Playa Azul.— “En este último año, los habitantes de la isla le hemos pedaleado para poder sobrevivir”, narra don Juan, de 81 años.

El anciano habita en Playa Azul, una isla del municipio de Pijijiapan que se ubica a 89 kilómetros del epicentro que sacudió al estado el 7 de septiembre de 2017.

En este lugar, 80% de las viviendas registraron daños por el sismo, pero no ha sido visitado por ninguna autoridad.

Aquí, en la otrora paradisiaca isla, las viviendas siguen cuarteadas o ladeadas, el pequeño malecón es sólo un trozo de cemento y el muelle se hunde en el estero.

De los 298 pobladores, cinco recibieron tarjetas del Bansefi, y aunque los funcionarios aseguraron que el recurso sería de 30 mil pesos, los damnificados sólo pudieron cobrar 15 mil.

Horacio, otro de los habitantes, dice que ahí se vive del turismo, pero en todo el año “no vino nadie, los únicos visitantes fueron investigadores que querían saber sobre la formación de un volcán”.

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