Chilapa.— Este sábado en Chilapa se realizó la Caminata por la Verdad, Justicia y Paz, convocada por el Colectivo Siempre Vivos.
Antes de la protesta, encabezada por los hermanos Julián y Adrián LeBarón, se depositaron flores en honor a las víctimas.
Así, con los LeBarón, quienes el 4 de noviembre de 2019 sufrieron la pérdida de nueve familiares —tres mujeres y seis niños— a manos de presuntos integrantes de la delincuencia, marcharon los familiares de los desaparecidos y de los asesinados en esta tierra de Guerrero. Todos exigían lo mismo: paz y justicia.
En Chilapa, según el Informe especial sobre la situación en materia de personas desaparecidas y delitos vinculados que imperan en el municipio, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de enero de 2011 al septiembre de 2018 fueron asesinadas 632: 290 a balazos, 54 decapitados, 51 degollados, 20 desmembrados, 14 calcinados, siete por asfixia, 17 por traumatismo y del resto, 153, no se identificó la causa.
El informe muestra cómo el horror ha ido en aumento: 32 asesinatos en 2011; 26, en 2012; 35, en 2013; 25, en 2014; 115, en 2015; 104, en 2016, y en 2017 la cifra se disparó: 277 asesinatos.
Y a todo esto se le suman más de 300 personas desaparecidas.
La caminata comenzó en el crucero de la comunidad de Tecoyutla, sobre la carretera federal Chilapa-Zitlala, en el memorial de los desaparecidos, el lugar donde la noche del 29 de noviembre de 2014 hallaron dentro de una camioneta en llamas los cuerpos de Alejandrino y Hugo, los hermanos de José Díaz Navarra, vocero del colectivo de familiares desaparecidos de Chilapa, Siempre Vivos.
Caminaron hasta la plaza cívica, en el centro de Chilapa.
Marcharon juntos los parientes de la familia García Feliciano, cinco de cuyos integrantes, entre ellos una anciana y un menor, desaparecieron en la carretera de la comunidad Tlaltempenapa, en Zitlala, donde está un grupo armado que las autoridades vinculan con la organización criminal Los Ardillos.
Juntos también iban los familiares de los 30 jóvenes desaparecidos durante la irrupción de unos 300 hombres armados en la cabecera municipal de Chilapa. Además, los familiares de la última tragedia en el municipio: algunos de los parientes de los 10 trabajadores del grupo musical Sensación de Alcozacán, ocurrida el 17 de enero en la comunidad de Mexcalcingo, Chilapa.
Entre el contingente iba Camila, una mujer que busca a sus dos hijos. Por primera ocasión, marchó junto con su hermano Manuel, quien también busca a su hijo, desaparecido en mayo pasado.
A Camila primero le desaparecieron a su hijo mayor, Eduardo, cuando regresaba de Chilpancingo en marzo de 2015. Fue a la capital a comprar, tomó la urvan para Chilapa y hasta ahí se supo de él.
Javier, el hijo menor, desapareció cuando a Chilapa la tomaron por asalto los 300 armados. Era el 13 de mayo, Javier trabajaba como repartidor de una tortillería, cuando fue a dejar un pedido los armados lo pararon en un retén. Desde entonces no sabe nada de él. Camila duda que estén investigando la desaparición de sus hijos y, menos, que los estén buscando.
Don Manuel busca a su hijo Juan desde hace un año. Era el 13 de mayo, Juan se apuró a concluir su labor en la herrería que trabajaba con su papá, se bañó y salió a comprar unas tortas para comerlas en la casa de su novia.
Don Manuel tiene una sospecha que no lo deja tranquilo. Desde un mes antes de la desaparición de Juan, por las mañanas y por las tardes pasaba a “vuelta de rueda” frente a su herrería una patrulla de la Policía Ministerial.
La patrulla dejó de hacer rondines por su casa después de que Juan desapareció.
Hoy, Manuel caminó por primera vez junto con su hermana en la búsqueda de sus hijos.
La caminata llegó al centro, a la plaza cívica. Comenzaron los discursos. Casi todos coincidieron: paz, justicia para Chilapa.
“¿Cuántas personas más necesitan morir, desaparecer, huir para detengan este drama?”, preguntó María Elena Morera, presidenta de la organización ciudadana Causa en Común.