Zacatecas.— “Hay una crisis de la radio en Zacatecas y en todo el país. Ha tocado fondo por la pérdida de creatividad y credibilidad. Se acabó esa magia, el romanticismo que la envolvía y eso nos pone en el verdadero peligro para que la gente nos apague: si los radioescuchas nos apagan, entonces la radio va a terminar por desaparecer”, sentencia Francisco Esparza Acevedo, director y cofundador de la radiodifusora Grupo Plata, y creador del Museo de la Radio.

Asegura que la radio es el medio más importante y penetrante que existe en México, porque llega a todos los rincones, a donde no llega la televisión, ni internet: “La radio no está compitiendo con las redes sociales, ni con la web, simplemente obliga a sumarse y reinventarse en la era de la tecnología”.

Considera que es el momento de rescatar “la esencia de la radio antigua”, y ese fue uno de los objetivos que hace casi tres décadas se impusieron él y su amigo Juan Enríquez, concesionario de las estaciones Estéreo Plata y Súper G.

Decidieron renovarse y cambiar la sede de la radiodifusora al municipio de Guadalupe, donde finalmente instalaron el museo, tras recolectar más de 50 radios, diversos acetatos, consolas, y ahora trabajan en reunir micrófonos, ya que su objetivo es montar una cabina de la época de oro para atraer y conectarse nuevamente con la gente.

Además, le han apostado a retransmitir las radionovelas Tres patines, El ojo de vidrio, Chucho El Roto, Kalimán, La verdadera conquista de la Nueva España y La hora azul, con buena aceptación, situación que les ha permitido ver que en todo este tiempo y ni con toda la tecnología se ha logrado crear nuevas obras que trasciendan.

La decadencia. Esparza considera que la decadencia de este medio se centró al entrar el siglo 21. Se dio pauta a “los contenidos basura” y se dilapidó la calidad en los locutores por la falta de compromiso, responsabilidad y respeto, la cual atribuye a que desde las décadas de los 80-90 se dejó de exigir la licencia certificada que expedía la Secretaría de Gobernación y la SEP, que permitía salir al aire, cuyos exámenes no sólo obligaban a tener buena voz, sino agilidad mental y cultura general.

Fue en 1978 cuando Francisco obtuvo su licencia de locutor: “Era como obtener un título y así poder salir al aire, de lo contrario el locutor y la estación podían ser sancionados”.

Estima que actualmente 80% de los locutores carecen de esa certificación; ahora el reto es contratar a personas más preparadas y rescatar los orígenes de brindar un servicio con calidad en lo musical, en contenidos y en lo informativo.

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