Puebla.— En las próximas elecciones el “voto rosa” hará la diferencia, dice María José Flores Serrano, activista poblana de la comunidad LGBTTTIQ.
Conocida como Majo, la joven de 31 años considera que Puebla no debe estar peleado con la comunidad lésbico-gay. En el estado donde reside parte importante de la población crece con arraigadas creencias religiosas y educación conservadora, dice.
A los 11 años, María José supo que era lesbiana, hace seis inició su labor dentro de la comunidad para organizar marchas a fin de exigir que se protegieran los derechos humanos de las personas que aún viven con temor de ser discriminadas por sus preferencias sexuales. En este proceso electoral fue aspirante a diputada local por el PRD.
La activista considera que los candidatos de los diversos partidos están obligados a presentar propuestas de altura y sobre todo explicar cómo cumplirán con sus proyectos de trabajo.
En su opinión, la política debe beneficiar a las clases sociales, incluyendo a quienes tienen una preferencia sexual “distinta”.
Aunque el camino es largo por recorrer, señala que las mujeres lesbianas, como ella, tienen el mismo derecho que los heterosexuales para buscar un cargo público durante estas elecciones del primer domingo de julio.
Aunque finalmente no fue postulada a la candidatura, Majo está segura de que su aspiración de ser diputada local en el Distrito XVI de Puebla dejó un precedente y rompió tabúes. Nadie debe vivir “encerrado en el clóset”, dice.
Por años, explica, se vivió un mundo predominantemente discriminatorio, pero ahora hay más apertura para el sector que habita en una sociedad conservadora. El hecho de no haber obtenido la candidatura no le impedirá seguir luchando por sus derechos y los de su comunidad.