Ánimas Trujano.— La inocente pregunta le golpeó el corazón y le taladró los sentimientos: “Mamá, ¿cuándo habíamos dormido en la calle?”, cuestionó su hijo mayor, Diego, de 14 años, mientras su pequeño hermano, Aldair, de 10, trata de conciliar el sueño en medio del calor de la noche.
María Carmen Rodríguez es originaria de Honduras, donde el Día de las Madres se celebra el segundo domingo de mayo, o sea que, si estuviera en su país, sería festejada mañana; sin embargo, su realidad es distinta y dura. Lleva cinco meses caminando, en medio de las altas temperaturas, con el propósito de llegar a tierras estadounidenses, “Dios mediante”.
El calor de casi 40 grados, la deshidratación, la mala alimentación, los desvelos y las caminatas de todos los días desde que salieron de Tapachula, el domingo 24 de marzo como integrantes del Viacrucis Migrante, que quebrantaron su salud y la de sus pequeños hijos, hacen más complejo lograr el objetivo.
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Ella, con asma, y Aldair, con diagnóstico de pulmonía, abandonaron Honduras, explica, porque las bandas de delincuentes obligan a los alumnos a que lleven drogas a las escuelas.
En el Día de las Madres en México, sentada sobre el pasto de un parque cerca del municipio de Ánimas Trujano, en los Valles Centrales de Oaxaca, manda felicitaciones a las mamás mexicanas, mientras cuida amorosamente que sus hijos terminen la ración de atún y agua que les toca como desayuno.
En la misma caravana del Viacrucis del Migrante camina la cubana Evelyn Jiménez, que también celebra el Día de las Madres cada segundo domingo de mayo.
“En este día que se conmemora a las mamás mexicanas, me alegra, pero me entristece estar lejos de mi país y de mi mamá. Mi mamá está enferma, no pudo salir y se quedó en un país peor”, cuenta.
Evelyn se lamenta de que el tránsito por México sea muy difícil. “Si lo permitieran, nosotros compramos los pasajes y abordamos los buses, pero no quieren. Ponen muchas barreras y ahí andamos caminando bajo el sol y mire, todas esas mujeres embarazadas, a punto de desfallecer”, expresa.
Agobiados por el calor y la incertidumbre de que por la noche de ayer no sabían dónde podrían descansar, al llegar hoy a la entrada del municipio de Ánimas Trujano más de 20 mujeres embarazadas, con problemas respiratorios y la presión arterial alta, tuvieron que ser atendidas por paramédicos del cuerpo de bomberos.
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En el viacrucis también camina, sufre y llora Dayana Esteva, una mujer de Venezuela. “Aunque me hago la fuerte, este viaje por México ha sido muy duro. Me han dicho que el acero es duro, pero no, duro es desafiar a las autoridades de Migración de México”, dice.
De acuerdo con datos del gobierno de Oaxaca, como estas madres en esta caravana migrante, la primera que en décadas de flujo migratorio logra entrar a la capital oaxaqueña, en total viajan 182 mujeres y 77 niños, niñas y adolescentes, a quienes se suman 355 hombres, es decir, que el contingente lo conforman 614 personas en tránsito.
“La verdad no sabía ni siquiera qué día estamos hoy en México. Ya supe que es el Día de la Madre”, exclama y de pronto la voz se ahoga y vuelve a llorar al ver a sus tres hijos tumbados en el pasto. “No merecen vivir así. Pido a Dios que pronto lleguemos a Estados Unidos”, suplica la venezolana Dayana, quien junto a sus hijos y los cientos de migrantes llegaron tras ocho horas a pie y bajo el sol al refugio en el gimnasio Venustiano Carranza.