Santa Lucía del Camino, Oax.- ¡El balonero!, ¡el destache! ¡la borrega!, ¡el rancho!, ¡la celda!, ¡loteríaaaaa!. En Oaxaca, reclusos inventaron una lotería denominada Canera, que surgió a través de grabados con la técnica de xilografía y que ahora, con el apoyo del artista Francisco Toledo, se imprime y busca comercializar como un juego popular, semejante a las loterías de antaño que se usan en ferias populares.
El proyecto se gestó en el Centro de Reinserción Social (Cereso) 1, ubicado en Ixcotel, agencia de Santa Lucía del Camino, municipio conurbado a la capital.
Se trata del fruto del primer taller de pintura y grabado en México que se desarrolla en un reclusorio, para el cual una antigua celda fue adaptada como galería-taller, donde alrededor de 25 presos pasan el día plasmando obras.
—¿Qué extraño de la calle? Que se abran las puertas nada más; después de seis años acá, las mayores rejas del ser humano son que seguimos viviendo en el pasado y en el futuro, cuando aprendamos a vivir el ahora, estamos liberados. Y aquí vivimos el aquí y ahora.
Reinserción a pinceladas
El Cereso de Ixcotel, conocido también como penitenciaría central, por ser el principal reclusorio de Oaxaca, alberga actualmente a 965 reos. Hace algunos años el penal enfrentó problemas de hacinamiento, sobrepoblación e incluso intento de motines; tenía cerca de mil 500 internos. Según el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2017, elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que evalúa las condiciones de las prisiones del país, Oaxaca ha mostrado un ligero avance en su calificación, pues pasó de 5.25 en 2016 a 6.03 en 2017. A nivel nacional el promedio es de 6.3.
—Estas condiciones ya se han superado. Antes, era uno de los centros penitenciarios peor calificados del país, se han tomado las medidas necesarias, con el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública, a través de la Dirección de Prevención y Reinserción Social.
Eso dice el responsable del centro penitenciario, José Jarquín López, quien está a cargo de la prisión desde hace más de un año. Expone que una de las medidas de reiserción fue precisamente la creación del taller Gráfica Siqueiros.
—Un día, un preso me enseñó una pintura y me pareció interesante; el hombre me dijo que tenía más obras y que había otros compañeros suyos que practicaban el arte en la prisión. Platiqué con la subsecretaria de Prevención y nos organizamos, cuenta Jarquín Lopéz.
Iniciativa Toledo
El taller empezó en septiembre del año pasado con unas cinco personas; ahora tiene entre 25 y 30 artistas.
Un apoyo fundamental ha sido el creador norteamericano Jason Pfohl, quien ha acudido en diversas ocasiones a dar talleres y a aportar equipos y materiales. Otro impulsor ha sido el pintor Francisco Toledo, a través de la Asociación Civil Amigos del Instituto Oaxaqueño de Artes Gráficas, que encabeza su hija Sara, y Jerónimo López Ramírez, conocido como Dr. Lakra.
También, mediante el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), otro espacio impulsado por Toledo, se han impartido cursos y talleres a los reos. A través de estos últimos se pretende imprimir y comercializar la Lotería Canera, en beneficio de los internos.
Uno de los artistas más entusiastas es Andrés, originario de Querétaro, quien lleva tres años en prisión, acusado de robo.
—Yo no sabía nada de pintura, de arte; en la calle era otro. Aquí conocí la cultura y es lo mejor que me ha pasado. Seguramente, cuando salga de prisión ya tendré en qué ocuparme, platica Andrés.
Detalla que la Lotería Canera (cárcel, en el argot penitenciario) se compone de 40 imágenes, en este caso son cuadros de grabados que tienen un sentido positivo, no de tristeza, desolación o abandono.
—El taller se hizo para generar imágenes que describan vivencias dentro de la penitenciaría, siempre en pro de nuestro bien y de hacerle sentir a la sociedad allá afuera que nosotros también somos seres humanos, ya que en algunas ocasiones se tiene un concepto erróneo de lo que es la cárcel, expone.
Entre los grabados que integran la lotería se encuentra “el torito” (celda de castigo), “el destache” (apertura de un candado), “la chinche” (insecto que nunca falta en prisiones), “la malilla” (el enfermo por adicción), entre otros. Cada uno va acompañado de un texto literario creado por un recluso.
—Estoy orgulloso y satisfecho; es labor de todos, cada uno ha cooperado desde una y hasta con cuatro obras. Estoy seguro de que mi esposa y mi hijo se sienten orgullosos de mí; cuando salga libre, llevaré este proyecto a mi estado, dice Andrés, que este año terminará de pagar su pena en prisión.
No menos orgulloso está el maestro Vidal, originario del barrio El Ex Marquesado de la ciudad de Oaxaca, quien por más de tres décadas se ha dedicado profesionalmente a las artes plásticas.
Vidal, incluso, laboró para el gobierno como maestro del taller de artes plásticas Rufino Tamayo. Además, su obra ha llegado a distintas partes del país y a otras naciones, como Alemania; de esos trabajos se mantiene aún su familia.
Hace seis años fue aprehendido y todavía está a la espera de la sentencia o de recuperar la libertad.
—Durante esos seis años mi trabajo ha sido continuar con un proyecto de vida, como artista. Esté donde esté, las condiciones en que esté, nunca voy a dejar de pintar porque es parte de mi esencia como artista, explica el pintor.