Tierra Caliente.— Este 24 de febrero se cumplen 10 años del surgimiento de los y guardias comunitarias de Michoacán y del país.

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Pueblos enteros que se levantaron en armas con el fin de enfrentar el asedio del cártel de Los Caballeros Templarios.

A una década de distancia, muchos han dejado las armas. En algunas regiones de la entidad, la presencia y apoyo del Ejército Mexicano regresó la calma, a pesar de la violencia que emprendió desde hace tres años el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Es por eso que los pobladores advierten que mientras el gobierno les garantice la seguridad de sus pueblos, las armas estarán guardadas. “No están a la vista, pero sí a la mano”, aseguran.

En otros puntos del territorio michoacano, en la Costa y Sierra-Costa —donde se ubican los municipios de Coahuayana, Aquila y Chinicuila—, las guardias comunitarias se mantienen alerta ante los ataques de la delincuencia organizada. Los lugareños señalan que ni el Ejército ni la Guardia Nacional han hecho su trabajo en esta región para garantizar la seguridad.

El surgimiento

El 24 de febrero de 2013 un par de pueblos se levantaron en armas, hartos de vivir bajo el yugo criminal de Los Caballeros Templarios. Ese cártel operaba y cogobernaba en Michoacán con la ayuda de alcaldes, diputados locales, funcionarios estatales, cuerpos policiales y ministeriales coludidos.

También se apoderó de la fabricación y venta de drogas, así como de la producción y venta de aguacate, limón, mango, plátano y otros productos agrícolas.

Dos años antes, el 11 de marzo de 2011, Los Templarios anunciaron su conformación; un grupo criminal que surgió de la escisión de La Familia Michoacana, que entonces se daba por acabada.

Con mantas colgadas en diferentes puntos de Michoacán, Los Templarios hicieron su primera aparición. Desapariciones, extorsiones, asesinatos, despojo de tierras, secuestros, violación de mujeres y niñas, entre otros crímenes, eran parte de las prácticas diarias de esa organización criminal, dirigida por Nazario Moreno González, El Chayo.

Los criminales cobraban derecho de piso y extorsión por todo, desde la venta de tacos hasta por cada metro cuadrado de construcción en todas las viviendas.

Eso detonó el hartazgo de la ciudadanía y la lucha civil armada se fraguó en pláticas entre Hipólito Mora Chávez y Juan José Farías Álvarez, El Abuelo.

Ambos personajes, originarios de Buenavista y Tepalcatepec, respectivamente, tuvieron como enlace a un empresario ganadero: Ángel Gutiérrez, El Kiro.

El primer grupo apareció en la tenencia Felipe Carrillo Puerto La Ruana, liderado por Hipólito Mora. Casi de manera simultánea, el pueblo de Tepalcatepec se levantó en armas. En las siguientes semanas y meses, más de 32 pueblos se sumaron a ese movimiento para defenderse de los grupos criminales.

Apoyadas y certificadas por el gobierno federal, las autodefensas y guardias comunitarias depusieron las armas como civiles el 10 de mayo de 2014, y fueron constituidas como fuerzas rurales. Años después —con el asedio y la ofensiva del Cártel Jalisco Nueva Generación—, en muchas comunidades volvieron a tomar las armas, sobre todo en los municipios de Tepalcatepec, Los Reyes y Peribán.

Lo mismo ocurrió en Chinicuila, donde en septiembre del año pasado los pobladores fueron atacados y expulsados por el crimen organizado, el cual controla en su totalidad ese municipio.

En Aquila, los grupos de autodefensa conservaron su estatus como guardias comunitarias indígenas, y en Coahuayana, como guardia comunitaria.

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“Valió la pena levantarnos en armas”

Para algunos de los comandantes de las autodefensas, valió la pena haberse revelado ante la violencia que vivían. “Claro que valió la pena, oiga, porque si no nos hubiéramos levantado en armas, nuestros pueblos ya hubieran sido extinguidos por el crimen organizado”, dice uno de los comandantes de la guardia.

En Tepalcatepec recuerdan que de 2014 a 2019 vivieron con tranquilidad, una vez que desterraron a los grupos criminales que mataban, secuestraban y desaparecían personas, cobraban cuotas y los extorsionaban.

La tranquilidad duró hasta que el CJNG intentó irrumpir el 30 de agosto de 2019.

La ofensiva fue repelida por los pobladores, quienes junto con policías estatales y municipales frenaron el avance criminal. El saldo en esa ocasión fue de nueve sicarios muertos y 11 personas más lesionadas, entre pobladores, policías y delincuentes.

A partir de ese momento y hasta enero de 2022, los ataques con rifles de alto calibre y artefactos explosivos fueron constantes.

“Ahorita, gracias a Dios que el gobierno nos hizo caso y nos escuchó, y ya vamos para un año viviendo a gusto, como personas normales que somos”, reitera el guardia comunitario.

Aun así, los pobladores de Tepalcatepec dicen estar conscientes de que a diario hay un nuevo riesgo para sus comunidades y sus familias, por lo que advirtieron: “Mientras que el gobierno nos siga garantizando la tranquilidad y la paz que necesitamos, las armas están a la mano, pero no a la vista.

“Nosotros las guardamos. Le damos el respeto al gobierno”.

“Dios nos ha cuidado”

En Coahuayana, el asedio y los ataques criminales no cesan; sin embargo, la guardia comunitaria mantiene tasa cero en cuanto a incidencia delictiva.

Primero fueron Los Zetas, después Los Caballeros Templarios y, ahora, constantemente son víctimas de ataques del CJNG.

Ellos piden la intervención del gobierno estatal y federal para que hagan el trabajo de seguridad que les corresponde.

Héctor Zepeda Navarrete, comandante de las autodefensas en este municipio, recuerda que en un inicio, con el respaldo de la Federación, todo iba bien, pero luego fueron abandonados.

“Por muchos años se le pidió al gobierno que hiciera algo y nunca lo hizo”, reclama.

Zepeda Navarrete levantó al pueblo en armas luego de que su hermano fue asesinado por integrantes de Los Caballeros Templarios. Desde entonces, cuenta, la lucha por mantener la seguridad de Coahuayana ha estado a su cargo, a pesar de ser una tarea que le corresponde al Estado, al que recrimina su indolencia.

“No es que nosotros queramos traer armas o estar día y noche cuidando a nuestros pueblos, pero si no lo hacemos, nos matan. Así de simple”, dice.

“Hemos sobrevivido porque Dios nos ha cuidado. Todo ha salido bien porque no le andamos haciendo mal a nadie. Sólo estamos cuidando a nuestras familias”, remata.

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