Matamoros—El 6 de mayo, la pequeña Milagros de dos años fue trasladada por su padrastro a la clínica del Seguro Social en Matamoros, presuntamente porque se había caído. Sin embargo, los médicos detectaron un traumatismo craneoencefálico severo y golpes en el abdomen, por lo que arrestaron al hombre.
Una semana después, el 14 de mayo, Mili falleció. Para Carolina Ramírez, la madre de la niña, comenzó una lucha no sólo para sentenciar a quien era su pareja, también para reclasificar el delito: tardó seis meses en cambiar la acusación de lesiones graves a feminicidio.
“Tardé mucho en probarle a ellos [las autoridades] que tipificaran el delito, yo peleaba el de feminicidio”, comenta. Añade que apenas hace tres semanas se vinculó a proceso por feminicidio al presunto culpable, una lucha que no es única de Carolina.
Ariadne Lamont, vocera de la Red de Mujeres de La Laguna, señala que uno de los grandes problemas es la clasificación del delito.
Lamont pide a las autoridades que no se dejen ir por cuestiones como que la víctima está atada, que tiene un torniquete, “que investiguen, el crimen organizado también comete feminicidios. Le bajan de una forma artificial a la estadística”, opina.
Hasta octubre de 2019, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en Coahuila se habían registrado 21 feminicidios, nueve más que todo lo contabilizado en 2018.
Las denuncias por violencia de género registran un aumento de 411.4% en Coahuila, según cifras del SESNSP, pues hasta octubre habían 179 carpetas abiertas, contra 35 en el mismo periodo de 2018. Además, en todo el año pasado, la cifra fue de 51 denuncias.
El Código Penal de Coahuila establece una sanción de 20 a 50 años de prisión por el delito de feminicidio, mientras que a quien cometa homicidio calificado se le impondrá de 18 a 30 años de prisión.
“Pido la sentencia máxima, yo no pedí estar en esa situación, mi hija no pidió que la lastimaran. No se me hace justo”, dice Carolina.
Para la madre de la menor es mucha investigación cuando se sabe que su expareja estuvo sola con su hija. “Cada vez me piden dos meses, dos meses más para investigar. Me dan largas en la fiscalía. Hacen lo que quieren”, insiste.
Al menos el presunto feminicida de la niña Milagros lleva un proceso tras las rejas. No es el caso de Angélica Martínez Díaz, madre de Claudia, quien fue asesinada el 24 de diciembre de 2015 por su esposo Vicente, hoy prófugo de la justicia.
“Tiene orden de aprehensión pero anda libre y ya van a ser cuatro años”, lamenta Angélica.
Claudia y su esposo llevaban tres años separados, pero según cuenta Angélica, él no se hizo a la idea de que ella ya no quería nada con él.
“Era muy celoso, muy violento, hasta en el trabajo le ponía gorro. La insultaba y donde se la topara la intentaba de golpear”, recuerda.
Ella tenía 15 años, él 22 cuando se conocieron. Tuvieron tres hijos que hoy tienen seis, siete y nueve años. En los últimos tiempos Claudia decía: “Ya no tengo tiempo para estar enojada”, y por eso comenzó a separarse. Eso no le gustó a Vicente. “Era de él o de nadie”.
Angélica relata que tuvo que empezar a criar tres niños, pero al final, lo único que quiere es que las autoridades le muevan al caso, que le hagan justicia. Ya son cuatro años sin castigo para el culpable.