Juchitán de Zaragoza.- La reacción fue de sorpresa de los funcionarios encargados de la Jurisdicción Sanitaria en el Istmo de Tehuantepec, los directivos del Hospital General Macedonio Benítez Fuentes e integrantes del ayuntamiento cuando un general del Ejército Mexicano les propuso alistar docenas de tumbas en los panteones del municipio. Eran los primeros días de abril, durante una reunión de trabajo para abordar el tema del Covid-19; el municipio zapoteca tenía cero contagios.
Tres meses bastaron para poner en acción esa sugerencia en Juchitán. Hoy, los nuevos sepulcros que una retroexcavadora hace en los panteones municipales contradicen en mucho a la cifra oficial de 15 fallecidos por Covid-19 que los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) muestran en sus tablas.
Existen tres veces más. La mayoría son personas que murieron en sus casas y cuyos casos no se reportaron a las autoridades sanitarias, sólo a la regiduría de panteones. Por los dichos de las familias se sabe que fallecieron con síntomas de coronavirus.
Y todo esto mucho antes de que, el jueves pasado, la Jurisdicción Sanitaria 2 del Istmo reconociera que se proyectan más de 21 mil contagios en la región y 5 mil pacientes hospitalizados. Las defunciones, por supuesto, no se contemplan en dicha estimación.
Sepulturas listas
La máquina amarilla, con suma precisión, cava 20 nichos marcados con estacas por los trabajadores de la Regiduría de Parques y Panteones del ayuntamiento de Juchitán en el nuevo panteón Lunes Santo.
Laureano Montero, el sepulturero, verifica que midan un metro 70 centímetros de profundidad y 80 de ancho, como debe ser.
Desde hace una semana, la normalidad cambió para Laureano, los sepelios ya no se realizan a las 10 de la mañana o a las cinco de la tarde, como marca el ritual de los zapotecas. Ahora lo despiertan a las cuatro de la madrugada para que abra y verifique un entierro por Covid-19.
“Como mueren de coronavirus, no importa la hora, inmediatamente me hablan para venir a abrir el panteón y que les asigne un lugar. Lo hago, pero con mucho miedo. Sólo les indico a los de la funeraria el lugar del muertito; yo no me meto, todo de lejos porque no tengo equipo de protección. Los familiares ven de lejos. Es muy triste ver a las familias solas, sin amigos, sin música, sin cohetes, despidiéndose en la oscuridad”, comenta Laureano.
La autoridad municipal decidió, como parte de su estrategia para resolver la saturación de los panteones principales —Domingo de Ramos y Miércoles Santo—, tener listos en los nuevos camposantos Lunes Santo y Extensión Domingo de Ramos, 40 tumbas para las víctimas del virus.
Más de 40 fallecidos
Jorge Valdivieso Luis, regidor de Parques y Panteones, lleva la cuenta precisa de las personas que se han sepultado en los cuatro cementerios y que murieron por la enfermedad, con diagnóstico sospechoso o por insuficiencia respiratoria: 44 en total desde el 14 de abril, cuando pereció Cuauhtémoc de Gyvés, trabajador del hospital de Juchitán. Esa cifra es hasta el lunes 6 de julio.
Tiene contabilizadas más de 20 personas sepultadas sin certificado de defunción; todas murieron en su casa sin saber las causas, sólo en algunos casos los familiares le confiaron que tuvieron problemas respiratorios. También tiene un reporte de cremación.
Antes de la pandemia, en Juchitán se inhumaban de dos a cinco personas a la semana, pero desde el 26 de junio las cifras aumentaron de tres a cinco personas al día.
“El viernes [26 de junio] tuvimos tres decesos; el sábado, cinco; el domingo, siete; en seis días son 24”. Asegura que desde finales de abril hasta el 6 de julio suman ya 44 sepultados por Covid, “las tumbas no mienten”, dice y agrega que alistan más nichos porque “habrá sepelios en las madrugadas”.