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Cuernavaca, Morelos
El autobús que trasladaba pasajeros de Cuernavaca a Cuautla paró en la colonia Cuautlixco, unos 3.5 kilómetros antes de la cabecera municipal, donde un viajero pidió descender. El hombre de 33 años huía de la justicia, pero la imagen de su rostro estaba en manos de todas las corporaciones policiales del estado, lo buscaban desde el sábado 10 de agosto como principal sospechoso del abuso sexual y asesinato de una niña de seis años.
Su cara se multiplicaba en redes sociales por una credencial a nombre de José Alfredo “N”, que los elementos de la Fiscalía Especializada en Feminicidio y de la Policía de Investigación Criminal encontraron en el cuarto que alquilaba en esa vecindad de la colonia Carolina, en Cuernavaca, donde se perpetró el homicidio.
En el cateo del lugar, situado en el mismo corredor donde dormía la víctima, también hallaron una solicitud de antecedentes no penales que tramitó en 2018, en la cual José Alfredo señaló un domicilio en el municipio de Cuautla, donde vivió con sus padres, hasta que se vio envuelto en investigaciones por el asesinato de un ingeniero.
La Fiscalía Especializada para la Investigación y Persecución del Delito de Feminicidio custodió una navaja tipo cutter con manchas hemáticas, así como un lazo con restos de sangre.
Pero los primeros indicios del supuesto responsable fueron captados por las cámaras de video del C5 de la Comisión Estatal de Seguridad, instaladas en la calle Ayuntamiento, por donde se le vio caminando con un tanque de gas butano al hombro, el cual robó en el domicilio donde vivía la menor con su abuelita, Gris.
En ese lugar se despojó de la camisa e intentó quemarla, pero finalmente desistió y la arrojó al suelo. Más tarde abandonó el sitio con el mismo pantalón y los zapatos.
Según la reconstrucción de los hechos, José Alfredo se dio tiempo para acudir a su trabajo de “viene, viene” en el centro comercial del Casino de la Selva, pero salió rápido del lugar porque uno de sus compañeros le avisó que unos agentes habían preguntado por él.
Del centro comercial regresó a los Patios de la Estación —una colonia de condiciones precarias—, con el dinero que obtuvo por la venta del taque de gas compró cerveza y deambuló por las calles por unas dos horas. Después caminó hacia la avenida Plan de Ayala y abordó el autobús que lo llevaría al municipio de Cuautla, a unos 54 kilómetros al oriente.
Un hombre “peligroso y vago”
“¿Por qué la mataste?”, preguntaron los agentes de súbito al presunto homicida de la niña de seis años.
—“Me reconoció, y por eso la maté”, respondió José Alfredo, imputado por el delito de homicidio calificado y abuso sexual.
—¿A qué te metiste al cuarto?
—A robar.
—¿Y qué te robaste?
—Un tanque de gas.
—¿Y por qué le hiciste daño a la niña?
—Me reconoció y me dijo: “Le voy a decir a mi abuelita”, contestó el procesado en su encuentro con agentes de la Policía de Investigación Criminal (PIC), en la Fiscalía Regional Oriente.
Ahí el presunto responsable negó la comisión de abuso sexual contra la menor, pero la Fiscalía Especializada afirmó que la acusación está sustentada en estudios periciales y muestras de semen encontradas en el cuerpo de la pequeña víctima.
En su descargo, José Alfredo aseguró a los agentes de la PIC que no recordaba con claridad lo que sucedió porque estaba alcoholizado, pero evocó con precisión la amenaza de la menor por acusarlo con su abuelita Gris, la mujer que renta un cuarto en la misma vecindad donde habita el detenido. Son cuartos situados en una especie de sótano porque la construcción se encuentra a la orilla de una barranca, y están en un terreno en declive.
Vecinos de la zona cuentan que doña Gris, la abuela, llegó a ese lugar hace casi un año y encontró trabajo haciendo tortillas a mano en un negocio que se encuentra a menos de 30 metros de la vecindad, frente al panteón municipal de La Leona.
José Alfredo es conocido en ese barrio como un hombre con problemas de alcoholismo y adicción a las drogas, pero sobre todo con una percepción de “peligroso y vago”. Es posible que por esas características sus vecinos lo mencionaron de inmediato como uno de los principales sospechosos del crimen.
Ese sábado, hacia el mediodía, la menor de edad acompañaba a su abuela en la tortillería, como todos los días desde que llegó de Chilpancingo, Guerrero, a pasar las vacaciones con doña Gris. De repente dijo que iría a dormir al cuarto.
Es posible, dicen, que la niña se haya aburrido por el calor que despide el comal de las tortillas o porque el espacio reducido del comercio limitó sus juegos imaginarios. “Ahí jugaba, se distraía o cantaba”, comenta una trabajadora mientras señala el sitio donde solía sentarse la menor.
