Acapulco.— Las calandrias y La Quebrada, dos emblemas turísticos en el puerto de Acapulco, están heridos por Otis, pero los habitantes tienen la esperanza de que podrán recuperarse pronto.
Por el momento, los tradicionales carruajes iluminados que recorrían la Costera Miguel Alemán están detenidos y los clavadistas, sin turistas y sin público que aplauda sus lanzamientos al mar.
En un terreno ubicado entre hoteles de lujo de la Costera Miguel Alemán, Gustavo Rafael Maitorena Peña cuida seis calandrias afectadas por los vientos del huracán que, al momento, ha dejado 46 muertos y 52 desaparecidos.
Sentado en una calandria, pide al gobierno que voltee a ver a los calandrieros, que representan una tradición acapulqueña desde la década de los 60.
Cuenta que antes del huracán circulaban 57 calandrias sobre la costera, con paseos a diferentes puntos de la avenida, como la Diana Cazadora y el Parque Papagayo. Sin embargo, ahora están paradas por daños en la iluminación, audio y llantas, por lo que, dice, se requieren al menos 10 mil pesos de inversión para poder reparar cada uno de los vehículos.
“No creo que esté en riesgo esta tradición, pero sí necesitamos una mano para que se levante, porque esta tradición es de años y aquí sigue, y yo siento que las calandrias le han dado vida a Acapulco año con año, generación tras generación. Primeramente Dios, esto se levante”, expresa.
Maitorena Peña recuerda que muchos artistas se han paseado en las calandrias de Acapulco, como Andrea Legarreta y Rafael Inclán, entre otros.
“Cuando se hacía el Festival Acapulco yo estaba chavalito, y mi padre también fue conductor de calandria, y venían artistas de buena talla. Nosotros los Guapos hicieron apenas sus escenas y se les brindó el servicio, incluso hubo escenas de las calandrias con los caballos. Las calandrias siempre han sido un atractivo que hasta en películas hemos salido.
“Primeramente Dios, esto se levante. Esto afectó más que Paulina”, insiste Maitorena Peña, mientras revisa su calandria.
En La Quebrada, uno de los puntos obligados en los viajes a Acapulco, los clavadistas tuvieron su primera reunión el martes pasado, después del golpe del huracán Otis, para analizar su futuro.
Luego de hacer limpieza en la zona, acordaron migrar con sus familiares a otros municipios y estados, mientras se reactiva el turismo en el puerto de Acapulco.
Calculan que la actividad turística estará frenada lo que resta del año y esperan que se restablezca en por lo menos dos años.
Para obtener dinero en el futuro próximo, dicen que rentarán el espacio para la grabación de un programa de televisión y con eso crearán un fondo para repartir entre los 49 clavadistas, de los cuales 30 son veteranos y 19 son jóvenes, pues de momento se quedaron sin su fuente de trabajo y de ingresos.
Uno de los clavadistas que ya está retirado recuerda que fue el 12 de octubre de 1936 cuando empezaron los espectáculos de clavados en La Quebrada, y desde ese año no había vivido una situación como la que dejó Otis.