, describe.
Y aunque su ritmo de vida laboral le impide dedicarse a su hijo de forma completa, está contenta por darle mejores oportunidades como salud y educación. Además, la ausencia física no impide que el niño vea a su mamá como una superheroína y que anhele ser también un militar.
“La dificultad es que el niño estaba acostumbrado a convivir a diario con mamá y de repente ella está ausente, pero eso se compensa cuando tus hijos se sienten contentos de ver a su mamá vestida de militar, de verte como una superheroína”, paltica.
“¡Eres bien valiente, eres muy fuerte. Eres mi superhéroe!”, le dice su pequeño a Anell y la abraza.
Las cinco militares son parte de las 208 mujeres que están dentro del servicio armado en todas las unidades de la 28 Zona Militar en Oaxaca, de las cuales 71 son madres.