Veracruz.— No hay un solo veracruzano que no tenga una anécdota o historia en el Estadio Luis Pirata Fuente. Parte del folklore local era ir a ver jugar a los Tiburones Rojos de Veracruz, porque en la sangre de todo jarocho hay un analista de futbol viviendo.

Sin embargo, hoy en día estas historias han quedado guardadas en los corazones de los veracruzanos. El gobernador del estado, Cuitláhuac García Jiménez, informó que el estadio pasará por una etapa de reconstrucción, adecuándose a los nuevos modelos de infraestructura deportiva.

Se estima, según lo informado, que se haga una remodelación total con una inversión cercana a los 404 millones de pesos, con el fin de poder traer a algún equipo de la Liga de Expansión, ya que la plaza se encuentra vetada por la Liga MX.

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Este mágico lugar fue testigo de todas las emociones que un ser humano pudiera vivir. El retumbar de sus gradas al brincar con los cánticos en esos tradicionales partidos contra Pumas o esas lágrimas de alegría que desbordaban casi 40 mil veracruzanos cuando Diego Melillo y Casartelli festejaban en bóxer haber ganado el campeonato; y qué decir de cuando jugó ahí Cuauhtémoc Blanco, quien hasta la fecha recuerda con mucho cariño el gran apoyo y cariño que recibió de la afición.

Y cómo olvidar aquel 26 de diciembre de 2002, cuando la afición vivió un momento tan doloroso al hacerle un homenaje de cuerpo presente a Samuel Máñez, portero de la escuadra escuala, quien, en su mejor momento, perdiera la vida en un accidente automovilístico, y así mil historias más.

Este mes de marzo, el Estadio Luis Pirata Fuente cumplió 56 años. El arquitecto Juan Higinio Arrieta Gómez fue el encargado de realizar el proyecto, mismo que inició el 21 de abril de 1965 y culminó el 17 de marzo de 1967.

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El gobernador de aquel año, Fernando López Arias, ordenó la construcción de un estadio de futbol en la zona que sería llamada Ciudad Deportiva, pues a un costado se encuentra el estadio de beisbol y el complejo deportivo Leyes de Reforma.

En un principio era conocido como Estadio Veracruzano y su primer partido de futbol oficial se jugó en julio de 1968, donde los Tiburones Rojos se enfrentaron a Toluca, con un marcador de 0-0.

Una semana después, la afición pudo cantar el primer gol gracias al orizabeño José Luis Loco Aussín. El encuentro terminó en una goleada de tres goles a cero de los Tiburones Rojos sobre el Oro de Jalisco.

Y fue hasta el 22 de mayo de 1981 cuando el Cabildo de Boca del Río aprobó (gracias a la insistencia de Ricardo Becerra Meza La Chiva) renombrarlo como Luis Pirata Fuente, en honor al mejor futbolista que ha dado la entidad veracruzana.

La placa que le acredita su nuevo nombre está fechada en noviembre de 1981; sin embargo, fue colocada hasta mayo de 1982 y está acompañada de la frase “genio fuiste e inmortal serás en el futbol mexicano”.}

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