Tula.— Sentado en las vías del tren frente a su casa para evitar que entren los ladrones y se lleven lo poco que le queda, Antonio Ernesto Hernández de la Paz mira incrédulo los estragos de la inundación y espera pacientemente a que el agua del río Tula que se metió a su vivienda baje de nivel, para ver si puede rescatar aunque sea algo de sus pertenencias.
“Se metió el agua, se desbordó el río, nos llegó hasta la cintura; como pudimos sacamos a mi mamá. Todo es pérdida total, lo que traemos puesto es con lo único que nos quedamos”, lamenta.
Cuenta que vio una buena oportunidad de vivir en el estado de Hidalgo, debido a que la casa de un primo estaba deshabitada y le pidió que la ocupara para que se la cuidara de los ladrones, “porque aquí hay mucha delincuencia y se metían a robar”.
Con la playera, el suéter y los pantalones todavía húmedos, el joven mexiquense afirma que la tragedia ocurrió muy rápido y no les dio tiempo de sacar sus pertenencias.
—¿Qué es lo que se les quedó dentro de la casa?
—Muebles, ropa, zapatos, dinero, televisión, todo. También teníamos dos perros, uno ahí anda, pero desgraciadamente el otro no pudo salir, se brincó, pero no alcanzó a librarla y la marea se lo llevó.
Antonio Ernesto indica que lo que más le duele es que las cosas que con esfuerzo se había ganado se perdieran tan rápido.
“Teníamos un techo donde dormir y ahora ¿dónde nos vamos a quedar? Con los abuelos no es lo mismo, porque su casa no tiene la misma capacidad y hay que compartir la cama”, señala, por lo que prefiere quedarse afuera de su casa, “a esperar que se seque el agua”.
El joven de 28 años critica la respuesta de los gobiernos federal, estatal y municipal, pues ninguna autoridad se ha acercado a ver qué se les ofrece a todos los vecinos afectados.
“Estamos y seguiremos aquí desde anoche para que no se metan a las casas a robarnos”, reitera lleno de lágrimas y con un sentimiento de impotencia al ver su hogar bajo aguas negras.
La esperanza de Antonio Ernesto de regresar pronto a habitar su casa se enfrenta con una triste realidad: a las 16:30 horas de ayer comenzó una llovizna que se volvió aguacero dos horas después y que nuevamente elevó el nivel de la inundación.
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