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Juchitán.— A toda prisa, Mauricio sacó a su padre dializado de entre los escombros de la casa de teja que colapsó ese 7 de septiembre. Como pudo lo puso a salvo y salió corriendo hacia la central de bomberos. En 20 minutos atravesó la ciudad de Juchitán ya en ruinas; no se detuvo, sabía que los minutos eran decisivos. La encontró convertida en un refugio para heridos. Esa noche de 2017 fue la más larga que ha pasado en sus 28 años de vida. Después, no dormiría por cinco noches más.
Mauricio Jiménez Flores es uno de los 15 bomberos que forman parte del Honorable Cuerpo de Bomberos de Juchitán de Zaragoza, uno de los ocho que posee el estado de Oaxaca y el único en el Istmo de Tehuantepec que está incorporado a la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca (SSPO).
Aunque la refinería Antonio Dovalí Jaime de Salina Cruz tiene su cuerpo de emergencia interna, al igual que la empresa Cruz Azul en Lagunas, los bomberos zapotecas de Juchitán son los únicos que atienden a 10 municipios del Istmo y tienen en sus manos las 200 mil almas de las personas que los habitan.
La noche del sismo, sólo seis bomberos estaban de guardia, el resto descansaba. Uno de ellos despertó debajo de los escombros y sus compañeros se enteraron cuando ya estaba en el hospital. Dos perdieron familiares y todos sufrieron daños en sus viviendas. Aun así el deber los obligó a abandonar a los suyos para salvar a los otros, a quienes exigían su ayuda para rescatar vidas y patrimonio.
“Esa noche fue muy larga y estresante, nadie se fue a su casa en cinco días. A penas y pestañábamos, por lapsos, algunos cerrábamos los ojos, pero las emergencias nos levantaban. Yo salvé a mi padre y corrí a ayudar a la gente. Nadie dejó la central, ni siquiera los que perdieron un familiar, el pueblo nos requería. No nos dimos abasto porque somos pocos, pero hicimos lo humanamente posible”, comenta Mauricio mientras se coloca su pesado traje amarillo.
Ni él ni sus compañeros se consideran héroes, pero aseguran que es un oficio por convicción, por amor al prójimo. Prueba de ello es su salario. Cada uno de ellos gana 4 mil 400 pesos a la quincena. Esa es la paga por arriesgarse todos los días, no sólo por el fuego, ahora también por la violencia.
Luego del sismo del 7-S, la emergencia más grande que han atendido, la preocupación que abraza a estos bomberos es quedar entre las balas cruzadas de grupos delictivos que hasta el momento han dejado más de 180 homicidios dolosos y todos los días cobran víctimas en la región más violenta del estado, según la Fiscalía General de Oaxaca (FGEO).
Lo anterior, porque al ser el único servicio de emergencia en el Istmo y al estar adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública, también participan en el rescate de víctimas de secuestro y en el levantamiento de cuerpos de ejecutados, con el riesgo de cruzarse con los sicarios o de ser interceptados rumbo al hospital mientras trasladan a algún sobreviviente.
Surge Central de Bomberos. Francisco Vásquez Jiménez , titular de la Central de Bomberos de Juchitán, recuerda que la historia de este heroico cuerpo comenzó hace más de 12 años, con tres voluntarios. Después de años de hacer conciencia y de llamar la atención de los gobiernos estatal y municipal se logró consolidar el proyecto de manera oficial.
“Comenzamos debajo de una árbol, luego nos dieron un edificio abandonado que era el Instituto de la Mujer, nosotros lo fuimos acondicionando. Es cierto, somos pocos en equipo y operatividad estamos al 40%. Mínimo deberíamos tener 50 bomberos para atender a 200 mil habitantes” explica el líder de los bomberos. “Aun así actuamos con eficiencia, nos capacitamos cada año y respondimos con profesionalismo ante la gran emergencia del sismo”.