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Taxco, Guerrero
En la profundidad del Hotel Posada de la Misión en Taxco se guarda un tesoro. Sí: una mina con mucho oro, plata y cuarzo y, sobre todo, llena de cultura, de historias, de leyendas y de mitos. Es una mina que los nativos de Taxco, los chontales, explotaron en los años 1400 y que la cerraron para que no la tomaran los españoles.
La mina fue descubierta en 2013, cuando los dueños de un bar que estaba en lobby del hotel lo remodelaban. Era febrero. Los albañiles excavaban para bajar el piso del bar porque los parroquianos se golpeaban la cabeza constantemente con una viga. Ya había provocado muchos accidentes.
El plan cambió, la remodelación del bar se suspendió y comenzó la exploración de ese pozo. Bajaron y se dieron cuenta que había caminos. Se les vino la hipótesis más obvia: estaban ante una mina. Acertaron. Entonces, llamaron a ingenieros que trabajan para la empresa minera Grupo México y lo confirmaron, pero detectaron varias diferencias: habían trabajos de minería pero muy superficiales, muy rudimentarios, como algo que había pasado hace muchos años.
Posteriormente, dieron aviso al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). A la mina acudieron los antropólogos, primero pensaron que era una mina colonial, pero después confirmaron que se trataba de una mina 100% prehispánica.
El llamado
Alfonso Martín Macotello, hace cinco años era un rescatista de cavernas. Trabaja en Iguala. En abril de 2014 recibió una llamada para ofrecerle trabajo. Tenía que supervisar y apoyar a los 35 trabajadores que hacían excavaciones en la mina recién descubierta. No lo dudó, se trasladó a Taxco y desde entonces no ha vuelto a Iguala.
En los últimos cinco años Alfonso Martín ha subido y bajado cientos, tal vez, miles de veces esta mina. La conoce a la perfección.
Esta mina comenzó a conocerse hace cinco años apenas, hasta antes se pensaba que la más antigua era la de El Socavón del Rey, la primera que fue explotada por los españoles en Taxco.
Ésta no se conocía porque los chontales, cuenta Alfonso Martín, la resguardaron para evitar que los españoles también la explotaran pero, dice, hay indicios de que los antiguos pobladores de Taxco la trabajaron en los años 1400 y en los inicios de 1500.
La acción de los chontales provocó que hoy esta mina prehispánica esté llena de minerales y de historias.
Alfonso Martín cuenta cómo investigadores, antropólogos y geólogos han salido de la mina asombrados por su grandeza. Y eso es cierto: “Esta mina prehispánica es una belleza que transmite tranquilidad, que vibra de otra manera muy distinta a la de la superficie”.
Por ejemplo, recuerda, cuando un profesor de la Escuela de las Ciencias de la Tierra de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro) decidió hacer pruebas por su cuenta de lo que hay dentro de la mina. El resultado, dice Alfonso, fue sorprendente: la muestra arrojó que por cada tonelada de roca se obtienen tres gramos oro y tres kilos de plata.
Es una maravilla, dice, si se toma en cuenta que para que una mina sea rentable de ser explotada, se debe sacar medio gramo de oro por tonelada.
Otros geólogos, recuerda, también salieron asombrados cuando vieron que en un misma veta había oro y plata juntos, algo muy poco común.
Y lo mejor aun, sigue Alfonso, es que investigadores y geólogos han advertido que esta mina apenas fue explotada por los chontales en un 2%.
Esta mina fue abierta al público en abril de 2015 y hasta ahora se han explotado 180 metros: 45 para el recorrido de las personas y 130 para el rapel.
Esta mina por sí sola está resguarda: encima de ella está el Hotel Posada de la Misión, un edificio considerado patrimonio cultural por el INAH.
La historia
Uno de los valores más importantes de la mina es su historia. En ella están los hallazgos más claros de los nativos que poblaron Taxco, antes de la llegada de los españoles: los chontales.
