Tijuana.— Desde hace dos años, Bloodys, un dedicado a la promoción del aborto, realiza brigadas informativas sobre la interrupción del embarazo en espacios públicos, y después de una pausa obligada por la pandemia y con el retorno a clases presenciales, ellas también regresan a su principal objetivo de difusión: las escuelas públicas.

Dos mujeres y una niña de menos de 10 años se arman con cientos de pequeños panfletos que caben en el puño de una mano.

Se plantan afuera de una preparatoria y se acercan a cualquier alumna o mujer que se les atraviesa, casi al mismo tiempo que les entregan el protocolo de interrupción, y les lanzan un “¿conoces tus derechos?”.

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Esa pequeña hoja, que en su portada tiene el siguiente mensaje: “Acompañamiento feminista; aborto seguro Red Tijuana”, les ha valido insultos, groserías y hasta agresiones, pero han sido la solución para cientos de mujeres víctimas de violencia que ante la falta de recursos o seguridad, buscan sus propias redes de apoyos.

“Últimamente tengo testimonios de mujeres que son violentadas”, explica Cristal P. Lira, fundadora del colectivo, “algunas, incluso, en medio de las reuniones todavía tienen las lesiones en la cara, ya no es como antes, ahora se cuestionan si deben tener los hijos de los hombres violentos”.

Aunque las brigadas comenzaron en el año 2019, las actividades informativas no eran fijas, y fue hace casi año y medio cuando decidieron salir a las calles por lo menos una vez al mes.

Desde un inicio supieron que uno de los puntos clave para su campaña serían las escuelas públicas, justo en donde las adolescentes podrían aprender que tienen derechos.

Mientras entregan los protocolos, una mujer de más de 40 años les dice que no le interesa. Su hijo, un niño de entre 12 y 13 años, toma la hoja y la rompe en pedacitos, luego camina hacia ellas y la tira al suelo. Ellas ríen y siguen. De entre las alumnas se escucha que una dice en voz alta: “¡Me interesa, me interesa!”.

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La mujer, que sólo mueve la cabeza de derecha a izquierda, con los brazos cruzados, por fin decide mover los pies. Camina hacia el guardia que cuida la entrada de la escuela y primero le explica que corrompen a las menores, y pide que las corran. El hombre, de más de 60 años, sólo responde que afuera de la escuela es espacio público.

Lo mismo han tomado conciertos, festivales o restaurantes, dice Minerva García, otra de las integrantes del colectivo.

Lo importante es apropiarse del espacio público y revertir el mensaje que cultivan en las mentes de las mujeres desde que prácticamente nacen, que deben ser madres y que es la única opción.

Bloodys, que no sólo se encarga de informar sobre los procesos de interrupción sino que también realiza un trabajo de acompañamiento con mujeres que no cuentan con una red de apoyo, recibe diariamente entre dos y seis solicitudes de acompañamiento a través de sus páginas en redes sociales.

Sus números indican que siete de cada 10 mujeres que piden su apoyo son locales, es decir, de Baja California, mientras que el resto son de otros estados y reciben el acompañamiento de manera virtual.

Aun cuando recientemente se despenalizó el aborto en esta entidad, las mujeres siguen buscando apoyo en otras mujeres, explica Minerva.