Brayan tenía 16 años, apenas comenzaba a vivir, sus amigos lo recuerdan como alguien leal, amistoso, siempre con una sonrisa para todos. Sin embargo, su juventud fue arrancada cuando al salir de la escuela fue secuestrado.
Durante 21 días su familia y amigos lo buscaron. En redes sociales, calles, postes y cualquier lugar donde se pudiera poner un cartel, ahí estaba la fotografía de Brayan, en su casa su familia lo esperaba.
El 21 de agosto, el adolescente salió de su hogar rumbo a la escuela. En el Cetis26, del municipio vecino de Atitalaquia, el día transcurría con normalidad, cuentan conocidos del joven.
Al terminan sus clases, aún con su uniforme, Brayan fue plagiado. El caso de manera oficial se mantuvo con la secrecía necesaria; sin embargo, sus amigos y familiares “peinaron” la región, municipios como Tlahuelilpan, Tula, Tlaxcoapan y Tezontepec se llenaron de volantes solicitando cualquier informe sobre su paradero.
Durante su ausencia, su madre fue víctima de un paro cardiaco, su abuelo y su padre prácticamente no vivían. La pena por no saber de él se acrecentó día a día, hasta que llegó la fatal noticia.
El fin de semana, los habitantes de esta zona sur del estado se enteraron de que el estudiante aparició sin vida, las muestras de apoyo e indignación se juntaron por cientos; le dieron el último adiós.
Durante un evento público, familiares se acercaron a pedir ayuda al gobierno local, que de manera inmediata tomó la investigación que derivó en la detención de algunos responsables, entre ellos un sujeto salvadoreño, quien están ya vinculado a proceso.
Por este caso se realizaron cateos y trabajos de inteligencia y el expediente aún no se cierra. El fin de semana Brayan regresó a su hogar... sin vida. Ayer su familia lo sepultó en el panteón municipal de Santiago Tezontlale.
Cientos de personas se congregaron en el servicio fúnebre, lo mismo que en las calles, mientras que en la iglesia la música no dejó de tocar para recordar la vida que le fue arrebatada a un joven que apenas comenzaba a soñar.