estados@eluniversal.com.mx
Guadalajara.— Con trazos torpes, su nombre está escrito con tinta de plumón sobre la lápida que sella su cripta: José Guadalupe Cruz Zamora. Hasta ahora es el único identificado de los 322 cuerpos que el gobierno de Jalisco mantenía en un par de cajas frigoríficas de tráiler.
José Guadalupe tenía 37 años, no se sabe cuándo ni por qué murió, pues no hay investigación de su caso; sólo se intuye que fue de forma violenta: “No es posible determinar la causa de muerte debido a la falta de elementos anatómicos”, indica su acta de defunción, donde por un requisito administrativo se estableció que la fecha de su fallecimiento fue el 7 de junio de 2018; día en que sus restos y los de siete personas más fueron rescatados de una fosa clandestina en El Salto.
“Es una vergüenza, en mi opinión, que tengamos un país con tantos desaparecidos y todavía no nos podamos poner de acuerdo con el cruce de la información [forense], es vergonzoso decirlo en este foro, pero las verdades no se deben ocultar”.
Según el acta de defunción de José Guadalupe, alguien que no es su familiar, un hombre de 35 años, fue quien lo identificó el domingo 23 de septiembre, un día después de que las autoridades estatales lo dejaron en el cementerio. Para el lunes 24, la encargada de despacho de la Fiscalía, Marisela Gómez Cobos, declararía que tras ser identificado, fue entregado a su familiares, quienes solicitaron apoyo para poder dejarlo en el nicho que ya ocupaba.
“Diario están trayendo gente, los meten cuando el panteón está cerrado, luego cierran la cripta con ladrillos, ponen la tapa y lo sellan”, dice uno de los sepultureros.
El plan de las autoridades era llevar cada día al menos 20 cadáveres a los panteones de Guadalajara y El Salto, y que el 15 de octubre ningún cuerpo estuviera en frigorífico, pero hasta ayer sólo habían trasladado 33.