Apatzingán.— Las zonas de producción de limón en Michoacán se mantienen cooptadas por grupos del crimen organizado y a pesar de que el 18 de agosto los empresarios de esa cadena agrícola decidieron parar la producción por poco más de un mes, su clamor no ha sido atendido con efectividad.
Para los citricultores, el problema del cobro de piso y el precio fijado por los cárteles no terminará hasta que el Estado mexicano acabe con esas organizaciones delictivas.
A cuatro meses de que tomaran medidas radicales, los productores, empacadores y empresarios de transporte de carga pagan todavía el impuesto criminal.
Acabar con el cáncer o con el limón
José Ignacio Alcántar Ruiz es productor de una localidad rural del municipio de Apatzingán, encallada en la zona de guerra entre grupos del crimen organizado.
Cuenta que la tragedia para los pobladores, agricultores y las cuadrillas de trabajadores ya es insostenible, porque es estar a tres fuegos e intentar a diario sostener una cadena productiva en la que mandan los grupos criminales.
“Imagínese que por un lado tenemos a Los Templarios y por otro a Los Viagras, que a diario se echan chingadazos. Pero oiga, nosotros pagamos las consecuencias”, dice.
Confirmó que en varias poblaciones de ese municipio de Tierra Caliente los productores y empacadores le tienen que pagar extorsión a ambos grupos criminales.
“Para que quede más claro: le pagamos nosotros un peso por kilo de limón cortado y otro por kilo comercializado, pero a cada grupo. O sea: pagamos cuatro pesos por kilo.
“Y a veces nos paga el empaque 14 pesos por kilo y nuestros costos de producción son altos, por lo caro de los fertilizantes y pagar a trabajadores”, explica el productor.
José Ignacio tiene claro que si no pagan, no pueden cortar ni comercializar, por lo que el siguiente paso “es que nos maten, oiga”.
El productor también es propietario de una tienda de abarrotes y relata que la misma situación de extorsión sucede con todos los establecimientos comerciales.
Sostiene que los grupos delictivos son los que controlan la venta de productos, y “hasta tienen bodegas en las que los acopian”, para luego revender a la población.
“Y ay de nosotros si vendemos un producto que no les hayamos comprado a ellos, porque sabrá Dios qué son capaces de hacernos a nosotros y nuestra familia”, señala.
José Ignacio asegura que el gobierno sabe de esta situación y la permite, “y así como van las cosas o le entran y acaban con ese cáncer o de plano van a acabar con el limón”.
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En La Ruana ahora pagan paso
Buenavista es el municipio con más extensión de hectáreas sembradas de limón de todo el estado de Michoacán. Uno de sus principales bastiones para la producción es la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana.
Los habitantes, agricultores, empacadores y comerciantes vivieron por años bajo el yugo, primero de Los Viagras y después del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Como hace 10 años, pero sin armas, un grupo importante de pobladores se organizó hace tres meses para sumarse cívicamente al Ejército Mexicano.
El objetivo era “limpiar La Ruana” de criminales y recuperar su libertad, la paz y la tranquilidad, y así fue. “Hoy ya no hay ni criminales ni extorsiones”, aseguran.
Para los militares era de suma importancia la información que los habitantes les pudieran proporcionar, para no ser sorprendidos por la delincuencia organizada.
Juntos empezaron a recorrer el pueblo y se acabaron las extorsiones en el lugar, tanto a productores como a comercios.
Sin embargo, el problema no se acabó porque ahora si quieren sacar su mercancía del municipio, deben pagar lo que le dicen “cobro de paso”.
“Lo que le digo es que ahora ya pagamos al transitar con mercancía, limón u otro producto, al pasar por los lugares donde controla la maña”, explica Socorro Meza Ortiz, productor de limón.
Cuenta a EL UNIVERSAL que ahora los empaques tienen que mandar el pago de la extorsión a los grupos criminales cuando necesitan pasar por su territorio.
“En el caso de los citricultores de La Ruana, debemos pagar también una doble cuota para que los camiones en los que mandamos el producto lleguen a Apatzingán”, señala don Socorro.
Para poder circular en ese tramo de 51 kilómetros, los empacadores tienen que pagar un peso por kilo de limón a Los Viagras y otro peso por kilo a Los Caballeros Templarios.
Eso significa que para transportar su producto, las organizaciones criminales le cobran a los citricultores un total de 2 mil pesos por tonelada.
Un camión de carga traslada entre 40 y 45 toneladas de limón, por lo que pasar por esa ruta le cuesta a los citricultores entre 80 mil y 90 mil pesos por camión.
“Entonces, ya no pagamos extorsión en La Ruana, pero ahora las tenemos que pagar para circular por una carretera donde tienen el poder estos pinches lacras. Los corrimos de casa, pero son nuestros vecinos”, reclama don Socorro.
Operativos visibles, pero no efectivos
Para los productores y empacadores, así como para las cuadrillas de cortadores, los operativos de fuerzas federales y estatales son escandalosos, pero no efectivos.
Las fuentes consultadas dicen que, por el contrario, hasta les tienen miedo, porque ven a mandos de seguridad estatales convivir con los jefes de plaza y los líderes criminales.
“¿Así cómo, oiga? O nos chingan los malandros o nos chinga el gobierno, porque no crea que les hacen algo. Los ven pasar por las carreteras y por los pueblos y hasta los saludan”, reprocha Vicente, un comerciante de esa región de la Tierra Caliente michoacana.
La prueba de que no han sido efectivos los despliegues es que los productores de limón, empaques, transportistas de carga y comerciantes “siguen pagando cuotas”, enfatiza Vicente.
“Y ya no hablar de que a diario hay muertos, secuestrados, desaparecidos y vaya usted a saber qué tanto más. Así que para mí es puro teatro del gobierno”, recriminó.
Así, los productores de limón de Michoacán terminan el año como lo empezaron, pagando cuotas al crimen organizado.
Una fuerza criminal con un armamento más sofisticado
El poder de fuego del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) dio un brinco este año, según lo que se pudo observar en incursiones en Jalisco y Michoacán.
Sus ofensivas en la zona de Tierra Caliente, de Michoacán, eran con rifles de asalto y carros blindados; después, con Barrett calibre 50 montadas en vehículos con blindaje artesanal, conocidos como monstruos.
Este año atacaron a poblaciones enteras y autoridades con drones cargados con explosivos, y ahora cuenta con camiones de alto blindaje artillados con la ametralladora XM134 Minigun.
Una fuente federal de seguridad consultada indicó que ese tipo de ametralladora dispara hasta 3 mil proyectiles por minuto y es considerada una de las armas de guerra más letales.
La Minigun era, hasta hace poco, utilizada solamente para artillar a aeronaves de las Fuerzas Armadas y federales.
Sin embargo, en agosto pasado se vio por primera vez su uso. Durante un ataque a personal militar, el grupo criminal utilizó fusiles de asalto, explosivos y una amatralladora Minigun montada en camión blindado.
El arma se observa en imágenes captadas desde otro dron asegurado por las autoridades.
El 6 de octubre, EL UNIVERSAL dio a conocer las primeras imágenes de un camión equipado con esa arma.