Tula.— Javier y Martha se casaron en 1962; entonces, empezaron como la mayoría de las parejas: sin nada. Hoy, 59 años después, están igual, sin nada. El agua les arrebató no sólo su casa, sino todo lo que ahí tejieron: sueños, recuerdos y un hogar donde pasar su vejez. Ahora, el gobierno federal pretende darles sólo 10 mil pesos para compensar el esfuerzo de toda una vida perdido.
El 6 de septiembre los Nieto Sánchez descansaban en su vivienda en la calle Manuel Doblado número 6, en el centro en Tula. Mientras el matrimonio de adultos mayores dormía, afuera todo se inundaba.
Ellos, como muchos de sus vecinos, lograron esa noche ponerse a salvo, pero no tuvieron tiempo de rescatar nada de su patrimonio familiar.
Desde ese día, Javier ha estado triste. Su casa fue considerada con daño estructural y pérdida total, lo mismo que los muebles, aparatos y la ropa. La semana pasada visitó lo que fue su hogar, donde vivió por casi 60 años y crió a sus dos hijos. Al ver la destrucción de su vivienda, no pudo contener el llanto.
“Él está consciente de que a estas alturas de la vida no podrá reponerse, ya no le quedan fuerzas para levantar nuevamente un patrimonio”, lamenta María Elena, su nuera.
“Nosotros estuvimos con ellos en la casa y no paraba de llorar. Con 84 años él y mi suegra con 78 años piensan en qué será de ellos de ahora en adelante.
Una vida de trabajo
Javier de joven trabajó en una cementera de la región. Entonces tenía un buen salario y pudo comprar y arreglar la vivienda que construyeron sus suegros. Al salir de la fábrica ingresó a la administración pública, donde laboró durante 23 años.
Con su trabajo, el matrimonio pronto se hizo de sus muebles y pertenencias, entre ellas la más preciada por Javier, un auto Caprice modelo 1976 de colección, el cual quedó inservible.
La vivienda de don Javier y doña Martha era la casa de los abuelos, donde celebraban cumpleaños, Navidad, donde la familia se encontraba por gusto o por alguna emergencia. Hoy, esa casa ya no es habitable.
En la fachada hay un letrero en el que está el número de la vivienda y la calle, y también señala: “Daño estructural”.
“Es difícil ver cómo se acabó todo. Uno no da crédito a cómo se pudo perder todo el patrimonio. La humedad no se sale y permanece el olor, ya son dos meses y no hay manera de que la casa se pueda rescatar”, explica María Elena.
Una ofensa, más que un apoyo
El pasado viernes 5 de noviembre algunos damnificados recibieron una llamada para acudir al auditorio adjunto de la presidencia municipal porque les avisaron que el gobierno federal les entregaría un apoyo.
A Javier nadie le avisó. Su nuera, cómo muchos afectados en Tula, se enteró a través de un grupo de WhatsApp.
La sorpresa fue mala. Los 10 mil pesos que repartieron lo consideran una ofensa más.
La población no quiere apoyos, quieren que se restituya el daño porque, insiste, la ciudad no se inundó por las lluvias, la inundaron.
“¿Qué vamos hacer con 10 mil pesos? No sirve ni para una buena estufa”, insiste.
María Elena acudió ese día con Javier. Relata que el personal de la Secretaría del Bienestar los obligaba a firmar, pues de lo contrario no les entregaban el cheque, que estaba acompañado por un formato con la leyenda de “liquidadora”.
“Parecía que mendigábamos el dinero. Si preguntábamos algo nos decían que ellos no sabían, que a ellos sólo los habían mandado a pagar”, explica.
Asesorado por un abogado, Javier escribió que sólo recibía un apoyo. Pero desconocen si esto les podrá ayudar en una eventual demanda que realicen.
“Es una humillación darle a la gente 10 mil pesos. Todos lo recibimos porque no nos queda de otra, pero quien autorizó esto no tiene empatía de nada”, detalla María Elena.
Agrega que el dinero que les dieron tenía el fin de calmar los ánimos para que la gente recibiera bien al presidente Andrés Manuel López Obrador, que realizaría una visita al municipio, pero eso no sucedió y la indignación creció.
“El Presidente dice que estamos bien atendidos..., pues no sé quién le dijo eso. Es una mentira, y él no se bajó a la ciudad, no recorrió las casas y tampoco permitieron que habláramos con él”, lamenta.
Hoy, la familia Nieto Sánchez, como muchas otras de Tula, está en la incertidumbre, con miles de pesos perdidos en un hecho del que no fueron responsables y sólo han recibido 10 mil pesos que no alcanzan para paliar el dolor físico ni el del alma.
Lee también: “Marlén regresó a buscar sus llaves”, despiden a joven fallecida en explosión en la Pensil