Zacatecas.- “Las mujeres no se embarazan para abortar, ni por ser promiscuas o unas locas que no quieren asumir el rol de madre como lo marcan los cánones moralistas”, dejan en claro las feministas que han dado acompañamiento a mujeres que “atravesaban por situaciones verdaderamente adversas” y decidieron abortar en Zacatecas, entidad que se resiste a despenalizar el aborto.
Las integrantes de estas redes de acompañamiento refieren que detrás de cada caso hay fuertes historias y motivos suficientes que orillaron a esas mujeres a tomar la decisión de interrumpir su embarazo antes o después de las 12 semanas, quienes acudieron con las feministas “buscando un abrazo, una orientación, sin redes de apoyo, sin conocimientos de los derechos que las protegen”, así que simplemente fueron abrazadas por las colectivas, pero jamás juzgadas.
Entre los casos que han visto las acompañantas hay vivencias de adolescentes hasta mujeres casadas que “bajo el yugo de una visión machista y moralista se les impedía decidir cuándo y cuántos hijos tener, por la falla de un método efectivo de planificación familiar y por situaciones de vida o económicas muy críticas”, pero al decidir interrumpir sus embarazos también se enfrentaron a la revictimización en las instituciones de salud.
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“La realidad es que los abortos voluntarios han ocurrido desde hace años en Zacatecas, siguen y seguirán ocurriendo ya sea de forma clandestina o asistida, pero se callan y se esconden por el temor al látigo de una sociedad tan conservadora como la nuestra”, explican algunas integrantes de varias colectivas que han dado acompañamiento y que pidieron el anonimato.
Coinciden que “esta visión moralista y absurda” ha influido fuertemente hasta en las esferas legislativas, ya que hace cuatro meses los diputados de diferentes partidos “hasta los que se dicen progresistas”, bloquearon y mandaron a la congeladora el dictamen de la iniciativa que buscaba despenalizar el aborto en esta entidad.
“Se impondrán de cuatro meses a un año de prisión a la madre que voluntariamente procure un aborto o consienta en que otro la haga abortar”, así reza el delito de aborto en el Artículo 311 del Código Penal del Estado de Zacatecas.
Cristela Trejo, abogada feminista, menciona que la redacción de ese delito que data de los años 80 “es anacrónico y es una burla, porque las causales son basadas meramente en criterios moralistas”, en referencia a que en ese artículo se establece que la pena será mayor cuando la mujer “tenga mala fama, que haya logrado ocultar su embarazo o que sea fruto de una unión ilegítima”.
La activista señala que lamentablemente los diputados locales prefirieron que se siga criminalizando a la mujer en el ámbito penal, cuando su trabajo es legislar con perspectiva de derechos humanos y apegarse a los criterios nacionales e internacionales en materia de derechos humanos y porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró que es inconstitucional penalizar el aborto.
Señala que los argumentos de los diputados se han basado más en sus ideologías personales, moralistas y religiosas, por ello, recurrieron a las prácticas dilatorias y a la burocracia legislativa, “porque también hay tintes políticos de por medio y nadie le quiere entrar (a este tema) previo al proceso electoral que se avecina”.
Sin embargo, la abogada advierte que las colectivas feministas también han trazado una ruta de defensa al usar todos los recursos jurídicos como los mandatos de la corte y los amparos que hay contra el Código Penal local hasta echar abajo cada obstáculo: “No sé cuánto se vaya a tardar en despenalizarse el aborto en Zacatecas, pero ya no serán años”.
Dentro de las asambleas feministas se ha acordado que en la Marcha del #28S se exhibirán con foto, nombre y partido a cada uno de los diputados y diputadas que frenaron en las comisiones el dictamen de la despenalización del aborto.
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Los acompañamientos
Varias colectivas se han destacado en brindar acompañamientos como Resistencia Radical Zacatecas que desde 2019 comenzaron con los primeros casos al ayudar “alguna amiga o conocida”, pero, al paso del tiempo entre todas han logrado crear una red de apoyo y se han convertido en gestoras ante las instituciones públicas de salud.
Incluso, han extendido sus redes dentro de las instituciones con algunas médicas que se han convertido en aliadas del movimiento, quienes cada que pueden hacen valer los derechos sexuales y reproductivos, pero, aún falta mucho camino por recorrer, porque saben que hay mucho personal que estigmatiza y bloquea cuando alguna acude a la interrupción del embarazo, por ello, la necesidad de regular este derecho y se capacite a todo el personal de salud.
Al tener conocimiento que la atención para la interrupción del embarazo se debe otorgar a quienes requieran este servicio dentro del territorio nacional, las feministas decidieron brindar ese acompañamiento a las mujeres que recurren a ellas: “no podíamos dejarlas solas”, explican.
“Un día, acudió a mí una jovencita de 16 años de edad con una situación muy complicada. Ella había determinado interrumpir el embarazo, pero sin decirle a su familia. Yo decidí arroparla, me dio temor que fuera a poner en riesgo su vida”, relata una feminista.
De inmediato le brindó la gestión con el trámite en uno de los hospitales públicos para que se le otorgara el misoprostol con los cuidados en casa, así que la comenzó a monitorear por medio del celular: “Sentía que era como mi hija. Estuve muy pendiente de ella, afortunadamente todo salió bien”.
Otro caso fue el de una mujer que había decidido no tener más hijos, pero falló el método anticonceptivo. Se percató que estaba embarazada cuando tenía entre 8 y 10 semanas y recurrió a una de las feministas para interrumpir el embarazo.
Se hizo el trámite para que se le otorgara el medicamento y la ingesta fue en su casa: “el problema es que algo falló, quizá faltó mayor dosis, no lo sé; lo cierto es que, aunque tuvo cólicos, pasaron algunas semanas se sintió mal y al acudir al ginecólogo, supo que seguía embarazada”.
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Nuevamente recurrió a las feministas y se tuvieron que hacer gestiones de otro nivel ante las instancias de salud para que se le practicara el aborto seguro, porque requería ser hospitalizada y ahí fue revictimizada.
Una mujer de escasos recursos por cuestiones laborales conoció a una feminista, así que un día se acercó a pedirle apoyo para interrumpir su embarazo, porque tenía más hijos y “su situación económica era realmente muy difícil”, además, acababa de descubrir que su marido, aparte de ser machista, le era infiel. Tenía pocas semanas de embarazo, pero vivía un momento tormentoso, no sólo por la infidelidad, sino porque sabía que traer a un nuevo hijo le complicaría más su situación laboral y no encontraría fácilmente un trabajo para sacar adelante a su familia.
La mujer le comentó apenada a la feminista que “llegó a darse sentones para ver si provocaba que se le viniera el producto y hasta pensó en tomar remedios”, pero, finalmente lo pensó bien y prefirió pedir ayuda para que fuera un aborto seguro.
Como estaba sin una red de apoyo y esta determinación se la escondió a sus familiares, la feminista también le brindó el acompañamiento en el cuidado de sus hijas pequeñas las horas que estuvo en el hospital.
Así, las colectivas se han convertido en acompañantas, guías, guardadoras de secretos y en un brazo de apoyo para esas mujeres que dejan ver la necesidad de que el aborto voluntario debe ser seguro, acompañado y legal: “No significa que al despenalizar el aborto en Zacatecas habrá filas y filas de mujeres abortando, solo es para evitar que sigan ocurriendo de manera clandestina y que dejen de ser criminalizadas”, sentencian.