Científicos en Estados Unidos pronostican que la zona muerta en el Golfo de México tendrá una extensión récord en 2019.
De acuerdo a las predicciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, en inglés), las región con un nivel extremadamente bajo de oxígeno en el golfo de México puede llegar a ocupar cerca de 20 mil 277 km cuadrados este año.
Eso, en contraste con los cerca de 15 mil kilómetros cuadrados que cada año promedia la zona muerta en el golfo de México.
Las zonas muertas, también llamadas zonas hipóxicas son áreas con niveles tan bajos de oxígeno que la vida marina se asfixia y muere.
Las zonas hipóxicas pueden ocurrir naturalmente, pero los científicos están especialmente preocupados por las creadas por la actividad humana, especialmente por la contaminación de nutrientes.
La zona muerta del golfo de México, una de las mayores del mundo, es consecuencia principalmente de la gran cantidad de fertilizantes usados por los agricultores en la primavera local.
La lluvia transporta el fertilizante hacia los arroyos y ríos, y estos los descargan en el Golfo. Los ríos también transportan aguas residuales de zonas urbanas.
Los nitratos y el fósforo usados en fertilizantes tienen un efecto clave una vez que llegan al golfo de México: estimulan un crecimiento explosivo de algas, que al morir caen al fondo del mar y se descomponen.
Las bacterias que descomponen las algas consumen oxígeno, en un proceso que reduce drásticamente el nivel del gas disponible para la vida marina.
Hábitats que normalmente estarían llenos de vida se transforman en desiertos biológicos, según la NOAA.
Por otra parte, el agua dulce del río y el agua salada del Golfo no se mezclan y se crea una barrera que impide la mezcla de aguas superficiales y profundas.
En otoño, cuando los vientos revuelven el agua las diferentes capas se mezclan nuevamente y esto hace que el oxígeno se reponga en la parte inferior, lo que permite el regreso de la vida marina.
Uno de los factores principales que explican la extensión record de la zona muerta en 2019 es el nivel inusual y elevado de las lluvias de primavera en la cuenca del río Mississippi.
Las precipitaciones causaron un flujo sin precedente en los ríos que transportaron nutrientes hacia el golfo de México.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) estima que este flujo extraordinario de los ríos transportó solo en el mes de mayo 156 mil toneladas métricas de nitratos y 25 mil 300 toneladas métricas de fósforo al golfo de México.
Esas cifras representan un aumento del 18% respecto al transporte promedio de nitratos y un incremento del 49% en el caso del fósforo.
La extensión de la zona muerta prevista para 2019 es cercana al récord de 2017, de 22 mil 729 km2.
La NOAA emite un pronóstico de zonas muertas cada año y refina la predicción con datos posteriores, ya que puede ser afectada por otros factores como huracanes y tormentas tropicales que mueven y mezclan las aguas oceánicas.
Se espera que el tamaño de la zona muerta en 2019 sea confirmado en agosto.
"Los modelos nos ayudan a predecir cómo la hipoxia en el golfo de México se vincula al ingreso de nutrientes desde la cuenca del río Mississippi", señaló Steve Thur, director de los centros nacionales de ciencia de costas oceánicas de la NOAA.
Las predicciones son fundamentales para medir el impacto del cambio climático.
"El flujo histórico de los ríos este año pondrá a prueba la precisión de nuestros modelos bajo condiciones extremas, que se estima serán más frecuentes en el futuro según la Evaluación Nacional del Clima", afirmó Thur.
La Evaluación Nacional del Clima analiza el impacto del cambio climático en Estados Unidos, tanto en la actualidad como en el futuro. El informe es elaborado por más de 300 expertos bajo la guía de un comité federal y es revisado por un panel de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
El informe predice un aumento en la frecuencia de precipitaciones muy intensas en el Medio Oeste y las grandes llanuras al este de las montañas Rocosas, así como en las regiones del sureste de Estados Unidos, lo que impactará el ingreso de nutrientes en el norte del golfo de México y el tamaño de la zona hipóxica.
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