Bacadéhuachi, Sonora
Desde hace 10 años, los habitantes de Bacadéhuachi viven entre la expectativa, la esperanza y la nostalgia. Seguido ven entrar y salir personas de diversas nacionalidades que exploran sus cerros y se van. Por las noticias, los pobladores saben que en poco tiempo nada será igual.
Y es que cerca del rancho La Ventana, en la cadena montañosa de la Sierra Madre Occidental, está situada una reserva natural de litio de unas 4 mil 500 millones de toneladas, considerada de las más grandes del mundo.
Algunos habitantes piensan que dejarán de arrear vacas para emplearse en la mina de litio que se abrirá próximamente o planean prestar algún servicio o vender alimentos para resolver su situación económica.
Luego de estudios de factibilidad, obtener los permisos requeridos y asegurar el acceso a la tierra, la empresa británica Bacanora Lithium (en alianza con la china Ganfeng Lithium) adquirió los terrenos necesarios donde tienen 10 concesiones mineras en la zona conocida como La Ventana.
La empresa inglesa prevé extraer en Bacadéhuachi 35 mil toneladas de litio al año, lo que colocará a Sonora como uno de los máximos productores del mineral a nivel mundial.
De acuerdo con Jorge Vidal Ahumada, secretario de Economía de Sonora, Bacanora Lithium hará una inversión en una primera etapa de 420 millones de dólares en la que generará mil 200 empleos. En una segunda etapa, la inversión será de 380 millones de dólares, con la generación de mil empleos en la construcción, además de otros 490 en la mina.
“Las concesiones que están otorgadas, aunque no estén operadas, son válidas; en este caso (de Bacanora Lithium), la empresa tenía la concesión y tiene los permisos de agua, de uso de suelo, todos al corriente”, explicó el secretario de Economía estatal.
A su vez, el alcalde de Bacadéhuachi, Manuel María Madrid Galaz, (Morena) aseguró que este proyecto minero coloca en la mira mundial al municipio y ha creado grandes expectativas de empleo a los pobladores.
“Aquí hay mucha migración por la falta de oportunidades; la mayoría de la gente se tiene que ir, pero el principal problema es la desintegración familiar, ya que los varones tienen que salir a trabajar a Estados Unidos, Agua Prieta o Hermosillo, entre otros”, indicó.
El funcionario incluso comentó que hay más habitantes en la capital del estado que en la propia comunidad.
“Algunos ya han hablado de regresar a sus raíces cuando se asiente el complejo minero (…) Gente grande que vive aquí, dice que si no los aceptan para trabajar en la mina, prestarán algún servicio”, señaló.
Sin embargo, los residentes aún tienen sus dudas, pues aseguraron que tienen varios años escuchando sobre proyectos mineros. “La gente está esperando el trabajo y han recalado bastantes en camiones, han venido ‘dioquis’ (en balde) porque no hay trabajo, no hay nada que hacer aquí”, afirmó el agricultor Ricardo Valenzuela, de 70 años de edad.
Para Flora Jaime, ama de casa, este proyecto va a tardar: “tenemos desconfianza de que a la gente del pueblo no la empleen”. En contraste, Breny Moreno, empleada de Telégrafos, considera que el proyecto generará un despunte muy importante a nivel general, y que es algo extraordinario y sorprendente.
Con lo básico
Bacadéhuachi fue fundado por la desaparecida tribu indígena ópata y sus habitantes no cuentan con una sola fuente de empleo formal. La mayoría de las personas se dedica a la ganadería y a la elaboración de alimentos como queso, pan, tortillas que se venden entre ellos mismos; no hay muchas opciones.
A pesar de que este municipio está a 270 kilómetros de Hermosillo, se hacen de camino más de cinco horas, debido a las múltiples curvas, pendientes y voladeros que hacen riesgoso el viaje en una carretera de dos carriles.
La localidad está en la ruta de la sierra alta que conduce al vecino estado de Chihuahua; en una zona de riesgo, pues ahí son constantes los enfrentamientos entre grupos armados que buscan el control.
Hace unos meses, hombres armados entraron al municipio y no sólo acabaron con la tranquilidad de los habitantes, sino también con el único hotel de cinco habitaciones que había, por lo que desde ese entonces la Guardia Nacional y la Policía Estatal tienen más presencia en la zona.
En el envejecido pueblo rural todo es mínimo: Cuenta con tres policías municipales, quienes en promedio aplican 10 multas diversas al año. Hay un sólo centro de salud de atención básica con un doctor cada tres días.
También sólo hay un plantel de educación preescolar, una primaria y una secundaria. Los estudiantes que desean ir a la preparatoria deben hacerlo en Granados, un municipio vecino a 50 kilómetros de distancia, donde para llegar hay que cruzar un camino accidentado; por ello, los jóvenes se deben quedar internos en un albergue y regresar con su familia los fines de semana en un camión escolar del municipio. Estudiar la universidad es un triunfo, un lujo; algo excepcional.
A pesar de las dificultades, esta comunidad es católica y trata de mantener vivas sus tradiciones, como en Semana Santa y en las fiestas patronales el 7 de septiembre, cuando se realiza una cabalgata en honor a la santa patrona del pueblo: Nuestra Señora de Loreto.
“No sé qué estoy vendiendo”
Las primeras exploraciones en la zona iniciaron en 1994, asegura Miguel Terán, un ganadero que vendió sus tierras a la empresa Bacanora Lithium para el Proyecto Litio Sonora.
Recuerda que los primeros geólogos llegaron en carro de gobierno al rancho La Ventana, se llevaron muestras y volvieron ocho años después a medir y después no volvieron.
Luego, hace 10 años, Bacanora Lithium realizó los primeros estudios. Hizo como 115 barrenos, según relata don Miguel, quien dice que él les dio permiso y luego le ofrecieron comprar.
“Yo les dije: ustedes saben que están comprando y yo no sé qué estoy vendiendo. No se aprovechen de mi nobleza. Así fue como empezó la negociación, pero querían darme lo que vale cualquier terreno”, refiere.
Aunque no se le nota decepcionado, reconoce que pudo haber hecho una mejor negociación, ya que en últimas fechas se ha enterado de lo que hay en las mil 900 hectáreas de terreno que vendió y que ahora forman parte del proyecto Sonora Litio.
Por ahora, mientras no empiecen a explotar el mineral, don Miguel continuará manteniendo sus vacas en el lugar, pues eso está estipulado en el contrato. “Yo tengo derecho hasta que ya estorbe, pero ya compré otro terreno”. expresa con una sonri sa.
Luego bromea: “de repente nos fallaba la batería del carro y me decían, pues aquí tienes litio, pero yo sé de caballos y de vacas, pero no de litio”.