Chilpancingo.-
Los comerciantes de la capital de Guerrero quisieron volver a la normalidad pero militares y policías se lo impidieron. Desde las 8 de la mañana, comenzó el juego de las atrapaditas que han jugado en los últimos dos meses los dueños de los negocios y las autoridades.
En el mercado central Baltazar R. Leyva Mancilla unos 300 comerciantes abrieron sus negocios que desde hace 20 días las autoridades los cerraron por considerarlos “no esenciales”. De inmediato llegaron policías y militares a volverlos a cerrar.
Al mismo tiempo en el centro ocurría algo similar: 300 comerciantes intentaron abrir y policías y militares lo impidieron.
El gobierno de Guerrero decretó que este primero de junio nadie volvía a la “nueva normalidad”, a excepción de la minería y la obra pública, todos seguirían encerrados en sus casas, aunque eso en Chilpancingo muchos lo ignoraron.
El regreso, anunció el gobernador, Héctor Astudillo, será hasta el próximo 15 de junio si hay condiciones porque Guerrero apenas entró en momento más critico de la pandemia.
Los comerciantes intentaron volver este lunes porque, aseguran, así lo acordaron con el alcalde, Antonio Gaspar Beltrán.
Ante el incumplimiento, los comerciantes del mercado y del centro marcharon y se plantaron por más de seis horas fuera del ayuntamiento para buscar una salida.
“A mi no me han dado ninguna ayuda y a estas alturas no quiero que me la den, lo que quiero es que me dejen trabajar”, dice Esperanza Araujo Castro, una comerciante de venta de zapatos en el centro de Chilpancingo.
Esperanza desde hace un mes y medio cerró su negocio, pero como muchos, cuando los operativos estaban en el otro lado de la ciudad lo abría para vender un poco o hacer entregas que ya tenía pactadas.
Pero, dice, ya no puede más. Los ahorros que tenía se le terminaron, pagar 13 mil 500 pesos de renta, luz e internet la tienen en el borde la quiebra, sin contar la deuda que tiene con sus proveedores.
Esperanza dice que en esta pandemia lo que más le molesta es la falta de empatía de las autoridades. “Nosotros entendemos que es difícil apoyar a todos, pero lo que no se vale es que todo este tiempo nos estén hostigado, nos estén tratando como delincuentes, eso no se vale”, dice Esperanza en una orilla del tumulto que formaron sus compañeros fuera del ayuntamiento.
Desde que se decretó el encierro voluntario y el cierre de negocios no esenciales, como el de Esperanza, los comerciantes y las autoridades han mantenido una lucha permanente.
En las banquetas del centro, los comerciantes sacan un poco de sus mercancías y mantienen la cortina entre abierta, listos para bajarlas cuando pasen los policías y militares. Por momentos parecen ambulantes que se han sembrado en las cortinas de sus locales.
Eso hace los que están resistiendo, otros de plano ya sacaron sus cosas de los locales porque no pudieron seguir pagando las rentas.
“Una de las propuestas que le queremos hacer al alcalde es que hable con los dueños de los locales para suspendan los pagos o que el mismo gobierno le pague directamente, que no nos den nada, las rentas muchos nos están ahogando”, dice Eliseo Romero Ávila, un comerciante del centro.
Otra propuesta, dice, Eliseo es que les permitan abrir por lo menos algunas horas al día, sólo para obtener lo suficiente para pagar la renta y los gastos de sus casas.
Eliseo y su esposa intentaron cumplir con el confinamiento, tenían ahorros, pero no resistieron, tienen cuatro hijos y una bebé de brazos que necesita pañales y leche todos los días, así que tuvieron que salir a las calles otra vez.
Este lunes no hubo la sensación de ningún regreso, todo siguió igual: decenas de personas en las calles, las largas filas en los bancos se mantuvieron, en trafico fue espeso por momentos y los comerciantes luchando por abrir por lo menos unas horas. En Chilpancingo muy pocos han hecho caso a las recomendaciones sanitarias, acá por momentos da la impresión que el país no está metido en una emergencia sanitaria.
Ellos podían regresar a trabajar pero los corrieron
Unos 40 trabajadores de la empresa Komatsu Maquinarias de México, que presta servicio a la minera Media Luna, fueron despedidos este lunes.
El despido ocurrió cuando el semáforo sanitario permitía el regreso de las actividades de la mineras y la construcción.
Un grupo de trabajadores protestaron afuera de las oficinas de la empresa. Explicaron que regresaron a laborar el 19 de mayo, rehabilitando las máquinas que este lunes comenzarán a operar la mina, sin embargo, en ese tiempo, cuatro empleados comenzaron a tener síntomas de Covid-19 y los mandaron a cuarentena. Entonces pidieron un bono de alto riesgo por la posibilidad de contagiarse de coronavirus. La respuesta de la empresa Komatsu fue el despido.