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Zacatecas.— Después de un año de estar en resguardo, la monumental efigie del Santo Niño de Atocha, de siete metros de altura y tres toneladas de peso, viajó de la Ciudad de México hasta la comunidad de Plateros, en el municipio de Fresnillo, para ser colocada finalmente en el Cerro de la Cruz, ubicado atrás del santuario principal.
Las autoridades eclesiásticas y municipales tienen planeada la bendición de esta gigantesca imagen para Navidad, por ser el día en el que se festeja al Santo Niño de Atocha, cuyo santuario es el tercero más importante del país en cuanto a la afluencia y turismo religioso, después de la Basílica de la Virgen de Guadalupe y de la Virgen de San Juan de Los Lagos. Monseñor Antonio Soto, párroco del Santuario de Plateros, explicó que el 25 de diciembre la bendición será oficiada por el obispo Sigifredo Noriega y que se estima ese día arribarán más de mil peregrinos.
El alcalde Saúl Monreal Ávila y monseñor Soto coincidieron en que la tardanza de que se trajera esta efigie a Fresnillo fue porque el iniciador del proyecto murió hace un año por Covid-19. Era un gerente de una empresa gasera, quien mandó elaborar esta escultura como un acto de fe, pero ésta no quedó pagada 100%, la cual tuvo un costo aproximado de 750 mil pesos.
En entrevista, el alcalde dijo que al enterarse de esta situación, ya que se corría el riesgo de que la imagen no se concluyera o que fuera rematada, el ayuntamiento de Fresnillo optó por intervenir y pagar más de la mitad del costo que estaba pendiente de cubrir, traslado, embalaje e instalación de la imagen, así como otros requerimientos, que en suma ascienden a más de 500 mil pesos.
“Valía la pena rescatar la imagen”, indicó, pues tanto el Santo Niño de Atocha como el santuario son lugares emblemáticos dentro del turismo religioso. Al acercarse las fiestas patronales, se tomó la decisión de concluir los pagos y trámites y se destinó como sede el Cerro de la Cruz, ubicado atrás del santuario, para crear un corredor turístico.
El traslado
En entrevista con EL UNIVERSAL, Paco Enríquez, director técnico del taller El Volador, donde se elaboró la escultura, dijo que hace tres semanas los clientes los contactaron para pedirles que se iba a retomar el proyecto y que requerían que fuera enviado a Fresnillo.
Explicó que la escultura del niño se dividió en siete partes para poder realizar el embalaje y se utilizaron dos camiones de 12 metros de largo para el traslado desde el taller, en Iztapalapa, hasta Fresnillo, Zacatecas.
Subrayó que desde un inicio la escultura fue pensada para estar al aire libre, aunque admite que sí le sorprendió que su lugar final sea un cerro. Refiere que el niño está hecho a base de fibra de vidrio y resina, por ser materiales de mayor aguante, además de que se pintó con solventes resistentes a los rayos UV.
Sin embargo, recomendó que se le construya un domo o una megavelaria para que la escultura esté más cuidada.
Dijo que le da mucha tranquilidad y entusiasmo poder entregar al Santo Niño de Atocha y que por fin haya llegado a Fresnillo, tras admitir que sí hubo incertidumbre sobre el destino final de esta efigie, ya que durante un año sus talleres fungieron como guardería del enorme niño, al cual siempre cuidaron con mucho cariño.