Acapulco.— Vivir de lavar ajeno ha sido un trabajo histórico en las mujeres de Acapulco, que desesperadas piden ayuda para que no se deje morir su fuente de empleo: una lavandería comunitaria con más de 50 años de historia.

Los emblemáticos lavaderos públicos del barrio La Fábrica, en la colonia Carabalí, por los que han pasado generaciones de acapulqueñas, resultaron afectados por el paso del huracán Otis hace un mes.

Los vientos derribaron la estructura metálica del inmueble y desde entonces al menos 20 lavanderas, entre viudas, madres solteras y adultas mayores lavan a la intemperie y padeciendo la escasez de agua que sólo les llega tres de los siete días de la semana.

Entre fierros retorcidos y escombros, la señora Hermelinda Astudillo de la Cruz lava ropa de un cliente del mercado de la colonia y narra que el huracán tiró el techo de la lavandería en la que ha trabajado 60 de los 84 años de vida que tiene.

“Con [Otis] estaba yo bien espantada y dije: ‘Señor, creo que ya nos vamos a perder’. Tardó como tres horas y se fue calmando. Estaba rece y rece, pero cuando amaneció vine y dije se cayó la lavandería”, relata la señora Hermelinda.

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Acompañada de su nieta Karina, la señora detalla que desde hace dos semanas las lavanderas de La Fábrica trabajan bajo los rayos del sol, sin que al momento alguna autoridad las apoye para levantar nuevamente la techumbre del histórico inmueble de la calle Coqueros.

Pese a ello, la mujer afirma que todos los días acude a lavar desde las ocho de la mañana porque no puede estar sin trabajar, aunque tiene dos hijos que la podrían ayudar.

“No puedo estar sin trabajar, cuando no trabajo me siento enferma, yo quiero estar trabajando, lavando; siempre tengo ropa, no acabo una y llega otra y me la traen. Me gusta lavar. Aquí lavamos de todo, como venga”, relata.

Narra que la lavandería se instaló originalmente para esposas de los trabajadores de La Fábrica, una empresa de hielo, pero después se convirtió en un lavadero público del que con el paso de los años muchas mujeres hicieron su fuente de empleo e ingresos.

“En mi época no íbamos a la escuela. En el tiempo que yo estuve de chamaca, los padres no se preocupaban porque uno fuera a la escuela como ahora. Yo llevo 60 años lavando, aquí me acabé”, recuerda la mujer.

Astudillo de la Cruz explica que cuando le llega su pensión de adulto mayor descansa unos días y luego vuelve a retomar su trabajo, porque le gusta ser lavandera tradicional como otras mujeres que ha visto pasar y que lamentablemente ya fallecieron.

“Aquí siempre ha sido puro lavadero. Ya hay pura nueva, pues todas las que lavaban antes ya se murieron. Yo tenía mis clientes y antes lavaba mucho, me iba con una comadre que tengo allá y me traía 12 docenas de ropa en la cabeza. Aquí la lavaba y al tercer día la iba a dejar, estaba yo joven. Ahorita nada más eso y esa docena me la pagan a 60 pesos”, refiere.

Los emblemáticos lavaderos públicos del barrio La Fábrica, en la colonia Carabalí, por los que han pasado generaciones de acapulqueñas, resultaron afectados por el paso del huracán Otis hace un mes. Foto: Valente Rosas/El Universal
Los emblemáticos lavaderos públicos del barrio La Fábrica, en la colonia Carabalí, por los que han pasado generaciones de acapulqueñas, resultaron afectados por el paso del huracán Otis hace un mes. Foto: Valente Rosas/El Universal

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Molesta el abandono

A unos metros de la señora Hermelinda, Diana Citlalli Castrejón, quien en su familia es tercera generación de lavandera, explica que los lavaderos del barrio se dividen en dos secciones: Aguas Blancas y La Fábrica.

Visiblemente molesta por el abandono de las autoridades, la joven que es madre soltera comenta que es la lavandería más antigua del puerto de Acapulco y está actualmente ocupada por mujeres que a diario buscan sacar el sustento para su familia.

“Nosotras volvimos a trabajar como a los 15 días que empezó a llegar el agua, 15 días sin lavar, pero empezamos a venir a sacar láminas, escombros, lodo, porque creció el canal y nos tiró cuatro bardas en la lavandería de abajo y por nuestros propios medios hemos estado sacando toda la basura”, expone.

Diana Citlalli detalla que las lavanderas cobran entre 40 y 50 pesos la docena de ropa lavada y cuando bien les va llegan a ganar entre 300 y 400 pesos diarios.

“Somos 20, pero las que estamos aquí del diario somos sólo 14. Yo soy la tercera generación, aquí estuvo mi abuela, mi mamá y ahora estoy yo. Yo soy la tercera generación. Es un modelo porque ya no hay lavanderías como esta, es la única que está, así como esta”, dice la mujer.

“Ya vienen las elecciones y todo Acapulco le vamos a recordar a los políticos lo que está pasando ahorita en este momento. Nos la van a pagar, los acapulqueños nos vamos a acordar de todo, porque a nosotros no nos regresan a ver”, advierte Diana Citlalli sobre 2024.

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