En la mina han encontrado un telcopete (especie de canasto), que empleaban para sacar cosas a la superficie. Está aplastado y lo han resguardado como uno de los indicios más importantes del paso de los chontales.
Por ahora, los antropólogos investigan un montículo que se piensa que puede ser una tumba de uno de los chontales. Hasta ahora no hay certeza, pero está resguardado.
Alfonso Martín cuenta que también ha encontrado indicios de cómo los chontales trabajaron la mina. Utilizaron herramientas muy rudimentarias, con cuernos de venado amarrados en el extremo de un palo que les servía como pico, piedras como marros y recurrieron a una técnica que se le conoce como torrefacción, la cual consistía en calentar las piedras que no podían sacar a la superficie. La calentaban con carbón y luego le echaban agua fría y ese choque térmico provocaba que se fragmentaran; eso aligeraba la salida de los minerales.
Según las leyendas, las historias orales que ha recuperado Alfonso, los chontales entregaban a las mujeres el material y ellos continuaban el trabajo: molían las piedras hasta convertirlas en polvo, las dejaban reposar hasta que el metal subiera por sí solo. Lo fundía, lo hacían sólidos y después los llevaban a otros pueblos para hacer trueque.
Cambiaban los metales por los insumos, alimentos y animales sobre todo. La minería era para los chontales como ahora para los campesino su siembra, para sobrevivir. Cerraron la mina por la llegada de los españoles.
Según los registros, en el año 1521 llegaron a Taxco el Viejo frailes franciscanos y soldados de Hernán Cortés. En 1524 avanzaron a lo que ahora es Taxco, a donde está el Hotel Posada.
En 1527 los españoles hicieron los primeros trabajos de minería, con la minera El Socavón del Rey. Y con la bonaza de los metales se establecieron ahí, hasta desplazar a los chontales.
El rescate
Miguel Pérez Negrete y Antonio Hermosillo Worley fueron los primeros antropólogos del INAH que entraron a la mina. Era el 19 de mayo de 2014. Al mes siguiente regresaron para hacer un rescate arqueológico. Encontraron estos vestigios: un mecapal incrustado en la roca, un fragmento de madera que pudo ser una de las herramientas de los chontales y tres tiestos.
La mina quedó al resguardo del Hotel Posada de la Misión, pero le hicieron cuatro observaciones centrales: se restringió que se hicieran excavaciones o alteraciones al interior de la misma, que no se retirara material pétreo del lugar, que los restos de cestería hallados e incrustados ya en la matriz —que es imposible remover— no fueran alterados y que el recorrido no incluyera el caminar alrededor de ellos. Además, que cualquier hallazgo lo reportaran.
Al inicio los antropólogos dudaron que se tratara de una mina prehispánica: “La mina es 100% prehispánica. Al principio pensábamos que era colonial, pero al observar las técnicas de extracción visibles se determinó que no poseía técnicas de excavación colonial, era un enorme tajo de extracción de mineral durante la época prehispánica”, comentan.
La otra riqueza
Además de su riqueza natural y cultural, dentro de la mina hay otra riqueza: a 15 metros de profundidad está el banco de semillas Vicente Guerrero. Ahí, la Sociedad Mexicana de la Cuetlaxóchilt (SMC), la Universidad de Chapingo y la Asociación Nacional de Jardinería y Arreglo Floral guardan semillas de la Cuetlaxóchitl (la flor de Noche Buena), y otras flores.
Desde hace años, la SMC ha recolectado semillas de las plantas silvestres más antiguas de la Cuetlaxóchilt que hay en los barrios y colonias de Taxco y sus comunidades. La más primitiva es una de 100 años que está en el hotel Posada de la Misión. De ahí han sacado las “semillas madres” para preservar su pureza y lo silvestre. La Cuetlaxóchilt es otra de las herencias que los chontales dejaron a Taxco.