Mientras los niños brincan sobre los nuevos durmientes de cemento entre las vías del tren, a unos cinco metros de distancia los adultos viven entre la incertidumbre sobre el futuro de la colonia La Noria, ubicada entre Tehuantepec y Salina Cruz, al poniente de la carretera Transístmica.
En esa zona, donde confluyen otros pequeños asentamientos, como La Brecha, Pearson y Flor de Azalea, hay poco más de 200 viviendas, construidas desde hace 25 y 30 años sobre superficies de 300 metros cuadrados, mismas que están dentro del llamado Derecho de Vía del Tren Transístmico, que corre de Salina Cruz, Oaxaca, a Medias Aguas, Veracruz.
“Somos 10 en la familia y tenemos miedo de que nos saquen y no nos cumplan la reubicación”, advierte doña Zaira.
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Ella tiene su vivienda sobre el lado poniente de las vías que corren de norte a sur hacia el puerto de Salina Cruz.
En junio, recuerda, vinieron unos trabajadores con grandes máquinas a cambiar durmientes y rieles y extender el balastro o piedra de tren, como se le conoce. También abrieron zanjas en ambos extremos de los rieles y ya no las rellenaron. Ahora, los vecinos no pueden entrar hasta sus viviendas en ningún tipo de transporte.
“Si como dicen que nosotros estamos invadiendo su derecho de vía, eso no les da ningún derecho a destruir los accesos a nuestras viviendas. Varios dueños de automóviles ya se accidentaron en esas zanjas, otros colocaron un poco de tierra para rellenarlas, pero no se vale que desde ahora muestren ese desdén hacia nosotros”, dice Isidora Vega García, otra de las vecinas que considera un hostigamiento los actos de la empresa y del FIT, los responsables de la obra.
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Jugar entre las vías
A unos 15 metros del acceso oriente de esta colonia, que comparte nombre con otro asentamiento conocido como fraccionamiento La Noria, se ve un enorme claro como de 300 metros cuadrados que sólo conserva el letrero La Canchita. Se trata de una obra comunitaria que tuvo que ser derribada por los trabajos.
“En ese claro, ahí estaba una canchita de voleibol, de basquetbol, de futbol rápido y que servía para ejercicios de zumba, pero llegaron los trabajadores y destruyeron todo. Sólo nos dijeron que en dos meses volverían a reconstruirla. Esa obra nos costó a los vecinos que compramos cemento, arena y los accesorios. Han pasado cinco meses y nadie viene a reconstruirla, y por eso ahora los niños juegan entre las vías”, dice Isidora.
“Allá por el año 2000, el ferrocarril ya no corría, por eso muchos construimos aquí, nos decían que el tren ya no iba a funcionar nunca más y ahora nos quieren desalojar”, denuncia.
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Según Isidora, son poco más de 200 los vecinos que viven en La Brecha, Pearson y Flor de Azalea, y todos viven con la zozobra sobre qué pasará.
“Dicen que nos van a reubicar, pero nadie ha dicho cuándo y cómo. Vamos a esperar a las autoridades. Lamentablemente, la presidenta municipal Vilma Martínez [Morena] no ha querido intervenir”, dicen los vecinos. EL UNIVERSAL buscó a la edil, pero no se obtuvo respuesta.
Dos veces expulsado
En ese cruce del acceso a la colonia La Noria, las luces de un negocio de abarrotes y frutas iluminan tenuemente el símbolo ferrocarrilero “Cuidado con el Tren”.
Enfrente hay una nevería, al lado una estética, y sobre los rieles recién cambiados cruzan los automotores. Es el único punto donde no se han cambiado durmientes ni rieles.
Debido a las zanjas abiertas que dejaron los trabajos de modernización, actualmente se le dificulta atender a sus clientes, pero le incomoda más la incertidumbre que provoca la posibilidad del desalojo.
“Yo vivía allá atrás, en el fraccionamiento La Noria, pero después del temblor de septiembre de 2017, mi casa se dañó y me dio miedo seguir viviendo ahí y por eso me vine al taller que fundamos hace más de 20 años aquí en las cercanías del riel. Los abogados primero nos dijeron que nos iban a retirar para reubicarnos, que iban a reclamar 20 metros, después 15 y luego que el derecho de vía sería de 10. Nos preocupa todo”, dice.
De acuerdo con José Sánchez Pérez, director del Ferrocarril del Istmo, en el paso del Transístmico, tan sólo en el tramo de Salina Cruz a Tehuantepec hay poco más de 200 viviendas. La zona más compleja, aseguró a EL UNIVERSAL, es la colonia de Isidora y Moisés, donde hay casas hasta a un metro de las vías, pues con el paso de los años no se respetó el derecho de vía de al menos 15 metros.
Será la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano la que se encargue del reordenamiento para que pueda avanzar el proyecto, que ya tiene un retraso de entre ocho y nueve meses.