En dos o tres ocasiones doña Gris preguntó a los vecinos sobre su nieta. “Todo está bien, doña, está dormida y tapada”, le respondieron, pero nadie se dio cuenta cuando José Alfredo irrumpió en el domicilio y le causó daño.
En la audiencia de vinculación a proceso, realizada el jueves, el Ministerio Público dijo que el agresor de la menor LM —las siglas de su nombre—, le infligió “lesiones infamantes y denigrantes”, además de unas 25 heridas con arma punzocortante en cuello y brazos.
Los gritos de la niña, según datos de la investigación ministerial, fueron ahogados mediante la colocación de trapos en su boca, que le provocaron una broncoaspiración.
El cuerpo inerte y con sangre fue descubierto pasadas las 16:00 horas, de acuerdo con vecinos del lugar que acudieron en apoyo de doña Gris, y después llegaron policías preventivos y más tarde, alrededor de la 16:40 horas, arribaron paramédicos, pero sólo concluyeron que la pequeña no tenía signos vitales.
La Fiscalía General del Estado (FGE) informó que a las 17:04 horas recibió el reporte de una menor sin vida y a partir de ese momento comenzó la búsqueda de José Alfredo, que para entonces vendía el tanque de gas robado a comerciantes ambulantes.
La detención
Cuando José Alfredo bajó del autobús, en Cuautlixco, sabía que lo buscaba la Policía y sus pasos se aceleraron hacia la casa donde vive su madre con su pareja. Dos camionetas de la Policía de Investigación Criminal (PIC), adscritas a la Fiscalía Regional Oriente, rondaban la zona porque buscaban la misma casa.
Las primeras investigaciones los condujeron a la colonia Emiliano Zapata de Cuautla, donde José Alfredo vivió con sus padres, pero los vecinos informaron a los agentes que la señora se había mudado a Cuautlixco.
Las camionetas partieron hacia ese lugar y cuando doblaban una esquina un hombre volteó a verlos y caminó más rápido, luego comenzó a correr, cuentan agentes que participaron en la detención.
Cuando lo alcanzaron sacaron la fotografía que portaban sobre el presunto responsable del crimen en Cuernavaca y decidieron llevarlo a la Fiscalía Regional Oriente para realizar los trabajos de identificación. José Alfredo llevaba consigo una navaja, parecida a la 007 pero más pequeña, no portaba identificaciones y vestía con las mismas características proporcionadas por la Fiscalía Especializada en Feminicidio y la Policía de Investigación Criminal que llevaba el caso.
En el cruce de información la PIC de Cuautla obtuvo copia de la solicitud de la carta de antecedentes no penales que tramitó José Alfredo, en cuya redacción detalla un tatuaje que tiene en la parte izquierda de la espalda con el nombre de una mujer. En la revisión corporal certificaron el grabado con el nombre femenino y así confirmaron que tenían al hombre más buscado en esas últimas horas.
Otro homicidio
En la búsqueda de antecedentes penales de José Alfredo, la PIC encontró una investigación con fecha de febrero de 2012 y número de carpeta CT-UIDD-C/585/2012, correspondiente al homicidio de un hombre cuyo cuerpo fue desmembrado y su cabeza arrojada en una zona alejada del sitio del crimen.
La víctima portaba credenciales con el nombre de Martín Gutiérrez Franco y su homicidio, según la ficha oficial, se cometió en el interior de la taquería del padre de José Alfredo, situada en la avenida Insurgentes de la colonia Emiliano Zapata, en Cuautla.
Las investigaciones de la PIC concluyeron que la noche anterior al crimen, José Alfredo y la víctima convivieron e ingirieron bebidas embriagantes, y el único que tenía llave de la taquería era el ahora imputado del homicidio de una menor de edad.
“En el interior de un negocio sin razón social, dedicado a la venta de tacos, se encontró al occiso semidesnudo, cubierto con un plástico y una bolsa negra, sin cabeza ni genitales y con un corte a la mitad del muslo derecho.
“Posteriormente la cabeza de dicho cuerpo se localizó en una bolsa negra sobre la calle Vicente Suárez de la colonia 12 de Octubre”, se lee en la carpeta de investigación.
Se informó que con esos datos, es posible que la Fiscalía General del Estado abra un nuevo proceso en contra de José Alfredo o, en caso de que las investigaciones lo permitan, libren una segunda orden de aprehensión por el delito de homicidio calificado.
El jueves un juez lo vinculó a proceso, concedió cuatro meses para el cierre de la investigación complementaria. José Alfredo permanecerá recluido en el Centro de Reinserción Social Morelos.